
ENTREVISTA A ÁNGELES PARRA, PRESIDENTA DE LA ASOCIACIÓN VIDA SANA Y DIRECTORA DE LA FERIA BIOCULTURA
BioCultura lleva cuarenta años de activismo en Madrid. En Cataluña son tres décadas de celebración de la feria por excelencia de la producción ecológica y el consumo responsable, y este año aterriza en l’Hospitalet, en La Farga, un recinto que la organización considera mejor comunicado que el Palau Sant Jordi de Montjuïc, donde hasta ahora se celebraba. Ángeles Parra, presidenta de la asociación Vida Sana y directora de la feria BioCultura, advierte en esta entrevista de la obscenidad de producir con obsolescencia programada, del peligro psicológico que provoca entre nuestros jóvenes el consumismo desbocado y de que “ahora que lo ecológico está de moda y la sostenibilidad vende, hay mucha confusión y es más fácil comprar un producto creyendo que es ecológico cuando en realidad no lo es”.
Tras tres décadas celebrándose en el Palau Sant Jordi, BioCultura se traslada este año a La Farga de L’Hospitalet, un espacio que para la organización está mejor conectado para la ciudadanía. Parece que el cambio le ha sentado bien a la feria, que celebrará su edición 31 los próximos días 29, 30, 31 mayo y 1 junio, ya que bastante tiempo antes de abrir las puertas, todo el espacio expositivo ya está adjudicado y reservado. Todo apunta a que será una gran feria: reunirá en l’Hospitalet a unos 400 expositores dedicados a los sectores de alimentación bio, cosmética ecológica, moda sostenible, casa sana, turismo responsable, energías renovables, movilidad sostenible, artesanías y ONG’s. Paralelamente a la exposición, también se celebrarán más de 300 actividades y se esperan unos 50.000 visitantes.
Mucho ha llovido desde los orígenes de BioCultura a finales del siglo pasado, cuando mucha gente tachaba a los promotores de la feria por excelencia de la producción ecológica y el consumo responsable de “iluminados”, cuando no “locos”. Ángeles Parra era una de esas “locas” que empezaron a hablar hace 40 años de la emergencia climática y de la amenaza de una sexta extinción si la humanidad no dejaba de consumir desbocadamente. El tiempo le ha dado la razón. Hablamos con ella del sector de producción ecológica, del consumo y la sostenibilidad y de la filosofía humanista que respalda a quienes persiguen una vida más sana para sus familias y para el planeta Tierra.
El Informe Anual 2024. Consumo y Producción Ecológicos de Ecovalia muestra un crecimiento del 6,2% del mercado ecológico en España respecto al anterior año. Cataluña es en este sentido una de las comunidades que más destaca en consumo bio. ¿Cree que estos datos son positivos y que esta tendencia ascendente continuará de cara al año 2030?
Eso es lo que esperamos. Todavía estamos muy lejos del consumo de otros países europeos, algunos tan cercanos y parecidos a Cataluña como Francia. Así que hay mucho recorrido. Pero también mucho trabajo por hacer, porque cuando lo ecológico no estaba de moda, todo estaba más claro. Ahora que la sostenibilidad vende, hay mucha confusión y es más fácil comprar un producto creyendo que es ecológico cuando en realidad no lo es.
¿El precio de los productos ecológicos es más estable frente a la inflación?
El precio de los productos ecológicos es más real y la inflación de los productos ecológicos tiene picos significativamente menores que los convencionales. Además, si compramos productos locales y a través de cooperativas de consumidores o directamente a productores, el precio está menos influenciado de las fluctuaciones del mercado mundial. Los productos ecológicos suelen ser más caros (no siempre es así) porque incluyen en su coste valores ambientales y sociales que no tiene en cuenta la producción convencional.
Algunos expertos señalan que las circunstancias económicas individuales, condicionadas por factores externos como el alto precio de la vivienda y la inflación en la cesta de la compra, pueden provocar que un consumidor concienciado acabe priorizando la adquisición de productos más baratos y no sostenibles. ¿Qué peso diría que tienen estas variables en el reto de constituir una sociedad más sostenible?
