27 de octubre, 2020
Asistido por mi gloriosa capa, pude contemplar el lunes desde la pantalla de mi viejo pc el debate sobre urbanismo y cochambre que los chicos de FIC —y para mi, que soy viejo, el masculino genérico los incluye a ellas, claro— prepararon para que supiéramos lo que los políticos locales piensan sobre unas cuantas cosas que les expusieron previamente: si estaban a favor o en contra de una moratoria de la construcción; si pensaban que hay que esponjar algunos barrios para disminuir el hacinamiento, dicho con palabras más dulces; si consideraban que el espacio libre de las vías del tren cuando lo soterren servirá para algo más que para hacer más pisos, y no se qué acerca del urbanismo táctico que no llegué a entender porque yo solo considero que el urbanismo, o es estratégico, o solo son arreglitos.
He de decir que me lo pasé bien porque a muchos de los que hablaron no los conocía de nada y me sirvió para conocerlos, y a otros los conocía bastante y también me entretuvieron. De lo mucho que se habló destacaría cuatro o cinco momentos. Dos de fuera del concilio y otros tres de dentro, pero hubo un montón de cosas señalables que los periodistas de esta casa seguro que sabrán resaltar adecuadamente. Empezando por el final, o casi, me gustaría hablar de dos intervenciones. Una del reñidor de FIC —no sé porque ese tipo pone cara de cabreo cada vez que asoma, con lo inocente que es en la distancia corta— que hizo tres o cuatro preguntas, unas cuantas al representante del PSC y otras a los de la oposición y que solo obtuvieron muy someras respuestas de los republicanos, del portavoz gubernamental y del PP. Vino a preguntar por el empeño del gobierno local en hacer millonarios a unos cuantos en detrimento de la ciudadanía propia, con otras palabras más rebuscadas, y por qué ni los correligionarios de los Comunes ni de los republicanos han movido un dedo en las instituciones superiores que acaban permitiendo los desastres constructivos en la ciudad más densa de Europa. Y me parece que también señaló a Ciudadanos y al PP por no llevar los asuntos macrourbanísticos de la ciudad al Parlament. Ya digo, los republicanos, que mandan en la Generalitat, dijeron que eso no iba con ellos que era cosa de los sociovergentes… y tan panchos. El PP, que eran pocos parlamentarios y que ya serán más en las próximas, y Ciudadanos y Comunes ni siquiera se dignaron en responder, probablemente porque no hay respuestas dignas a la pregunta insolente.
La otra intervención fue de Corbacho, el alcalde exiliado en el ayuntamiento vecino, que tomó la palabra por derecho propio porque fue el protagonista del diseño de la ciudad sur, pero se olvidó de la ciudad norte, o quizás no tuvo tiempo, o quizás fue a lo fácil. Lo peor de Corbacho no fue su protagonismo en “la ciudad con ínfulas” que proyectó sino, sobre todo, que cuando se marcho dejó a los diseñadores que actuaran por su cuenta sabiendo, porque lo tenía que saber, que los estrategas no tenían más estrategia que dejar hacer al mercado. Hizo una intervención fina, dando lecciones y repartiendo consejos, pero diciendo a la vez que no es nadie para dar consejos y que no tiene ninguna intención de aleccionar, lo que en lenguaje llano quiere decir que los que dejó en su lugar son un desastre para la ciudad y que está cabreado porque se impone que l’Hospitalet es la ciudad más densamente poblada de Europa, y él en parte es responsable de ello por acción o por omisión. Metió el dedo en el ojo convenientemente, como cuando afirmó que l’Hospitalet ha perdido habitantes desde los años 80 porque ahora en las hacinadas viviendas de La Florida y de Pubilla Casas vive menos gente que antes o cuando aseguró que pensar en convertir toda la zona industrial desindustrializada en nuevos bloques de pisos es una barbaridad…
De todos modos, la perla de la sesión, en mi opinión, fue el tratado de antipolítica que puso de manifiesto el segundo teniente de alcalde responsable del urbanismo patrio. Dijo muchas cosas y algunas de ellas respondiendo a simplificaciones diversas con su punto de razón, pero en otras fue tan transparente que se le veían las neuronas incómodas como cuando explicó que le parecía imposible que el PP estuviera a favor de la moratoria en la construcción. Solo le faltó decir que la moratoria en la construcción es una cosa de izquierdas y que por eso su gobierno está en contra.
Pero la defensa de la antipolítica no estaba ahí. Estaba en el argumento que utilizó en sus dos intervenciones aduciendo a las leyes y a sus reglamentos que permiten que un constructor con suelo, pueda construir en él lo que quiera. Básicamente, porque eso es falso. Primero, porque para construir en un pedazo de suelo es imprescindible que el Ayuntamiento haya hecho un plan que lo permita. Segundo, porque el Ayuntamiento primero y después el AMB y la Generalitat deben dar su autorización, y tercero, porque si nada de eso existe, un propietario de tierras sin expectativas de negocio se tiene que tragar su propiedad o vendérsela a quien se la compre por un justiprecio asequible. Los Ayuntamientos de progreso, que velan por su ciudadanía y que les tiembla la mano ante el futuro, han mejorado mucho sus ciudades a costa de redibujar los planos y comprar suelo en mejores condiciones, para dedicarlo a los servicios que la ciudadanía necesita: infraestructuras, equipamientos y zonas verdes. Eso, que suelen hacer los Ayuntamientos de progreso, se llama hacer política. Lo otro, que suelen hacer los Ayuntamientos sometidos al mercado, se llama defender la antipolítica. Es lo que está haciendo desde hace muchos años el Ayuntamiento de l’Hospitalet y quizás hubiera estado bien que alguien se lo dijera, así, llanamente, al señor Alcázar.
Por otra parte, el sambenito de la ciudad más densa de Europa ya no hay quien se lo quite a esta ciudad. Lo dice el Euroestat y no es posible desmentirlo con interpretaciones, y esto atenta contra la imagen de superciudad que se esfuerza por vendernos doña Marín. Es la ciudad más densa del Europa y lleva camino de convertirse en la ciudad más densa del mundo cuando se llenen, si se llenan, los más de 12.000 pisos que está construyendo el PSC local. Por eso, hablar de Pacto de Ciudad sin moratoria constructiva es impracticable, pero hablar de futuro sin esa moratoria imprescindible también lo es. Si el sueño de la razón produce monstruos y ahí estuvo Goya para certificarlo, no os digo nada lo que producen las ensoñaciones irracionales…