3 de octubre, 2020
El Covid-19 nos ha recordado que el urbanismo y la salud han ido en la historia íntimamente relacionados y que los avances en el diseño de las ciudades se producen siempre de la mano de pandemias. Ahora toca replantear el modelo de ciudad actual para lograr elevar la salud física y psíquica de los hospitalenses
La rápida propagación del Covid-19 ha tenido mucho que ver con la alta densidad y el modelo urbano basado en la concentración. El hacinamiento humano en ciudades como l’Hospitalet favorece la transmisión del coronavirus, según confirman la infectóloga del Hospital Universitario de Bellvitge e investigadora biomédica del Idibell, Carlota Gudiol, y Ferran Navarro, arquitecto y urbanista profesor de la Escuela de Arquitectura de Barcelona.
Ambos especialista han participado en el primer debate del ciclo Factoría de Ideas de la asociación Foment de la Informació Crítica de l’Hospitalet (FIC-LH), titulado «Pandemias y masificación demográfica: el modelo urbanístico y la salud pública». La disciplina urbanística nació precisamente para reducir y controlar las enfermedades infecciosas que asolaban a la población, y las primeras leyes urbanísticas fueron las higiénicas o sanitarias, principalmente tras la revolución industrial. La historia se repite y la actual pandemia aconseja replantearse la ciudad densa, máxime en concentraciones similares a las de Bombay (India), como ocurre en algunos barrios de l’Hospitalet.
Las características socioeconómicas y culturales de la mayoría de los infectados que ha atendido la Unidad de Enfermedades Infecciosas del hospital de Bellvitge corresponden al perfil de ciudadanos que viven en pequeñas viviendas en los densamente poblados barrios de La Florida, Collblanc, Torrassa y Pubilla Casas. Se trata de enfermos pertenecientes a familias numerosas, con el comúnd enominador que conviven varias generaciones y que son de origen latinoamericano, además de tener empleos precarios.
Mayor densidad de Europa
En La Florida, por ejemplo, viven en 0,398 kilómetros cuadrados un total de 29.671 ciudadanos, según el censo del año pasado, lo que arroja una densidad de 78.082 personas por kilómetro cuadrado. Le van a la zaga el resto de barrios del norte de l’Hospitalet, compuestos en su mayoría de viviendas pequeñas, con escasa ventilación y donde prolifera el hacinamiento de familias numerosas, casi la mitad de procedencia de fuera de España.
La doctora Gudiol reconoce que llegaron a investigar la posible existencia de un gen común entre la población latina, dado que la mayoría de los ingresados tiene esa procedencia, pero han rechazado la hipótesis genética para decantarse por las comunes características culturales y económicas y por cuestiones como no poder cumplir el confinamiento para no perder el trabajo. Unos extremos que favorecen la infección por Covid. Gudiol detalla que han llegado a estar ingresados en el hospital de Bellvitge muchos casos de componentes de una misma familia.
Para la infectóloga, es lógico pensar que con la llegada del frío, Covid-19 se mezclará con otros virus que afectan a las vías respiratorias, como la gripe. En este punto, la especialista reclama la vacunación, ya que «hasta ahora es bastante baja incluso entre el personal sanitario y la población de riesgo».
El arquitecto y urbanista Ferran Navarro cita la novela «El perfume», de Patrick Süskind, para ilustrar cómo se vivía en la Francia del siglo XVIII, con las cloacas a cielo abierto por las calles y con unos reyes que tenían los dientes podridos. También recuerda que las pandemias que asolaron Europa hicieron que «todos los esfuerzos de la historia del urbanismo hayan ido dirigidos a aumentar la salubridad, como ocurrió tras la revolución industrial y el consiguiente hacinamiento en las ciudades».
Zonas verdes pendientes
Eurostat cita a l’Hospitalet como la ciudad más densa de la Unión Europea. Atendiendo a los indicadores de zonas verdes que permiten el distanciamiento social y un mayor equilibrio entre cemento y naturaleza, la OMS recomienda un mínimo de 9 metros cuadrados por habitante y un árbol por cada tres vecinos para establecer unos parámetros mínimos de ciudad saludable. L’Hospitalet tiene, según cifras del Idescat, 5,5 m2/habitante y debería tener alrededor de 90.000 árboles, un extremo manifiestamente imposible dada la actual saturación urbana.
Incapacidad técnica
Según Navarro, las mediciones oficiales en Barcelona y l’Hospitalet incluyen como zonas verdes las vías del tranvía, así como las copas de los árboles, cuando existe desde 1953 una ley que defiende la existencia de 5 metros cuadrados de verde por ciudadano, «con la condición de que pueda tener un acceso a pie, por lo que no cuenta la sierra de Collserola». Además de no «esponjar» la ciudad, ayuntamientos como el de l’Hospitalet han hecho, según Navarro, dejación de funciones en la creación de las zonas verdes reservadas por el Plan General Metropolitano de 1976, dado que, a su juicio, «no existe capacidad técnica, ni jurídica ni económica en los servicios de urbanismo municipales».
«Esponjar» la ciudad densa
La asociación Foment de la Informació Crítica )FIC-LH) continuará el 26 de octubre con el ciclo de su Factoría de Ideas sobre pandemias, urbanismo y salud pública, con un debate al que han invitado al primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de l’Hospitalet, Francisco Belver (PSC), así como a los representantes de la oposición Antoni García (ERC), Miguel García (Cs) y Ana Gonzàlez (Comuns). Algunos de los asuntos a debatir serán las propuestas de «esponjamiento» de los barrios más densos, como hizo en su día el alcalde Pasqual Maragall en Ciutat Vella, al abrir la Rambla del Raval y el espacio para acoger el MACBA, así como el destino de las hectáreas que se recuperarán a partir del soterramiento de las dos vías ferroviarias que cruzan la ciudad y si proyectan dedicarlas a la creación de parques lineales comprometiéndose a no edificar más viviendas, dada la alta densidad actual, que se verá incrementada por las múltiples promociones que ahora levantan más de un millar de pisos.
Por Juan Carlos Valero