Beatriz Cantero: “La violencia contra las mujeres no es una cuestión del ámbito privado”

Beatriz Cantero en las XIV Jornadas sobre Violencias Machistas y VIH en marzo de 2019.

Charla sobre violencia de género durante la “Setmana de la Solidaritat”

12 de diciembre, 2020

La irrupción de la pandemia ha llevado a 129.000 mujeres españolas a recurrir a líneas de atención contra la discriminación de género, denunciando el abuso de su propia pareja. Aun así, la emergencia provocada por el Covid no ha significado tanto un aumento de la violencia machista, sino más bien la visibilización de una situación que lleva tiempo sucediendo tras la puerta del domicilio. Estas fueron, entre otras, algunas de las preocupaciones manifestadas el pasado lunes 30 de noviembre, en la charla online contra la violencia de género, que tuvo lugar durante la programación de la Setmana de la Solidaritat. Este fue el último de un conjunto de actos telemáticos celebrados por la organización, que impulsa en l’Hospitalet l’Espai de Ciutadania. Con el título “No deixarem que el maltractament es confini a casa”, la periodista Montse Santolino y la activista Beatriz Cantero de Mujeres Pa’lante dieron voz al acto, dirigido a sensibilizar a la población acerca de la violencia sufrida por muchas mujeres durante los meses de confinamiento.

Este año han sido 41 las mujeres asesinadas por violencia machista. La crisis social derivada de la emergencia sanitaria, junto a la crisis económica y las restricciones de contacto con el exterior han supuesto una combinación clave ante la violencia de género, según recordó Montse Santolino. Aunque las denuncias no han crecido, ha habido un aumento del 60% en llamadas realizadas a líneas de atención, especialmente entre los meses de marzo y abril. En estas, la mayoría de mujeres declaraban sufrir violencia psicológica, y hasta un 40% testificaba la violencia física. Aun así, ha sido por el incremento de contactos vía online (es decir, a través de redes sociales y mail) donde se ha constatado la gravedad de esta situación. Asimismo, cabe mencionar la especial vulnerabilidad de las mujeres migradas, gran parte de las cuales se dedica al sector doméstico y de los cuidados, y que han sufrido una violencia mayor durante los meses de pandemia. 

La activista Beatriz Cantero, que es además bioquímica y especialista en diferentes temas sobre género y ciencia, recordó que “la violencia contra las mujeres no es una cuestión del ámbito privado”, si no que “se manifiesta como el símbolo más brutal de la desigualdad en la sociedad”. Por tanto, es importante conocer que la opresión de la que se habla no es un sinónimo de violencia directa: se trata de una estructura transversal de violencia implícita, que no solamente abraza el ámbito de la  pareja, sino también el institucional, el laboral y el comunitario. Las condiciones de nacer con sexo femenino o masculino son determinantes, porque es a partir de estas donde se asignan (de manera predeterminada) los roles de género, constituyendo una estructura de opresión. Es así como se han formado sesgos en la percepción del género, que suponen una inclinación de predilección errónea hacia el género femenino en este caso. A modo de ejemplo, la visión androcéntrica que existe sobre la población, significa que las categorías y los conceptos de estudio aplicados en la sociedad no tengan perspectiva de género, de modo que se favorece el uso de contenidos sexistas en estudios de población, así como la ausencia de mecanismos legales que puedan proteger a la mujer. El resultado es un sistema de vasta desigualdad, que va desde el ámbito de la salud, donde se mide erróneamente el impacto de las enfermedades en función del género, hasta la normalización de expresiones sexistas, como el hecho preguntar a una mujer si trabaja por aburrimiento o por necesidad.

En relación a esto, la ponente Bea Cantero manifestó que existen buenos profesionales en la materia, pero que el sistema actual carece de una regulación pertinente y que dé una respuesta efectiva al problema. Además, la activista sostuvo que la actual Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, pese a ser pionera en España, no es completamente resolutiva, puesto que solo analiza la violencia en el espectro de la relación sentimental. De este modo, se obvian las demás áreas y situaciones donde entra en juego la discriminación de género, como es el acoso callejero, así como también los actos que atañen a las formas invisibles de violencia, entre los que se encuentra el humor y el lenguaje sexista y los micromachismos. 

En cuanto a la violencia de género en el ámbito de la pareja, que ha sido la más denunciada durante los meses de confinamiento domiciliario, Bea Cantero expuso la necesidad de remitirse a las causas primarias, que radican en una idea del amor romántico y utópico. Esta idea, culturalmente muy extendida, se basa en una educación errada en materia interpersonal, donde se muestran concepciones irreales de relaciones sentimentales y se promueven mitos como el de pensar que el amor verdadero duele. De esta forma, se fomentan relaciones donde hay un carácter de dominación y de dependencia grandes, suscitando la violencia psicológica. Esto puede ser realmente peligroso para una mujer, puesto que resulta difícil de ver a simple vista, y por ende, también de erradicar. De acuerdo a un estudio de psicología social realizado en la Universidad de Barcelona, es difícil para las mujeres maltratadas interrumpir sus relaciones, porque deben percibir que tienen los medios y el apoyo social e institucional necesarios para dar el paso, por lo que se tarda un promedio de 5 años en pedir ayuda. 

Es por esto que las relaciones deberían basarse en una ética de cuidados, donde haya una interdependencia de afecto y donde las diferencias sirvan para enriquecerse, y no para someter. Aunque hoy en día está más aceptada la idea de la igualdad y la corresponsabilidad en el ámbito doméstico y de pareja, sobre todo entre las mujeres más jóvenes, sigue siendo necesario replantear este modelo de relación y construir un pacto más igualitario, según afirmó la ponente. Es sustancial que desde el exterior se den respuestas comunitarias y de solidarización ante los casos de violencia. Desde la asociación de mujeres migradas Mujeres Pa’lante, que forma parte de una plataforma unitaria contra las violencias de género en Cataluña, se realizan cursos de prevención y acompañamiento contra estas violencias.

Por otra parte, Bea Cantero hizo hincapié en la especial situación de las mujeres migrantes, muchas de las cuales además se ven afectadas por la violencia institucional, ya que el sistema no proporciona ninguna ayuda a las situaciones de emergencia que muchas viven. La Ley de Extranjería, que limita los recursos estatales para personas migrantes no consideradas ciudadanas, o los centros de internamiento para extranjeros, donde se da el abuso sexual y físico sin restricción, son ejemplos de ello. Paralelamente, es necesario terminar con el mito de que la violencia de género ocurre más entre personas migrantes. Los últimos datos señalan que hasta el 40% de denuncias por violencia machista provienen de parejas mixtas, en las que la víctima es migrante, mientras el agresor es de nacionalidad española.

Por Patti Elias

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