Un solar que llevaba muchos años desocupado en la esquina entre las calles Vallparda y Torns, en el corazón de Collblanc, y que los vecinos recuperaron como espacio libre, ha sido en estos últimos días saboteado por el ayuntamiento instalando en su interior una quincena de newjerseys de hormigón y un contenedor de residuos.
Hace unas semanas, los vecinos del barrio recuperaron este espacio —que ya se conoce como Espai Vallparda—, lo limpiaron de los escombros y suciedad acumulado durante años, lo ajardinaron rudimentariamente con los materiales que se encontraban en el propio solar y plantaron diversos árboles, con el objetivo de utilizar uno de los escasísimos espacios al aire libre de que dispone el barrio con mayor densidad demográfica de Europa, para diversas actividades vecinales, asambleas, actividades al aire libre, mercadillos sociales, etc. todo ello con una voluntad de autogestión y de autocontrol y autoresponsabilidad, que contrasta enormemente con la actitud municipal desde el primer instante.
Algunas reuniones en la regidoria de distrito entre vecinos y autoridades municipales concluyeron sin acuerdo pese a que el vecindario ha expresado en múltiples ocasiones su voluntad de alcanzar acuerdos que den estabilidad al espacio recuperado y sea reconocido por el propio ayuntamiento.
La respuesta municipal no se ha hecho esperar. En plena consonancia con la política suicida que practica el consistorio que dirige la alcaldesa de l’Hospitalet y presidenta del PSC, Nuria Marín, hija de Collblanc, que está llenando la ciudad de docenas de edificaciones que incrementarán la población de la segunda ciudad de Catalunya por el número de habitantes en varios miles, se ordenó llenar el Espai Vallparda de los típicos bloques de hormigón conocidos como new jersey, en un claro intento de boicotear el espacio e impedir que siga siendo utilizado como un lugar de encuentro, convivencia cívica y foco de iniciativas y actividades vecinales.
El espacio fue conquistado por los vecinos del sector con una muy concentrada oposición de algunos vecinos, temerosos de que el lugar se convierta en un espacio descontrolado. Precisamente los activistas vecinales que se encargaron de recuperar el espacio que era un nido de ratas, de adecentarlo, de plantar árboles y flores y de convertirlo en un lugar de encuentro, se han esforzado por explicar a este medio digital, su voluntad de controlar muy de cerca el uso de este espacio para que en ningún caso suponga una molestia para el vecindario, especialmente para quienes lo tienen más cerca. Precisamente han señalado que los escasos vecinos que no han visto bien la recuperación del solar son quienes más satisfechos tendrían que estar porque dejarán de tener frente a sus viviendas un nido abandonado de porquería, para disponer de un espacio al aire libre que, si los vecinos se mantienen firmes en su recuperación tendrá que convertirse necesariamente algún día en una plaza pública de las que tan necesitadas está esta barriada.
Por Redacción