El Biopol, un engany

El passat 4 d’abril es va aprovar definitivament el Pla Director Urbanístic Biopol-Gran Via. Desprès d’anys de retard i de diferents processos judicials, entre ells un contenciós administratiu, impulsat pel grup municipal dels Comuns que va donar com a resultat l’anul·lació de ple dret del projecte inicial. 

El PDU Biopol es una nova versió del PDU Gran Via-Llobregat, i malgrat que s’ha intentat donar un rentat de cara al projecte amb el canvi de nom, ambdós projectes tenen l’objectiu, i així s’ha especificat als mitjans de comunicació, de requalificar urbanísticament 96 hectàrees de sòl en els terrenys situats al sud de la Gran Via.

Aquesta requalificació s’ha venut com una gran oportunitat per a la ciutat de L’Hospitalet. Per una banda, l’impuls del clúster biomèdic suposaria per la seva situació, i la proximitat amb la Universitat de Barcelona i l’Hospital de Bellvitge, un reclam per a empreses del sector de la biomedicina i les ciències de la salut. Però quan hem preguntat si s’han mantingut converses o quin es el pla de desenvolupament per tal d’impulsar aquest clúster, no hi ha hagut resposta. Sembla evident, que aquest no és el seu objectiu principal. 

Per altre banda, també s’ha anunciat que s’incorporen les demandes dels grups polítics de l’oposició. Es mantindrà l’ús agrícola de les terres de Cal Trabal, s’ha anunciat el soterrament de la Gran Via, i també la rehabilitació de les masies catalogades de Cal Trabal, Cal Masover Nou i la Torre Gran, que passaran a titularitat municipal com a equipaments. 

Però tot i que alguns partits han sortit públicament a celebrar-ho, segons declaracions del director del Consorci per la Reforma de la Gran Via, Raul Albarín a Lhdigital, ni Cal Trabal serà espai agrícola, ni tampoc s’incorporarà al Parc Agrari.

I seguim: tampoc es soterrarà la Gran Via. Això ho saben des de fa temps, ja que la inundabilitat del terreny implica una dificultat afegida que complica l’obra. I ja veurem que passa amb les masies. 

La conclusió de tot plegat, es que seguim sent la ciutat amb menys zona verda de Catalunya, tenim barris amb la major densitat poblacional d’Europa, que estem deixant perdre el nostre patrimoni, que ens falten equipaments per la ciutat, i tot i així, embarguem el 8% del terreny de la ciutat per a fer oficines i hotels, amb falses promeses de millores per a la ciutadania i creixement econòmic, fum.

Com vam aprendre del moviment veïnal del tardofranquisme, amb el moviment de No Més Blocs, cal lluitar per l’espai, perquè el terreny construït és espai perdut, tant per la pèrdua de zones verdes, que son sinònim de salut, com per l’ús comunitari per a la vida de les veïnes de L’Hospitalet. I es una pèrdua per sempre més.

Laura Alzamora

Regidora de L’Hospitalet En Comú-Podem

¿Dónde los abandonamos?

Guillermo Martín Urquizu

Podría preguntarme cuándo, pero me parece más pertinente dónde. De repente una élite de izquierdas, con estudios universitarios, dejamos de mirar a los currantes, al trabajador de siempre, del siglo XX, nos engolamos de pedantería y dejamos a la clase trabajadora mirando a la nada, y eso es mirar a la extrema derecha.

¿Dónde está esa parte de nuestra sociedad? En la extrema derecha. La izquierda ya no es obrera, es intelectual y pija.

Tengo un hijo de 32 años que siempre quiso ser mecánico. Lleva trabajando en la misma empresa desde los 18. Es un obrero de los de antes y su perfil político está en la izquierda porque lo ha mamado en casa, pero ronda el borde. Sus compañeros vierten hacia la extrema derecha. Lo que ven en la izquierda son niños pijos con una labia compleja que no comprenden. Y el discurso de la derecha es simple, claro y facilón.

La izquierda que quería una educación transversal, inclusiva  y que diera oportunidades  a toda la sociedad ha resbalado y se ha dado una hostia importante. Nos hemos mirado el ombligo y los hemos dejado en las dulces manos del odio. Que es más sencillo.

