De todo el mejunje de ayer en la casa consistorial de la ciudad que pude observar desde una esquina para tener una buena panorámica, hubo solo dos cosas que me llamaron sobremanera la atención. Una, que la alcaldesa afirmó que entre sus planes está activar un millón de metros cuadrados de la ciudad para hacerla más cosmopolita y dos, la sonrisa masticada para que no fuera evidente, del segundo de a bordo de Vox cuando el portavoz de los Comunes hablaba del fascismo renovado en la ciudad.
Hubo un montón de otras muchas cosas curiosas, los besos que se repartieron la concejala de más edad, Olaya Lourdes con la mayoría de concejales cuando les ponía la credencial en forma de collar, que algunos se ahorraron con sonrisas, excepto en el caso de Vox donde hubo caras muy serias o, por ejemplo, con Nuria Lozano donde hubo incluso un amago de distanciamiento rápido. También los abrazos en el final de fiesta de la renovada alcaldesa con algunos miembros muy activos del Espai de Ciutadania, un tal Baltasar, un tal Jesús, un tal Nicolás, con Felipe Campos que de ser impulsor de Itaca se ha convertido en propulsor de las aguas, al lado del ínclito ministro Iceta y la consellera Simó, recién estrenada… la también Síndica de Greuges y el doble beso en los morros con un señor que vive como ella (y con ella) del presupuesto público desde que era pequeñín. Y los discursos, cada uno en su propia línea, los Comuns recordando al PSUC y los socialistas recordando a los del PSUC que pactaron con ellos… Los de Vox recordando que son la voz de los sin voz, de los que sufren atracos, violaciones, okupaciones diversas y a los que los partidos han abandonado desde que existe la democracia, porque cuando mandaban los militares, los empresarios, los grises y los padres de los jueces actuales, no había atracos, ni violaciones ni okupaciones diversas, y la emigración se contaba por millones de andaluces, extremeños, murcianos, gallegos, aragoneses, valencianos, castellanos, canarios y algunos cántabros y navarros, en lugar de nordsaharianos y subsaharianos y los hijos de los conquistados en las tierras americanas. Graells recordando la corrupción y haciendo un discurso presidencialista… La representante del PP poniendo el acento en la seguridad y en los impuestos excesivos pero también, sorprendentemente, en la falta de zonas verdes…
Todos los discursos, todos, se orientaron a lo que harían si pudieran, incluso los de los socialistas (hubo dos, el del palmero mayor y el de la susodicha) porque a diferencia de lo que ha ocurrido en los últimos 40 años, se abre la primera incógnita del reinado marinista: si ahora conseguirán pactar para seguir haciendo lo que quieran o si tendrán que ir negociando pieza a pieza, para lo mismo. Porque me temo que, de golpe, o despacito, seguirán haciendo más o menos lo que quieran, vendiendo como mejoras para la ciudad y la ciudadanía lo que únicamente son mejoras para la familia y la familia de la familia socialista (porque son un montón de las familias de los socialistas los que viven del erario público, en el Ayuntamiento, en la Diputación, en las empresas públicas, en las empresas participadas o con influencias varias, etc, etc).
Lo dicho, que la alcaldesa diga que dispondrá de un millón de metros cuadrados en la ciudad para lo que sea, a mi me puso los cuatro pelos de la barba de punta porque disponer de terreno quiere decir venderlo al mejor postor para hacer lo que saben hacer muy bien: construir y construir para no dejar un palmo de espacio libre en una ciudad que está en puro trance de colapso social.
Los fascistas de Vox que se sonríen forzadamente porque parece que les insulten cuando para ellos ser fascistas es una pura condición ideológica y personal, del mismo modo que el Candelas es un irreverente ácrata por lo mismo, tienen en ese pueblo que malvive en las peores condiciones de las sociedades avanzadas de este Occidente supercapitalista, a su público más fiel porque es gente desorientada que se queja de lo que le hacen sin encontrar soluciones, las soluciones que Vox vende para que les voten pero, naturalmente, no para mejorarles la vida. Para los fascistas, la mejor vida para esos miserables sociales es la que les reserva el dios de las alturas: desaparecer porque somos muchos, demasiados, y aquí solo deben poder vivir bien los españoles con recursos o los extranjeros con millones. Los pobres no merecen vivir, así de simple. Molestan, exigen recursos y el esfuerzo solidario del Estado cuando pobres ha habido siempre y para eso se inventó la Iglesia, no el Estado (de ahí lo de menos impuestos…). Y los pobres de aquí, los españoles de La Florida, de La Torrassa, de Pubilla, que sufren violaciones, okupaciones, asaltos y demasiadas fiestas en horas intempestivas, vivirían mejor si los pobres no españoles se hubieran quedado en sus selvas, y como que han venido sin que les llamara nadie, hay que hacerles la vida todavía más imposible para que se vayan de una vez, que encima no les dejamos votar… y ni siquiera ese recurso puede aprovechar Vox.
L’Hospitalet está a dos minutos del estallido social. Esa ciudad cosmopolita que vende la alcaldesa es la peor ciudad de Europa, para nuestra desgracia. Es una ciudad que exige como primera medida intervenir socialmente en el norte de la ciudad para dejar de suburbializar lo que sigue siendo un suburbio desde hace más de un siglo, pero ahora en un contexto de más exigencias sociales tras los años de Estado del bienestar de Occidente y más avances tecnológicos y por lo tanto, con más y más graves contradicciones. Hasta que no se entienda que todas las prioridades hay que enfocarlas en esos barrios degradados, auténticos guetos sociales y culturales que estallarán más pronto que tarde, no habrá un mínimo futuro. La política de alta alcurnia de hoteles, bioclusters y fantasías cosmopolitas solo beneficia a los de siempre: a los propietarios del suelo, a los promotores y a los constructores. Vender los puestos de trabajo que se van a crear como un beneficio para la ciudad es una terrible mentira y ya no engaña a nadie. Y mientras tanto, Vox gana enteros en los barrios degradados y eso va a ir a más, porque la desesperación social históricamente tiene un nombre, y cuando a esa desesperación le añades la droga nacionalista su nombre es compuesto: nacional-socialismo.
Me estoy poniendo tétrico pero no exagero. Con la política Marín solo se alimentan miserias futuras. Y hay 14 concejales para impedirlo: once para impedirlo en positivo. La política suele hacer extraños compañeros de cama (quien hubiera dicho hace unos pocos años que la amiga Olaya Lourdes se sentaría con los republicanos…) pero los Comunes deberían reflexionar porque las tentaciones serán muchas, de alta gama y vendrán en todas direcciones, también del exterior… La única alternativa posible para esta ciudad es que la política de diseño del equipo Marín fracase estrepitosamente: del biopol (¿eh!, republicanos?) a ese teórico millón de metros cuadrados con el que empezarán a tener sueños muy húmedos los promotores de todo el mundo.