Isa García: “L’Hospitalet es un espacio en el que se está muy bien para hacer slam, porque es una experiencia totalmente distinta”

Isa García interpretando delante de un micrófono.

Isa García es slammer desde 2013, co-organizadora de Slam Poetry Santako y presidenta de la federación de Poetry slam España, además de fundadora y docente en Llàurea-Academia de Poesía. Dado al aplazamiento del campeonato nacional de este año a causa de la pandemia, será la representante de l’Hospitalet en el campeonato nacional del slam 2021. El slam es una competición de poesía “oral, escénica” en la que el slammer cuenta con 3 minutos para representar un poema. El público tiene un papel muy importante, pues es el que decidirá el ganador o ganadora final.

¿El slam siempre implica una competición?

—Hablamos de competición porque hay una serie de reglas que se deben cumplir y cada cada mes vas acumulando una serie de puntos, hasta que se celebra una liga oficial al final de cada temporada en la que se decide el ganador o ganadora. Es como una liga de fútbol, pero nosotros preferimos usar el concepto juego y verlo más desde un sentido en el que compartes, conoces a personas en una situación parecida y aprendes de las personas que también se suben al escenario.

¿Entonces hay unos lugares determinados donde se hace slam?

—Sí, las sedes oficiales que lo componen. En el caso de España, es la Federación de Poetry Slam España. Pero además nos pueden solicitar para ir hacer exhibiciones puntuales en una biblioteca o centro cívico y enseñar al público que es el poetry slam. En algunas ocasiones piden una temática determinada, como en el centro Vil·la Urània de Barcelona, especializado en astronomía. Llevamos la estructura de poemas de 3 minutos, propios, con alguien que haya presentador medio haciendo de moderador y ya está.

¿Cómo descubriste el slam?

—Fue una experiencia divertida. Yo no tenía ni idea de qué era, pero coincidió que yo tenía que sacarme un título en inglés y otra persona, al mismo tiempo, el de castellano. Buscamos un sitio para que ella comprobara si tenía buen nivel del idioma, a través de leer o escuchar poesía, y acabamos en un evento de slam. Cuando estuve allí, flipé con el formato entretenido y dinámico. Lo vi en noviembre y en diciembre ya estaba participando. Me encantó.

¿Y a qué edad las personas suelen iniciarse en ello?

—En la época que yo empecé era una de las personas más jóvenes con diferencia, teniendo entre 27 y 28 años. Ahora, con el nuevo cambio generacional, el perfil de slammer joven es de 18 años. A partir de los 30 ya somos considerados de la vieja escuela.

¿Crees que ese “cambio” se produjo en base a que el slam ha ido ganando reconocimiento?

—Creo que cada vez hay más medios interesados en hacer reportajes o grabar. Y también referentes como Salva Soler y Daniel Ruiz, quien justamente es el organizador del slam en Hospitalet y ha llevado el slam a escala nacional. Por otra parte, llevamos varios años impartiendo talleres en institutos de Sant Boi, Barcelona… y eso hace que chavales de 15 años un día vayan de público y al mes siguiente, al ver gente joven de 19 años actuar, se motiven a participar.


“El coronavirus ha perjudicado mucho la cultura, el arte e incluso la parte de formación y educación.”


¿El poetry slam para ti es un hobbie o un trabajo?

—Estoy intentando vivir de ello, pero es un poco difícil ahora. En España todavía tenemos la consideración de “hobbie”, mientras que en otros países a nivel europeo y mundial el ser slammer ya es una profesión. En Inglaterra tienen un departamento de la administración pública solo para hacer slam, y eso aquí no ocurre. Hay mucho producto nacional que no se está valorando. Nos hace falta un cambio de mentalidad en las altas esferas, más que en lo que producimos. En España hay 32 ciudades donde se celebra el slam. Eso implica a mucha gente y aún así no cuenta como trabajo remunerado. Solo lo hacen los talleres o cualquier tipo de formación a nivel profesional… que además se han cancelado por medidas de seguridad o por no llegar al mínimo de personas. El coronavirus ha perjudicado mucho la cultura, el arte e incluso la parte de formación y educación.

Hablando de eso, ¿qué pasó con el campeonato nacional de l’Hospitalet de este año?

—En 2019 lo hicimos en Valladolid y Zaragoza se ofreció para acoger el nacional del 2020. Sería en octubre, dentro de un festival mucho más grande de literatura y por tanto, subvencionado por el ayuntamiento. Pero a causa del coronavirus se ha aplazado, lo que comporta que en todo 2020 no se haya celebrado ningún nacional. Así que en marzo de 2021 tendríamos que celebrar el referente a Zaragoza 2020 y, a finales de año, el referente a la liga que se celebrará a lo largo de 2021. Pabl Owski, como ganador de la temporada de l’Hospitalet, el irá al nacional representando a Barcelona y yo como subcampeona iré representando a l’Hospitalet.