Los sindicatos han abandonado. Son una herramienta más del sistema, dentro  de la cual se vive en un confort calentito y agradable.

Entre sindicatos inoperantes y pijos con estudios superiores, parece que el futuro es como las camisas de los fascistas, negro.

CIES

Quiero comenzar esta reflexión dejando absolutamente clara mi posición totalmente favorable a CIES. No, no se trata de los Centros de Internamiento de Extranjeros. Es otro CIES.

Podríamos empezar cerrando o dignificando esos CIES que vejan a personas que, desde sus miedos o sus miserias, creyeron ver una luz en nuestros privilegiados países, y esa luz apenas ilumina una lóbrega caverna.

Podríamos dedicar, de una vez por todas, el esfuerzo económico y social a ese CIES del que quiero hablar. Los cuatro pilares básicos que, según mi opinión, mejoran una civilización y la hacen avanzar. Podría haberlo llamado SEIC, EICS, ICSE, ECIS, IECS, ECSI, SIEC, CEIS, SICE, SECI, CISE, CESI, ICES, IESC, ISCE, ISEC, EISC, ESIC, ESCI, SCIE, SCEI y dos variantes más impronunciables. Todo es fruto de la combinatoria, cuatro elementos tomados de cuatro en cuatro da veinticuatro, y como también me apetecía tocar los huevos con esos CIES llenos de inmigrantes maltratados, elegí la opción CIES: Cultura, Investigación, Educación y Sanidad.

Seamos realistas, entre borbones, el gallego y el turismo como centro de la economía, este país lleva siglos siendo un páramo autocomplaciente gracias a sus rarezas. Rarezas son aquellos que han deslumbrado entre la mediocridad y la dejadez del Estado: Ramón y Cajal que, como todo el mundo sabe, eran dos, Rosalía de Castro, que tenía un palacio en Galicia, Federico García Lorca, que a gritos pidió que lo asesinaran, María de Maeztu, Josep Trueta… Y sí, una larguísima lista que parece legión pero no son nada más que fogonazos en medio de un erial. De un país que no ha sabido, o no ha querido, coser ese CIES al tejido de un pueblo, con una estructura sólida y firme. Una estructura transversal, asentada, entendida y cuajada entre los paisanos.

Y, sí, eso cuesta dinero. Y, sí, ese dinero lo han de poner los que acumulan por encima de sus necesidades. Y, sí, se llama “impuesto” y redistribución. Y, sí, esa inversión vuelve a la comunidad con creces. No solo da el retorno para una mejor investigación, mejor cultura, mejor sanidad y mejor educación. El retorno de ese compromiso con CIES permite acoger dignamente a los huidos y escapados de conflictos duros de los que no somos del todo inocentes, y sacarlos de los CIES.

A ver si dejamos de ser, por fin, un país de charango y pandereta. Y no niego que hayamos avanzado, pero subiéndonos en el ladrillo y cayendo de morros, surfeando el turismo sin coger ni una ola y mirando al sol con una sonrisa boba.

Guillermo Martín Urquizu

El gilipollas

Es muy probable que ya sea un señor mayor. Más que probable, con 62 años, es una realidad. Aunque creo que mi capacidad de curiosidad y asombro tiene todavía diez años.

Estoy sorprendido por la actitud de los usuarios de patinetes eléctricos y, más aún, por la nula respuesta del ayuntamiento.

Cosas de la vida, ahora trabajo de conserje en una escuela de L’Hospitalet de Llobregat. En mis funciones está la de abrir puertas y, después cerrarlas, cuando los alumnos entran por la mañana, y cuando salen a comer a mediodía, luego cuando entran y, por fin, cuando se van a casa habiendo concluido la jornada.

Anteayer, un 20 de abril, en un tramo peatonal de la calle Francia, hacia el número 80, entre niños y padres que llevaban a sus hijos a la escuela, apareció un patinete, de esos con sillín, haciendo el idiota a una velocidad imprudente y conducido por un niño, alumno de la escuela, y llevando a un compañero de pasajero. ¡Cómo se reían!