El problema de la vivienda es muy grande en nuestro país y es verdad que hay familias que destinan una gran parte de sus ingresos a pagarla. Por eso no podemos responsabilizar a las personas exclusivamente en el cambio de modelo a una producción de alimentos ecológicos. La compra verde, por ejemplo, juega un papel clave. La ciudadanía debería encontrar alimentos ecológicos en los comedores escolares, en los hospitales o en los comedores sociales. Además, los recursos que destina la administración para alimentar a las personas más necesitadas deberían destinarse a alimentos ecológicos y de proximidad. El impacto sobre la salud de una mala alimentación debería ser motivo suficiente para hacer actuar a las administraciones ya que a largo plazo va a suponer un coste mucho mayor en sanidad.
El concepto de sostenibilidad va muy ligado a un uso responsable del producto, que choca directamente con la dinámica actual del consumo rápido. ¿Cree que existe alguna forma de terminar con la cultura de “usar y tirar”?
Solo con voluntad política. Mientras lo más fácil y barato sea usar y tirar, pocas personas van a hacer el esfuerzo en cambiar. Prohibir la obsolescencia programada es una de las formas. Si te paras a pensar, es una obscenidad que una empresa fabrique un producto sabiendo que va a tener una vida limitada, con el único fin de seguir vendiendo, con el problema de residuos que tenemos actualmente. También se necesita mucha educación para que las personas dejemos de creer que consumir es lo único que nos puede dar la felicidad. En eso, las redes sociales y los famosos influencers están haciendo mucho daño a nuestros jóvenes. Y ya lo estamos pagando con el aumento exponencial de los problemas psicológicos y las enfermedades mentales.
Cataluña es una de las comunidades autónomas con mayor aplicación de la agricultura ecológica (según datos del 2022, Cataluña tenía un 9% de superficie ecológica). ¿Tiene algún dato respecto a esta aplicación en l’Hospitalet y la comarca del Baix Llobregat?
En 2023, en el Baix Llobregat había 148 operadores inscritos en el Consell Català de la Producció Ecològica. De los cuales, son 53 productores, 59 empresas dedicadas a la elaboración y 36 comercializadores. Hay un total de 930 ha destinadas a la agricultura ecológica. En general son pequeñas parcelas dedicadas a la huerta, a los frutales y la viña. Y hay una única ganadería de cabras en El Prat de Llobregat. En la producción ecológica vemos traducido el carácter económico de la comarca con una mayor dedicación a la elaboración y la comercialización.
¿Es cierto que la agricultura ecológica es más cara, debido a un coste de producción mayor y menor productividad? En ese caso, ¿la agricultura ecológica podría enfrentarse a una lucha doble, al competir no solo con productores convencionales, sino también con la aplicación inefectiva de la Ley de Cadena Alimentaria, que está beneficiando a las distribuidoras y perjudicando a los productores? ¿Cómo puede avanzar la agricultura sostenible y lograr el objetivo de poner la alimentación ecológica al alcance de todos?
Es difícil que la producción ecológica pueda competir repitiendo el modelo de cadena alimentaria del sector convencional. Y en realidad esa idea no estuvo nunca en el origen del consumo ecológico. La alternativa no ha de ser solo en la calidad de los productos, si no en las relaciones entre las personas productoras y consumidoras. Por eso se buscan vías alternativas como las cooperativas de consumidores o la compra directa al productor. La moda de comprar cestas de verdura que te llevaban a casa nació con la producción ecológica. Hay que seguir explorando otras vías para que los productos ecológicos lleguen a buen precio al consumidor a la vez que permiten vivir con dignidad a los productores.
La Unión Europea señala que para 2030 debería lograrse una gestión ecológica de los deshechos derivados de la producción y reducir su liberación a la atmósfera, el agua y el suelo. También se fijan unas cuotas de reutilización de residuos muy concretas (un 80% del papel y cartón, un 70% de los envases, un 75% de vidrio…) y se apunta que el desperdicio de alimentos deberá reducirse en un 50% para 2050. ¿Cree que es viable lograr todos estos objetivos de cara al año 2030 en Cataluña, l’Hospitalet y el Baix Llobregat?
No soy experta en gestión de residuos, pero me parece todo muy utópico. Ni siquiera sabemos si los datos oficiales que nos dan sobre el reciclaje son reales. Algunas entidades como Greenpeace han denunciado que las empresas encargadas de reciclar nos engañan. Así que lo veo muy difícil si no hay un cambio profundo en los sistemas de recogida de residuos y de su posterior reciclaje. Además, los envases alternativos al plástico, con nuevos materiales difíciles de reciclar y compostar con la tecnología actual, todavía han complicado más las cosas. La única forma es dejar de generar residuos: comprar a granel, reutilizar, reparar, optar por envases familiares, etc.
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