De nuevo me comieron el coco para aburrirme unas horas en la sala de plenos municipal con la excusa de que había un par de cuestiones a las que sabría sacarles punta y sobre todo porque, con la excusa de que soy un tío rápido escribiendo porque no repaso lo que me brota de dentro, le daría unas horas al redactor de L’Estaca encargado de escribir algo más importante sobre la sesión de ayer.
Ya sabéis que esta banda de idealistas que se agrupan bajo el paraguas de FIC me caen bien y empiezo a ser incapaz de rechazar una invitación, lo cual comienza a preocuparme tremendamente, porque esas invitaciones siempre acaban siendo peligrosas. De hecho, alimentan en ocasiones mi perplejidad y en otras mi cabreo, por decirlo suavemente. No me dijeron sobre qué debía escribir… que yo, que soy un pieza, lo descubriría bien pronto.
La verdad es que encontré unos cuantos temas y me soliviantaron unas cuantas intervenciones pero, conociéndoles —y habiéndoles leído diariamente en ese cabezal (porque está hecho con la cabeza y no con los dedos: L’Estaca) que alimentan a base de tesón y valentía— bien pronto averigüé sobre qué debía escribir.
Hubo dos intervenciones que me llamaron la atención en un punto. Una, la inteligente intervención de la representante de La Saboga. Otra, la provocadora respuesta del gegant dels blocs, en respuesta a una intervención del Domínguez de los Comunes. Ambas intervenciones coincidían en un punto sobre el que los grupos municipales de oposición deberían reflexionar profundamente. La representante de La Saboga explicó todo lo que ya sabemos sobre la barbaridad del Biopol. No voy a insistir, pero al referirse a los partidos puso el dedo en una cierta llaga, que está abierta y que ellos tratan de disimular, pero que cuando supura escuece y no solo a los que la sufren, también a los que la contemplan.
Vino a decir que deberían aclararse y ejercer la coherencia. Defender la eliminación del Biopol en esta desgraciada ciudad, pero votar a favor en el Área Metropolitana o en la Generalitat, o no influir sobre las instancias superiores para que mantengan la inflexibilidad de la razón de quienes saben qué hay detrás de las grandes operaciones, es poner en evidencia demasiadas debilidades. Eso, en referencia a los Comunes. Lo de ERC es todavía más lacerante. Estuvieron en contra del Biopol antiguo con matices, pero este de ahora ya les parece bien. Ya les parece bien que se ocupen los últimos espacios libres que le quedan a la ciudad para construir rascacielos y para hacer millonarios a unos cuantos promotores más. Lo de ERC, de traca…
Y lo del gegant dels blocs, no de traca, sino de vómito. Pedirle a Domínguez que se queje a sus colegas de Esplugues, que gobiernan conjuntamente con el PSC, de lo que quieren acordar perjudicando a los vecinos de la barriada de Sanfeliu, no es de recibo, aunque sí refuerza de alguna manera aquel doloroso argumento anterior: el de la coherencia (aunque en este caso los Comunes en Esplugues son tan imprescindibles como la lluvia en el Océano, o sea nada).
Pero como era de suponer no son estos puntos los que más me llamaron la atención. Hubo uno, por encima de todos, que me dejó perplejo: la intervención de la señora del barrio de Sanfeliu y no por lo que dijo, sino por lo que olvidó. La alcaldesa explicó que había pedido la palabra la entidad FIC (Foment de la Informació Crítica) y que esa señora hablaría en su nombre sobre los problemas de los vecinos de la calle Sant Jordi de la barriada Sanfeliu. Esa señora no solo habló exclusivamente en nombre de los vecinos, sino que ni siquiera se dignó en dar las gracias públicamente a quienes le habían facilitado su intervención. Igual no era consciente del favor que hacía a los afectados una entidad que no tiene por qué defender intervenciones sobre cuestiones particulares y cuya tramitación fue objeto de debate en la Junta Directiva de la entidad, granjeó posturas distintas y creó tensiones. No creo que les guste a mis amigos que ventile interioridades. Es más, me han pedido que eran conscientes de lo que acordaron y que lo volverían a hacer y que, en consecuencia, obviara esta cuestión. Cosa que, como veis, no me ha dado la gana.
Como se explicó en este mismo cabezal L’Estaca, les pidieron a los de FIC que dieran amparo a los vecinos porque la Asociación de Vecinos del barrio no tuvo agallas para ceder la palabra en su nombre. Un hecho tan mezquino daría para renovar a la Junta entera de esa entidad, pero en el pleno, justo vivimos lo contrario. Los portavoces de ERC y del PP hablaron muy bien de la Asociación de Vecinos (pese a ser conscientes de su bajeza) o al menos los citaron y también el PSC, en este caso más comprensiblemente, porque seguro que son de los suyos. Nadie se acordó de FIC, ni seguramente falta que les hace, pero a mí, que les conozco, se me removió el alma.
Los que ya peinamos canas sabemos que la política también es eso. Sobre todo, eso. Usar cuando hace falta y tirar cuando ya se ha usado.
No vamos bien. Y alguien tenía que decirlo… aunque no sé si me dejaran seguir escribiendo.