Idiota de mí, se me ocurrió decirle que no podía hacer eso. Mi padre me deja, respondió. A los dos minutos apareció el padre. Idiota de mí le dije al padre que no podía dejar a su hijo conducir aquel patinete. El padre rio. Pues lo lleva de puta madre, dijo mirándome con desdén, ¿Y qué van a hacer? Ponerme una multa, siguió riendo, le dio un beso a su hijo, se giró y se fue con el patinete.

Yo debo de ser gilipollas, entra dentro de lo probable, pero me dirigí a Ferrán, el TIS de la escuela, No sabía lo que era, pero es un técnico de integración social, y le comenté lo sucedido. Como debo de ser gilipollas me sorprendí por su respuesta: lo que ocurre de puertas afuera no nos concierne.

Al ser, creo, gilipollas, siempre pensé que la educación es una disciplina que integra todo el entorno del niño. Se ve que no. Que de puertas afuera que les den. Que si tienes padres idiotas, Que no es un insulto sino un adjetivo, allá tú.

¿Y qué pasa con la normativa para patinetes eléctricos? ¿Y con su seguimiento?

Hoy, día 22 de abril, ha vuelto a pasar lo mismo.

Guillermo Martín Urquizu

Yo quiero ser inmortal

19 de enero, 2021

Sé que es complicado, pero mi objetivo es ser inmortal. Da igual la manera, con cuerpo físico o  solo una mente consciente, o bien una nube flotando entre galaxias que sea Yo. Da igual, quiero ser inmortal. ¿Por qué? Por cotilla. Unos lo llaman ego, otros, curiosidad. No. Es cotilleo puro. Quiero ser inmortal para saber cómo acaba todo esto. Como acaba el planeta y como acaba el universo.

Ya sabéis que no creo en dioses ni en diablos. Tenemos lo que tenemos y somos una anécdota en una singularidad. No hay nada antes del nacimiento ni después de la muerte, pero durante ese tránsito me gusta pensar que quizás mi Yo pueda ser inmortal y contemplar dónde va todo esto. Soy como la Eufemia de mi pueblo, un cotilla profesional, una vieja del visillo.

Guillermo Martín Urquizu

Mi responsabilidad ante lo que vemos

4 de enero, 2021

Terminó el 2020 pero no terminó el problema…

Hemos vivido un período intenso, novedoso, angustioso a nivel íntimo, familiar y a nivel general, como especie… acabamos una medida de nuestro tiempo, un año… pero no se acabó la pandemia.

En otras crisis de nuestra especie lo característico fue “el paso al acto” (liarnos a tiros y a cañonazos). En esta ocasión nos tuvimos que parar… quedarnos en nuestros refugios… las bombas no caían del cielo, las mortíferas balas no procedían de la trinchera enemiga… todo era fuego amigo… invisible, silencioso… te enterabas de su presencia cuando el virus ya llevaba varios días contigo… se había adueñado de partes de tu cuerpo para crecer…  

En el cielo había pájaros, el resto de animales paseaban despreocupados y exploraban  el territorio que ocupamos sin miramientos, las plantas florecieron como nunca, el aire estaba limpio para ellas y podían respirar mejor. Por el aire compartido con otros miembros de nuestra especie nos llegaba el mortífero enemigo… el covid-19.

Estamos viviendo una crisis importante, estamos en una gran encrucijada de la humanidad, pero ya que el covid nos ha parado… no nos paralicemos, no nos bloqueemos… pensemos… o vamos a seguir huyendo hacia adelante…

En mi opinión, merece la pena que pensemos…

El virus nos ataca con más violencia cuantos más años tenemos. Como sociedad admiramos la juventud y fantaseamos con ser eternamente jóvenes, y lo cierto es que envejecemos y como básicamente lo que hemos hecho con el progreso es poner años a la vida… nos recluimos, en el mejor de los casos. En la inmensa mayoría de ocasiones recluimos a la ancianidad en una especie de internados donde escondemos cómo se deterioran los cuerpos… también los nuestros. 

