Ningún alcalde se ha planteado la reforma de esa parte de la ciudad, la zona norte, proyectando un plan de remodelación que debería ser similar al realizado en su dia en Ciutat Vella de Barcelona.
La nefasta planificación de la ciudad es cada vez más notable, y nadie pone freno a este desorbitado crecimiento demográfico, amparado, sobre todo, en la liberalización de suelo para construir nuevas viviendas sin tener en cuenta un aumento de los servicios (escuelas, centros sanitarios, hospitales, bibliotecas, aulas de estudio, entre otros).
No hace muchos días pudimos comprobar como la sección de CC.OO. de L’Hospitalet solicitaba que la ciudad debía declararse en emergencia educativa ya que determinadas aulas tenían ratios superiores a las de la media de Catalunya; que el fracaso escolar también estaba en el nivel más alto de la Comunidad y que era necesaria la construcción de varias escuelas (cuatro, en concreto, y un instituto).
Los centros sanitarios, aproximadamente lo mismo, con largos tiempos de espera, ambulatorios abarrotados que no dan más de sí y aun así siguen aguantando. Ir de urgencias a uno de los dos hospitales (Cruz Roja o Bellvitge) es esperar una media de 4 horas. Eso, si no te derivan al Hospital Moisès Broggi que también se ha quedado corto en atención, en el poco tiempo que lleva funcionando.
En toda la ciudad, a partir de las 8 de la tarde, si no quieres ir de urgencias a cualquier hospital, solo hay un centro entre el CAP y el hospital. El denominado CUAP (Centro de Urgencias de Asistencia Primaria) al cual ha de acudir toda la ciudadanía para ser visitada cuando lo necesita, aunque los tiempos de espera son similares, en la práctica, a los de un centro sanitario de referencia.
Toda la zona industrial se está deshabilitando como tal y los solares que quedan libres se están dedicando a construir más edificios, previamente a haberles cambiado su calificación urbanística. Poco terreno, por no decir ninguno, para la construcción de zonas de servicios o para destinarlo a zonas verdes. Ya no digamos para vivienda social: un sueño de una noche de verano, como dirían algunos. En julio de 2023, Generalitat y Ayuntamiento firmaron un acuerdo para la promoción de 179 viviendas de alquiler asequible. Una cifra ridícula teniendo en cuenta la necesidad de la ciudad, aunque es la tónica general del Estado: un 2’5 por ciento de vivienda social.
A todo ello hay que sumar la prevista construcción de grandes edificios en la parte de Gran Vía Sud, en el patético aunque gran nombre que se le ha dado “plan Biopol”, con varios enormes edificios de entre 8 y 25 plantas.
Esta ciudad necesita, y no tiene, una preocupación social del todo evidente. Ya no digamos la necesidad a nivel urbanístico de esponjar la parte norte (barrios de Pubilla Casas y La Florida), un auténtico polvorín, y la más densa de la ciudad, no solo a nivel del Estado español sino también a nivel europeo. Ningún alcalde se ha planteado la reforma de esa parte de la ciudad, proyectando un plan de remodelación que debería ser similar al que se hizo en Ciutat Vella de Barcelona.
No se vislumbra que eso alguien lo pueda hacer, ni lo quiera hacer cuando es, sin ninguna duda, lo más necesario que tiene esta ciudad.