Dado a que serás la representante de l’Hospitalet en el campeonato nacional de slam, ¿cómo es que llegaste a conocer la ciudad?

—La primera vez que participé fue en Barcelona (2013), que tenía un público mensual de 600 personas, ya que es un escenario muy grande, y entonces algunos compañeros me recomendaron que tratara de ir a formatos más pequeños. Sant Boi, Santa Coloma, y Hospitalet, que suele tener un público de 40 o 50 personas. Es un espacio en el que se está muy bien para hacer slam, porque es una experiencia totalmente distinta.

Isa García en el Slam Poetry Santako

“Sigue siendo un juego, algo lúdico y que se viene a disfrutar, no a rivalizar.”


¿Consideras que hay un ambiente amigable y de compañerismo?

—Hay quienes tienen escondida esa parte más competitiva, pero la mayoría de los slammers vamos con una actitud de compañerismo. Si me pidieras un porcentaje, te diría que un 20% frente a un 80%. Es cierto que cuando empecé éramos muy pocos y ahora hemos crecido exponencialmente. Tal vez cuesta más mantener el concepto de piña, igualmente siempre enseñamos a los que se incorporan que sigue siendo un juego, algo lúdico y que se viene a disfrutar, no a rivalizar.

¿Los poemas se basan en tu experiencia personal?

—Hay de todo porque cada slammer es un  mundo. Pero yo en mis poesías hablo sobre mí, mis problemas y experiencias. Cuando lo recito, quien está en el escenario realmente soy yo… diciendo qué me pasa.

¿Alguna vez has interpretado a algún personaje?

—A veces, como en el caso de Alicia en el país de las maravillas. Soy licenciada en Historia y he estudiado mucho la parte empática. Pero creo que cuando la aplico, me baso en intentar pensar cómo actuaría yo si me tocara afrontar esa situación, más que en interpretar otro papel. Creo que en el slam hay parte de teatro, improvisación, pero es más como performance.


“Es importante que revaloricemos la poesía y el slam como artes.”


¿Te definirías como artista?

—Sí, pero no por mí misma, sino por el hecho de que creo que es importante que revaloricemos la poesía y el poetry slam como artes. La poesía es “la gran olvidada”, es difícil encontrar un apartado para ella en festivales artísticos o convocatorias para becas artísticas y lo mismo pasa con el poetry slam.

Cuando entraste al mundo slam, ¿cómo se lo tomó tu círculo social y familiar?

—Tuve todo su apoyo. Los primeros meses fue todo muy raro, porque hasta entonces siempre había guardado mis escritos para mí y, de repente, lo primero que hice fue compartirlo de golpe allí en medio de 500 personas. La gente no entendía qué había pasado.

¿Lees poesía o también otros géneros?

—Yo leía poesía desde hace mucho antes. Creo que es fundamental hacerlo cada día, leyendo a una variedad de autores y autoras para poder escribir porque te amplía el campo de mira, te enriquece mucho. Sino, al final tu poesía se vuelve pobre. Antes no escribía poesía, pero ahora creo que ya he olvidado cómo escribir en prosa.

¿Cómo es tu proceso de escritura?

—Es bastante raro porque me considero muy fiel al momento. Lo que escribo es significativo de lo que estoy sintiendo “ahora mismo”, lo que tengo dentro, quizá en una hora podría tener un texto. Así que lo que escribo hoy mañana no podría corregirlo porque seré una persona totalmente distinta.


“Para mí es un momento catártico, mi terapia gratuita.”


¿Y tu escritura concretamente para slam?

—Para mí siempre es un momento catártico, mi terapia gratuita. Me sirve mucho tener 3 minutos en el escenario y soltar todo lo que tengo acumulado, luego bajo del escenario y quedo agotada. Hay gente que le gusta y gente que no, he recibido críticas de que en mi estilo hay demasiado sentimiento pero, me defino por eso.

¿Y cuánto tiempo te lleva prepararte para una interpretación?

—El texto está escrito, pero luego hay todo el trabajo de aprenderlo y hacer que el cuerpo y el texto vayan a una. Poder “sentir” el poema y expresarlo con todo. La cara, voz, cuerpo… y eso son muchas horas de ensayo.

¿Alrededor de cuántos poemas has escrito?

—Para slam puede que 50 o 30. Pero en diciembre voy a publicar mi primer libro de poesía para leer, en Edicions Tremendes, que no podría interpretar en el escenario. Originariamente eran 80 poemas, pero después de pasar por la editorial tal vez sean un poco menos.

¡Buena suerte con tu libro!

— Muchas gracias.

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