Antes de llegar ahí ¿no deberíamos poder pensar si queremos vivir esa experiencia en esas condiciones…? Nos llenamos la boca de palabras huecas, proyectando nuestra responsabilidad individual en la sociedad, en los políticos, etc…

Como si no fuese responsabilidad de cada uno de nosotros lo que pasa en la sociedad de la que formamos parte… Pertenecer a un grupo no nos resta ni un ápice de responsabilidad individual. Los gobiernos locales, autonómicos, nacionales… están formados por personas que representan a distintos grupos sociales… Nos quejamos del guirigay que hay entre los parlamentarios, como si la realidad no fuese un fiel reflejo de mi, de nosotros, de ti, de vosotros, de él, de ellos. Dejemos de hacer ruido, y ahora que el covid nos ha parado, aprovechemos para pensar.

¿Qué vamos a hacer frente a los retos que tenemos como sociedad, como humanidad?

¿Qué hacemos con nuestras basuras?

¿Cómo nos vamos a enfrentar al cambio climático?

¿Cómo le haremos frente a esta pandemia y a las que están por venir?

¿Cómo nos enfrentamos a nuestra ancianidad?

Insisto y concluyo. Lo que quiero decir con mi insistencia de que PENSEMOS, es que por una vez no salgamos despavoridos corriendo hacia nuestros repetidos errores. Pensemos en primera persona del singular. Qué es lo que yo debo hacer. Y tomar decisiones desde mi espacio de responsabilidad individual para cambiar mi forma de relación con mi entorno natural. El planeta, los recursos naturales, son el espacio vital de mi especie y el de otras muchas. ¿Qué tengo que hacer para poder convivir respetando las necesidades de todos…?

Estoy obligada, estamos obligados a posicionarnos sobre qué hacemos y cómo utilizamos los recursos naturales.

Qué hago, qué hacemos para revertir el cambio climático. 

Dónde sitúo, dónde situamos la declaración de derechos humanos en mis relaciones con el resto de seres humanos.

Cómo me organizo, cómo nos organizamos.

Quién me representa, quién nos representa.

Asumo la responsabilidad social de los actos sociales de quien me representa y en consecuencia asumo que están ahí, en el consistorio, en el Parlamento, en el gobierno porque yo, tó, él, nosotros, vosotros y ellos los pusimos. Y si nos abruman, nos avergüenzan… es responsabilidad mía, de mi grupo íntimo, de mi comunidad… mantenerlos o cambiarlos.

Pensemos, tomemos decisiones y hagámonos responsables de las consecuencias que derivan de ellas. No son solo los otros los que se equivocan y cometen errores. Yo también los cometo y además son los únicos que puedo y debo corregir. No puedo seguir dejando pasar mi vida viendo como los otros cometen fallos en las cosas que emprenden y yo tener mi vida, mi entorno hecho unos zorros…  ocupémonos de aquello que está a nuestro alcance. Ocupémonos de que lo que hacemos, sea como nosotros queremos que lo hagan los otros…

Buenas noches y buena suerte. 

Ana M. Rodríguez

Epidemias

11 de diciembre, 2020

Antes de la COVID-19 disfrutábamos de aquella antigua normalidad. No, no es cierto, antigua sí, pero normalidad ni por asomo. Ya estábamos enfangados en el cambio climático, la ultraderecha aprovechaba la mediocridad e ineficacia de los poderes públicos para medrar y aparecía una nueva epidemia. Sí, antes de la pandemia apareció una epidemia, no tan grave, ni mucho menos; infinitamente menor, pero a la que, al menos en L’Hospitalet, no se le han prestado los mecanismos necesarios para su regulación. La epidemia del patinete eléctrico.

Van por la calzada a toda velocidad, de repente se suben a la acera a la misma velocidad, da igual el ancho de la acera, tú, como peatón te apartas; el centro de cualquier superficie es su zona de confort. Ves patinetes portando personas de cualquier edad, solos, en parejas o con niños agarrados al mástil. He visto una madre con dos niños, he visto tres adolescentes, he visto un trabajador con una enorme caja de herramientas dando un ancho de casi un metro. Espero que todo esto se diluya como lágrimas en la lluvia.

