Se fue Pepe Mujica

Carlos Galve Farré (activista i peixater)


Después de la muerte de José Mujica he leído muchos artículos y reflexiones sobre su legado. Me gustaría argumentar por qué Pepe Mujica me parece un personaje apasionante.

Es de esas personas excepcionales que impactan por la forma de comunicar. Habla de los conflictos de la gente, sobre todo explica la raíz del porqué de esos conflictos.
Lo lees —o le escuchabas— y genera una sensación de oxígeno, de esperanza. Te hace sentir que no todo está perdido. Los medios le permiten explicar sus experiencias. Resulta inverosímil. No lo vetan. No pueden frenar su relato. Mujica es un personaje muy potente, es peculiar, no tienen más remedio que respetarle. Desarrolla un relato crítico contra la sociedad de consumo haciendo llamamientos contra el mercado y el poder. Tiene la capacidad de comunicar desde su profunda convicción. Sus opiniones superan ideologías, niveles políticos y sociales y se convierte, seguramente sin pretenderlo, en un referente y en un político de dimensión universal. La figura de Pepe Mujica perfora el corazón de algunos poderosos que no pueden evitar convertirse en vulnerables. Les gustaría ser como él, de humanos.

Salvando las distancias, y sin la más mínima intención de comparar, me recuerda a Julio Anguita. También tenía esa propiedad. La poseen solo unos pocos. Consiguen hacer sobresalir a su personaje por encima de sus ideas. Las transmiten con tanta coherencia y claridad, que personas que nunca los han votado y posiblemente jamás los voten, en el fondo los admiran.

Pepe Mujica, dicen, es el ex-marxista más marxista de nuestra época. No utiliza la lucha de clases y declara que esta vida solo vale la pena vivirla si se ejerce la solidaridad con los más necesitados. Su ortodoxia es perfecta. El ejemplo de su vida lo explica: pertenezco a una generación que queríamos cambiar el mundo. Nos aplastaron, pero sigo soñando que vale la pena seguir luchando.

Sería un sueño que la izquierda adoptara la frecuencia política, o sea, el relato de Mujica. He seguido y he admirado al ex-presidente de Uruguay, sobre todo por el mensaje de austeridad y crítica a un sistema alienante y destructor del pensamiento o, mejor dicho, de la vida humana: el capitalismo. Tengo la impresión de que Pepe Mujica ha sido el más incisivo, el más sutil. Ha conseguido, con autoridad moral y predicando con el ejemplo, poner en cuestión a la política y a la clase política dominante: les ha puesto frente al espejo y contra las cuerdas.

Sus llamadas, o sus reflexiones, sobre la utilización del tiempo en pos de la libertad. Cuando se refiere a lo indispensable de la educación y la formación. La contínua llamada a cultivar y desarrollar el espíritu crítico.

Las intervenciones en los distintos foros internacionales eran piezas magistrales que ayudaban a vivir y compartir con el mundo la vida de un personaje fascinante. Su etapa militar contra el poder de las oligarquías uruguayas. Su juventud comprometida y enfrentada a la dictadura formando parte de la guerrilla de los Tupamaros, hizo de Pepe Mujica un personaje increíble, casi mitológico.

¿Cuántos compañeros y compañeras habrán caído por el camino? José Mujica es de los personajes que emergen en la adversidad. Cumple su ciclo vital con fuerza. Los contrastes humanos de su vida son ciclos verosímiles y son fruto de circunstancias pero, sobre todo, de coherencia, que no persigue acabar siendo un líder mundial de la coherencia y la honestidad.

La vida de Mujica es como de película. Recibir más de seis balazos en su cuerpo y sobrevivir. Permanecer trece años encarcelado —varios incomunicado en un espacio reducido de forma infrahumana, y no sucumbir ni volverse loco— es la evidencia de su característica v ital. Posee una capacidad humana extraordinariamente excepcional.
Los años de lucha. Los años de soledad y el tiempo de encontrarse con la posibilidad de llegar a ser presidente y no escoger la venganza o el odio, como ajuste de su pasado, le ha impulsado a la historia como un político único.

Los últimos años de su vida junto a su compañera, eligiendo la última morada con su pequeña perra bajo el árbol cerca de su casa, lo elevan hacia la historia como uno de los políticos más significativos y relevantes de los siglos XX y XXI. Ojalá la izquierda se pareciera más a Mujica.

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