Tras la prohibición de Barcelona de estas instalaciones en su trama urbana, las empresas de distribución planean ubicarse cerca de la capital
¿Quién no ha pedido un Glovo o cualquier otro servicio de comida a domicilio alguna vez? La tendencia en auge de pedir alimentos cocinados mediante una aplicación ha generado un negocio inexistente hasta hace poco: las cocinas fantasmas, instalaciones donde se preparan desde hamburguesas a pizzas y platos más elaborados para que repartidores o riders los lleven a los domicilios de los clientes. Se trata de establecimientos sin servicio en la mesa y que han generado problemas de convivencia en Barcelona, que les ha prohibido y por eso las empresas de distribución se instalan cerca, en municipios como l’Hospitalet.
La obtención de los datos de los clientes ha permitido a las plataformas diseñar las comidas de mayor solicitud y así eliminan la labor que hasta ahora hacían los restaurantes. Esto es precisamente lo que ERC pidió en el pleno municipal de febrero, a través de una moción que fue rechazada por el voto contrario del PSC. “Actuarán cuando tengamos el problema encima”, espetó a los socialistas la concejala republicana Sílvia Casola. Tanto los comunes como el PP recordaron que las cocinas fantasma perjudican a la restauración de proximidad.
Donde se están realizando obras para instalar uno de estos locales es en la calle Amadeu Torner, 85-89. Y desde la comunidad de vecinos han expresado su preocupación al periódico Línea L’H. Aunque todavía no está abierta, el vecindario teme que este establecimiento genere ruido y problemas de movilidad en la calle, por la presencia de los riders. En una instancia presentada recientemente, la comunidad señala que el local no tiene las características necesarias para acoger un negocio así e instan al Ayuntamiento a que envíe a un inspector para que compruebe las obras que se están haciendo.
El teniente de alcalde socialista Francesc J. Belver recuerda que en la ciudad sólo existe una licencia de estas características y que en 2022 ya hicieron una suspensión de licencias para estudiar el tema. Otra instalación existente es una hamburguesería de la cadena Vicio, con restaurante en la calle Castelao de l’Hospitalet, junto al parque, donde se reúnen docenas de repartidores de Glovo para llevar pedidos a domicilios, a pocos metros de las carreteras que conectan con la capital catalana en pocos minutos. Otra instalación similar está causando problemas por ruidos, olores y unos horarios que se alargan hasta la madrugada en la vecina población de Sant Just Desvern.
La vida de esos vecinos se ha convertido en un infierno desde finales de agosto, cuando la cadena de hamburgueserías Vicio abrió una cocina fantasma en los bajos de su edificio y, desde entonces, los vecinos aseguran que no han logrado dormir más de cinco horas seguidas. La mayoría de quejas son por los ruidos de la cocina, pero también lamentan la ocupación que los riders hacen de la vía pública, la saturación de los contenedores, las cargas y descargas de camiones “fuera del horario establecido” y el incivismo en la calle de algunos clientes del local, que al no poder consumir los productos en su interior acaban comiendo en sus aledaños.
El gobierno barcelonés ya puso el primer coto a las cocinas industriales fantasmas o ‘dark kitchens’ dentro de las calles de la ciudad en marzo del año 2022, y aseguró que solo permitiría este tipo de negocios pensados exclusivamente para el reparto a domicilio en zonas industriales. Ahora, tras un proceso de participación, se ha presentado la propuesta definitiva de regulación de estas actividades económicas, desterrándolas de la trama urbana y ciñéndola a la Zona Franca.
Vicio, liderada por el ganador de la séptima edición de Masterchef 7, Àlex Puig, se ha convertido en la cadena de hamburgueserías de mayor expansión en España. Tras diversas exitosas campañas de márketing, obtuvo unos ingresos de más de 39 millones de euros en 2023 y 71 millones este año. El modelo de la empresa se basa sobre todo en el reparto a domicilio: de los 23 locales que tienen repartidos por el país, solo en dos se puede comer en su interior, con capacidad para unos pocos comensales.