Sé que la Guardia Urbana denuncia y multa cuando se lo ponen blanco y en botella, pero no hay manera de controlar una ciudad como esta. A mí, que salgo poco, me han estado a punto de atropellar dos veces por descuido o negligencia de los usuarios, una al doblar una esquina y encontrarme con un patinete a toda velocidad, otra al coincidir, en el mismo punto de una acera estrecha, mi paseo tranquilo con el cruce de dos patinetes en sentido contrario. Hace dos días hubo una tercera ocasión, esta, a mala leche. Un tipo de unos veinte años circulaba a toda velocidad por la calzada de la remodelada calzada de la calle Leonardo da Vinci, en ese tramo de unos doscientos metros solo estábamos él y yo. Al verme se subió a la acera y me enfiló mientras se reía. 

¿Cómo un vehículo que alcanza los treinta quilómetros por hora y es insonoro puede circular por la calzada, por la acera y por los carriles para bicicletas, por donde le dé la gana? ¿Puede un ciclomotor circular por todos esos sitios, o solo por la calzada? ¿Puedo circular con mi coche por la acera para evitar atascos? 

El 13 de enero de 2020 se publicó un artículo en el que se detallaba una prueba piloto de la Guardia Urbana para controlar a estos vehículos en Collblanc y la Torrassa, con el fin de informar y sancionar a aquellos usuarios de patinetes que circularan por las aceras y con un solo usuario. Estamos en diciembre de 2020. El patinete sigue igual.

Guillermo Martín Urquizu

Una pandèmia que afecta a tothom, però no a tothom per igual

Membres de l’Associació Educativa Itaca/ Font: @associacio.itaca (Facebook)

Lídia González, subdirectora de l’Associació Educativa Itaca

21 de novembre, 2020

Si la situació provocada per la covid fos una metàfora i ens trobéssim al mig del mar, la societat estaria ara mateix patint el cop de la segona onada (gegant) que està provocant que moltes persones, estiguin a la deriva, nedant a contracorrent o subjectes per un flotador fràgil… algunes d’aquestes persones aconseguiran mantenir-se dalt d’un vaixell que ja trontolla o arribaran a terra ferma amb molt d’esforç o trobaran un vaixell tripulat per algun familiar i/o amic o amiga.

Volem parlar d’aquestes persones però també d’aquelles famílies, les quals abans de començar aquesta situació de pandèmia, ja eren a la deriva, sense vaixell, ni bots, ni flotador ni vaixells d’amic als quals pujar. Si abans de tot això ja estaven en aquesta situació, quin és ara el seu dia a dia?

Són moltes les famílies en situació de precarietat al barri de Collblanc La Torrassa, aquestes famílies abans de la pandèmia ja es trobaven en situacions molt complexes; la seva situació d’irregularitat no els permet tenir contractes regularitzats, el seu dia a dia depèn de si aquell dia treballen o no, literalment treballar un dia o no fer-ho vol dir menjar o no menjar.

Durant el confinament totes aquestes famílies es van quedar amb zero ingressos, el que vol dir que havien de dependre dels bancs d’aliments, saturats on les llistes d’espera superaven el mes.

Aquestes mateixes famílies per la seva situació administrativa viuen, en moltes ocasions pagant el lloguer d’una habitació, en pisos sobre ocupats ja que no poden accedir a contractes de lloguer, o bé perquè no els poden pagar, o bé perquè ningú els hi vol fer el contracte. Aquesta situació, va comportar i comporta encara, l’expulsió d’aquestes persones dels pisos.

Els pisos sobre ocupats, comporten a més a més, situacions d’angoixa en relació amb la transmissió del virus, si un membre de la habitatge era positiu fàcilment i ràpidament s’estenia a la resta d’habitants.

Una altra de les problemàtiques, que es torna a repetir ara, és la cura de menors, quan una família, una mare que no té xarxa de suport ha d’anar a treballar, amb qui es queda el seu fill o filla?, que passa quan no pots escollir quedar-te a casa o fer teletreball? Moltes famílies no poden escollir i no tenen alternatives. Això torna a passar ara, quan els nens i nenes són confinats per positius en els seus grups bombolla.

L’angoixa d’aquestes famílies ha anat augmentant i encara no hi ha pausa, els deutes han anat augmentant i seguiran augmentant, perquè moltes economies familiars encara no s’han reactivat, i quan ho facin, si és que ho fan, els sous precaris moltes vegades no arriben ni per pagar el lloguer.

