Felices sueños, director general

Francesc Belver, en un pleno municipal.

Vale, pasan de mis vacaciones y me dicen que me ponga las pilas, que el President de la Generalitat está cubriendo los centenares de vacantes de altos puestos muy bien remunerados y que hay noticias. No me lo puedo creer. Tal como me lo explican me da por pensar que el tal Illa se ha vuelto loco y que anda buscándome. Y lo peor, que no me va a encontrar, y que por eso les ha dicho a estos de L’Estaca que me den un toque. Y resulta que no. Que quiere bien al Candelas, y que no le va a llenar la cuenta corriente de ceros ni la cabeza de pájaros, y que al que ha llamado para agradecerle lo mucho que ha hecho por el partido es a un viejo conocido de la casa que hace poco más de dos meses dijo que abandonaba la política y que se iba a su antiguo trabajo de informático, donde parecía que todavía le echaban de menos.

Así, como os lo cuento. El Presidentillo Illa acaba de nombrar director general de Administración Local del Departamento de Presidencia, al insigne Francisco J. Belver Vallés, hasta hace 8 semanas primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de l’Hospitalet, de donde dimitió para acompañar a la hoy senadora y exalcaldesa Nuria Marín, en el descanso merecido.

El que pudo ser alcalde de la ciudad en lugar de Triple Q (Querido Quesito Quirós) y que parecía que estaba harto de la política, vuelve ahora con cargo, despacho, secretarias y sueldazo, para subir un escalón más en su carrerón. Que empezó como director de Recursos Humanos en Hospi de donde pasó al ejercicio de representación como concejal en las elecciones del 99 haciendo un poco lo mismo, hasta que en las siguientes consiguió ser teniente de alcalde añadiendo a la informática y los recursos humanos, la organización municipal y la seguridad ciudadana. A partir de 2011 fue primer teniente de alcalde y exactamente, según quienes lo conocían de cerca, el que tenía el Ayuntamiento en la cabeza. O Belver tiene una cabeza muy grande, o el Ayuntamiento cabe en un cenicero, pero lo que nadie puede obviar es que ha acumulado experiencia y que algunos dirán que ha sido precisamente eso lo que ha llevado al Presidentillo a proponerlo para el cargo.

Yo opino que estas cosas no se producen por esas causas. A Belver había que pagarle convenientemente su fidelidad a las siglas y lo bien que se ha llevado con quienes no le dieron su confianza cuando la estaba esperando y, de esta manera, se agencia 93.160 euros anuales que son cerca de 20.000 euros más al año por, probablemente, menos de la mitad de la mitad de la mitad del trabajo que tenía en Hospi, aunque solo fuera por mantener los equilibrios sin romper ninguna pieza.

Belver, por otra parte, es el paradigma del hombre espabilado, hecho a sí mismo. Empezó en Aguas de Barcelona —una empresa muy bien conectada históricamente al poder local— arreglando programas de gestión, se hizo fácilmente socialista porque el sello comprometía a poco pero habría enormes horizontes y, como que era hábil, enseguida fue escalando posiciones como han hecho todos: desde el gran Triple Q hasta el Presidentillo. No era imprescindible tener demasiados títulos, demasiados estudios o demasiadas lecturas. Uno empieza de la nada, hace una diplomatura gerencial en ESADE y termina convertido en pocos años en profesor del Máster de Gestión Pública del mismo sitio donde empezó. Y todo eso tiene muchísimo mérito, porque primero tienes que adquirir un poco de conciencia social aunque solo sea para disimular cuando hablas y, poco a poco, tienes que aprender qué es eso de la política al uso: una forma de ganarse la vida haciendo sobre todo gestión y procurando que los grandes poderes no salgan nunca perjudicados.

A mí siempre me ha caído bien ese hombre, la verdad. Tanto, que me ofrecí para mediar entre los redactores de L’Estaca y el dimitido teniente de alcalde para que les concediera una entrevista que le solicitaron por correo electrónico un poco antes de dejar los trastos. Me dijeron que no hacía falta la mediación, que la entrevista era segura pero que la haría cuando las ranas criaran pelo. Me ofrezco otra vez a lo mismo, a ver si ahora la evolución ha pegado un crujido y los renacuajos nacen como los pollitos.

Por lo demás, hay casi 400 altos cargos para cubrir, cada vez que cambia un gobierno, y muy pocos acumuladores de experiencia. Para ejercer las responsabilidades no solo hacen falta voluntad y compromiso. Hace falta especialmente paciencia para encajar tantas frustraciones y reveses. Y en esos partidos nuestros de larga trayectoria, las carreras políticas nunca acaban cuando uno lo decide sino cuando lo decide el que te tiene que nombrar.

Pues nada, felices sueños al director general que va a poder finalmente descansar, sin que se le resienta demasiado la cuenta corriente.