Un dels fets que més ens preocupa és la salut mental de les famílies, les persones adultes per una banda i els i les menors per l’altre. Fa molts mesos que són sotmesos a una incertesa, una ansietat que no minva, que no té treva, una ansietat que augmenta, a la vegada que augmenten els deutes, les problemàtiques i que disminueixen les oportunitats laborals. No hi ha consol ni lloc (família, amistats, administració…) a on aferrar-se.

Hem pogut observar al llarg d’aquests mesos com els nens i nenes, i sobretot els i les joves perdien aquesta part de relació tan important, la part del joc, del contacte de compartir…i no només estan perdent aquesta part social sinó que la part acadèmica està sent molt i molt complexa.

Sembla que la solució per poder seguir el ritme i el rendiment acadèmic passa per l’ús de dispositius electrònics, per fer classes a distància, però aquest fet, a part d’esborrar la part relacional (imprescindible per tantes coses, com per exemple el benestar emocional), deixa, de nou, una part de la població en un desequilibri d’equitat exagerat respecte l’altre part de la societat; no tots els infants disposen de dispositius per seguir les classes, o de connexió a internet. No totes les famílies tenen el privilegi de dominar les eines tecnològiques, o disposen del temps necessari per acompanyar en aquestes tasques als seus fills i filles, no totes les famílies tenen la sort de poder fer teletreball, d’entendre l’idioma o de disposar dels coneixements necessaris dels continguts de les assignatures.

On són tots els dispositius que es van prometre abans de l’estiu des de l’administració? Encara no han arribat… i ara ens trobem amb un dia a dia en el que constantment s’estan confinant grups bombolla, tothom sabia que a l’octubre hi hauria un rebrot, que això passaria, però ningú s’ha anticipat a cobrir aquesta necessitat, de fet ja ni se’n parla. 

La ironia de tot això, és que la majoria de famílies que es troben en aquestes situacions dures i complexes, són les mateixes persones que es dediquen a la cura de la resta de la societat, la majoria de feines que ocupen estan relacionades amb tasques de cura; cura de gent gran, neteges dels hospitals, centres educatius, cura de menors… Les mateixes persones que cuiden de la resta de la societat a la vegada són les mateixes que per la mateixa societat són excloses i literalment aïllades; queden fora de les prestacions econòmiques, se les expulsa dels habitatges… se’ls neguen els drets bàsics i la dignitat.

Volem fer constar, que moltes entitats com la nostra, socials i de base, en moltes ocasions arraigades als territoris, van haver de fer grans inversions durant el confinament, per poder, per exemple, subministrar aliments a famílies que literalment no en tenien, per poder assessorar en matèria de lleis, de prestacions, de normatives… per poder adquirir dispositius electrònics… les entitats del tercer sector han sostingut, més que mai i durant mesos el que l’administració no donava a l’abats per cobrir. Comencem a ressentir-nos econòmicament (i mentalment). Les ajudes que es plantegen per entitats que estem a la trinxera, als barris, són insuficients, és evident que les administracions no sempre són conscients del valor social i capital d’aquestes entitats, de la tasca que fem i de totes aquelles accions que permeten esponjar als serveis municipals que haurien de donar resposta a una quantitat tan gran de necessitats emergents de les famílies que els és inassolible.

No se’ns mira; dues setmanes més tard de començar la nostra activitat encara no disposaven de protocols específics contra la COVID, un servei que precisament concilia la vida familiar i laboral de famílies en situació precària, un servei que està contemplat dins una llei de serveis socials com és en aquest cas, el Centre Obert.

El mar encara no està en calma, ni tan sols podem saber quan sortirà el sol, els recursos socials i econòmics, s’acaben i la possibilitat de generar-ne de nous cada vegada sembla més una utopia. Les entitats que sovint ens convertim en petites illes al mig d’aquest mar negre, seguim treballant per oferir un petit espai on agafar aire, però aquestes illes cada vegada són més petites i els recursos cada vegada més escassos.

Que passarà quan tantes i tantes persones comencin a quedar-se sense habitatges?, sense recursos?, com i quines seran les conseqüències en uns mesos, en uns anys d’aquests nens, nenes i joves, que ja partien des d’uns quants esglaons per sota respecte a altres infants pel que fa a oportunitats, i ara, s’han situat encara molt més a baix?

Per desgràcia tot això no ha acabat, de fet només acaba de començar, i no anticipar-se al que vindrà sabent que arribarà, és una responsabilitat per part de totes aquelles entitats, administracions i governs que tenen la potestat de canviar les coses.

Per part nostre, com sempre hem fet i no deixarem de fer, seguirem donant el millor de nosaltres, com sabem també, que ho farà tot el teixit associatiu, perquè entenem així la nostra raó de ser, ens fem càrrec com a institucions però també com a ciutadans i ciutadanes, de la coresponsabilitat que tenim, per intentar fer d’aquest barri, aquesta societat i aquest món, un lloc més just amb menys desigualtats. 

Seguirem remant en aquest immens mar, amb o sense veles.

Senyora alcaldessa prendrem mal o la ruïna de l’edifici Molí

Tomàs-Maria Porta i Calsina

21 d’octubre, 2020

Senyora alcaldessa és possible que vostè passegi molt per L’Hospitalet i jo no hagi tingut la sort, ni el plaer de veure-la mai pel meu barri, el barri de Sant Josep. Perdoni, no és cert: vaig coincidir amb vostè en el darrer míting que va fer el PSC-PSOE al Casal. Va venir acompanyada dels seus regidors, als que va anar escampant per taules per tal que la ciutadania hi pogués parlar, ens va dirigir quatre paraules que, en essència, van venir a dir que els del seu equip de govern no eren rucs i que mai no s’especularia amb el solar del Cosme Toda. Li asseguro que va ser un míting que em va impressionar i li ho dic sense gens d’ironia.

En línies generals, jo no discuteixo la seva gestió al capdavant de l’Ajuntament. . Si sumem això al fet que fan uns mítings autènticament personalitzats no m’estranya que tinguin majoria absoluta. Una altra cosa és que no m’entri al cap que gent que s’autoanomena progressista estigui en contra de l’autodeterminació del seu poble, però això són figues d’un altre paner, perquè aquí parlem de la seva gestió a L’Hospitalet.

Crec que vostès s’equivocarien si pensessin que, com que tenen majoria absoluta, ho fan tot bé. Que no els hi cal millorar en cap sentit. I que no tenen per què escoltar la ciutadania. Li posaré un exemple del dia del míting. Li volia plantejar un problema urbanístic a un dels seus regidors i, molt amablement, em va dir que em trucaria passades les eleccions. Com que passades les eleccions no em trucava, vaig trucar jo a l’Ajuntament i la secretària em va dir que prenia nota i que ja em trucaria. Aquest senyor -que potser resulta que fins i tot és un bon regidor- no ha trobat encara el moment per trucar-me. Aquesta pràctica me l’he trobat diverses vegades amb diversos regidors del seu equip: fan veure que t’escolten i que s’interessen per allò que els hi expliques però a l’hora de la veritat envien el problema que els hi has explicat a les escombraries del seu ordinador o del seu mòbil. Sembla que el missatge sigui: per què ens hem de preocupar amb vostè ciutadà-formiga si ja hem guanyat les eleccions?

Un tema que jo considero important i que jo he traslladat, en la meva condició de Conseller Municipal del Districte del Centre, a un responsable municipal, és la situació ruïnosa i perillosíssima en què es troba l’Edifici del Molí, just a tocar de la Biblioteca Tecla Sala i on, entre altres institucions, hi ha el Centre d’Estudis de L’Hospitalet. Permeti’m que li faci la pregunta d’una manera directa: no li cau la cara de vergonya en pensar-hi? No li tremola la consciència en pensar que en qualsevol moment hi pot haver un accident greu? Si hi fos, no se’n sentiria responsable? Sé que va anar a demanar diners als seus companys de Madrid i que potser li van prometre que sí, però l’Edifici està com està i, per tant, suposo que els diners no han arribat.

Miri, jo sé que el seu càrrec és complex -i ara que, a més és presidenta de la Diputació encara més- i també sé que l’Ajuntament ha de fer front a moltes despeses i que el pressupost és limitat. Però vostè i jo sabem que si aquest edifici, en comptes de ser de titularitat pública fos de titularitat privada, l’Ajuntament ja s’hauria mogut i hauria obligat el seu propietari a fer les obres pertinents per tal d’arreglar-lo. I això no és inadmissible. No pot ser que aprofitin la seva posició privilegiada per posar en risc la integritat física dels ciutadans ometent els seus deures. Senyora alcaldessa, no miri cap a una altra banda i solucioni el problema: tots plegats podríem prendre mal!

Juguetes rotos

El barrio de El Gornal en l’Hospitalet

29 de septiembre, 2020

Mi barrio es un barrio de amplias avenidas. Un barrio donde sales a la calle y puedes respirar sin mascarilla un cincuenta por ciento del tiempo, o con mascarilla en las tiendas, salvo en el ascensor cuando te tropiezas con la descerebrada del segundo y se enfrenta contigo porque tiene que meterse sí o sí aunque no se cumpla la distancia de seguridad, y la tienes que dejar fuera o salir tú porque te amenaza con denunciarte por violencia.

El Gornal nunca ha sido un barrio fácil. Pero es un barrio con sus enormes metros entre acera y acera, la labor social de mucha gente implicada y, aún con todos sus problemas, es un barrio diáfano, en el que hijos, padres, madres y abuelos campan con cierta alegría por sus espacios en estos tiempos de mascarillas, distancias e higienes. Siempre están los irresponsables, pero son menos peligrosos que en otros lugares.

Otra cosa es de puertas adentro. ¿De qué medios disponen muchas familias? Una gran cantidad van justas. Van justas de medios y de formación. Sus problemas son otros, no las redes, ni Internet, ni la cultura, ni la lectura. Sus problemas son de subsistencia. De puertas adentro estamos creando una infancia de juguetes rotos, de niños sin futuro.

Anoche estuve escuchando una bronca de muchos miembros de dos familias hasta las dos de la madrugada, sin distancias ni mascarillas, tres horas de gritos en la calle. El barrio del Gornal es quizás un problema menor mirando el plano de la ciudad.

La Florida, la Torrassa, el norte, calles estrechas, pisos compartidos por habitaciones. Se está creando una cicatriz social, pero no es el COVID.

El COVID es la lupa. Es un puñetero virus que se nos ha colado en casa, nos está matando y nos está restregando por la cara todo aquello que hemos abandonado y hemos renunciado a conservar desde la crisis del 2008 o antes.

No sé si es dejadez o estrategia, pero la Sanidad pública, llamémosla solidaria, ha sido la que a lo largo de la historia, nos ha ido sacando de pozos inmundos. La Educación pública, o solidaria, la que nos ha traído hasta aquí.

Por eso me preocupa la educación.

Conseguimos un ascensor social, con una educación pública, y poder aprovechar las capacidades de toda la población. Se creó una red universal. El espíritu crítico se hizo transversal. Lo he vivido en la universidad en la década de los  70 y 80 del pasado siglo. Todo eso hoy lo están tirando a la basura.

El virus es el virus. El resto se hace con dinero y no queremos caridad, queremos impuestos.

La educación no suele tener buen predicamento entre la clase dirigente, la sanidad tampoco. Sin educación es fácil adoctrinar. Llevamos miles de años en los que salvo pequeñas islas excepcionales, el sometimiento de la población se ha apoyado en la falta de formación.

Si no reaccionamos, dejaremos generaciones de juguetes rotos. Y a las malas los juguetes rotos no son simpáticos. Y Tienen sus razones.

Guillermo Martín Urquizu

GUILLERMO MARTÍN

Nací en Cáceres. Era 1958. Volví a Barcelona a los pocos meses. Dibujo y pinto desde los siete años. Dejé de escribir a los quince años gracias a un pésimo tutor que quiso apartarme de la biología. Aterricé en L’Hospitalet de Llobregat en 1983, después de conocer a una mujer que más tarde ha tenido el detalle de aguantarme hasta la fecha. Tras dejar la investigación, trabajé como técnico comercial en empresas del sector sanitario. Harto de la presión irracional por las cifras de ventas, cambié de sector. En 2011, la crisis me arrastró y he acabado trabajando, a ratos, para el ayuntamiento, recuperando mi vocación: la escritura, la pintura y  la ornitología.