Gentrificación acelerada

18 de octubre, 2019

L’Hospitalet se está transformando socialmente a pasos agigantados. Lo hace a lomos de la gentrificación, un concepto que nació en el mundo académico pero que ahora está en boga en los movimientos sociales. Esa palabreja proviene del inglés “gentry”, que significa alta burguesía o baja nobleza, según desde donde se mire. Cuando una ciudad experimenta un proceso de gentrificación supone un cambio de los habitantes tradicionales de los barrios, que se ven desplazados por otros de un nivel socioeconómico superior. Este proceso obedece a la intervención urbanística de permitir la construcción de edificios con gran número de viviendas nuevas o de rehabilitación en espacios urbanos en declive o deteriorados, lo que provoca un aumento de los alquileres de los pisos en la zona. El fenómeno finaliza con la expulsión de los menos pudientes que no pueden pagar esos precios y son reemplazados por aquellos que tienen más poder adquisitivo, es decir, los “gentry” mucho más desahogados económicamente.

La gentrificación nació en el centro de Barcelona por la fuerte demanda inmobiliaria que experimenta la capital, ya que todo el mundo, así, literalmente, quiere venir a vivir. Para muchos turistas, profesionales y estudiantes procedentes de todo el planeta, resulta aspiracional pasar una temporada de sus vidas o su existencia completa en Barcelona. Y como L’Hospitalet tiene la ventaja de estar pegada y goza de una tupida red de transportes públicos, la presión de la demanda se ha trasladado a nuestra ciudad.

L’Hospitalet Meeting Point

El proceso de gentrificación no es una interpretación mía. Estos días he visitado el salón inmobiliario Barcelona Meeting Point que se ha celebrado en el recinto ferial de Montjuïc. En los estands he podido apreciar que las promociones de viviendas de L’Hospitalet compiten en igualdad de número con las de Barcelona, de modo que en este asunto no somos la segunda ciudad de Cataluña, sino que disputamos el podio a la capital. Como periodista y como ciudadano, me interesé por todas y cada una de las promociones. Cuando les comentaba a los vendedores que para el tipo de barrio donde se encuentran, los precios de venta son muy caros (a partir de 400.000 euros las primeras plantas de pisos de tres habitaciones sin parking), todos coincidían en responder: “No se preocupe, porque a nuestra promoción vendrán mayoritariamente familias o inversores de Barcelona y los precios del alquiler de la zona subirán y, por lo tanto, también vendrá gente de su mismo nivel”. También hay edificios de alquiler, como en la carretera de Collblanc con el pomposo nombre de Porta Nord, a partir de 1.763 euros mensuales. A los vendedores no les hacía falta decir que los pobres desaparecerán del barrio, pero se les entiende perfectamente. Gentrificación en estado puro.

La alcaldesa socialista de l’Hospitalet está siguiendo a pie juntillas las directrices que en su día trazó su anterior jefe, Celestino Corbacho, en el sentido de elevar el estándar medio de una ciudad siempre acogedora, primero poblada por oleadas de trabajadores españoles procedentes del sur que fueron sustituidos en parte por otros ciudadanos que venían de todo el mundo, pero con el denominador común de su escasa renta. El cambio de estándar empezó por la plaza Europa y el Distrito Económico y ahora las construcciones de viviendas que impulsa el ayuntamiento socialista se reproducen por todos los solares que quedaban libres en la ciudad, sobre todo en los barrios del Centro (Remonta, avenida Carrilet, Rambla Marina), Sant Josep (antiguos terrenos de Cosmetoda), Santa Eulalia (más torres en Plaza Europa) y también en la carretera de Collblanc.

Recaudar más

Con esa hoja de ruta, el Ayuntamiento busca recaudar más, primero a las promotoras y constructoras a través de las licencias de obras y luego a los nuevos vecinos que pueden afrontar esas viviendas a precios mucho más elevados que la media de l’Hospitalet. Unos recién llegados que, necesariamente, tendrán niveles de renta superiores a los hospitalenses de toda la vida. Lo bueno para el Ayuntamiento es que la recaudación será ya vitalicia, porque a los nuevos vecinos también se les aplicarán anualmente impuestos muy superiores a la media, como los más de 1.500 euros de IBI que pagan de media los vecinos de plaza Europa.

Las más de 3.000 viviendas que se están construyendo ahora y las que están planificadas en L’Hospitalet y que se construirán en los próximos tres años aportarán inyecciones millonarias a las arcas municipales. ¿Qué se hará con ese dinero fresco? De momento, la política que practica nuestro ayuntamiento socialista es la gentrificación que comporta una llana y pura sustitución social.

Por Juan Carlos Valero

La ciudad saturada y sin historia

Can Trinxet: lo que pudo haber sido y se ha perdido.

15 de octubre 2019

En contra de lo que algunos han afirmado, la preocupación por la preservación del patrimonio histórico de l’Hospitalet no surgió a raíz de los desvelos por los últimos vestigios del Canal de la Infanta que quedaban y que se redescubrieron tras la cesión del cuartel de la Remonta a la ciudad. En realidad, las primeras inquietudes por recuperar y proteger el patrimonio histórico se produjeron muy tempranamente, justo cuando el primer ayuntamiento democrático, en torno a 1980, se planteó un catálago de edificios históricos que debían preservarse del desprecio en que había caído la historia de la ciudad. No existía entonces ni siquiera el Centre d’Estudis de l’Hospitalet que luego ha hecho una encomiable tarea de recuperación de la memoria a todos los niveles. Aquel primer toque de atención surgió del interés histórico de un conocido escritor de la ciudad, Joan Casas, ejerciente entonces de investigador documental, que supo sensibilizar a una parte del consistorio e involucrar en la reflexión a un conocido arquitecto entonces residente en la ciudad, Ferràn Navarro, y al periodista Jesús Vila, quienes se pusieron manos a la obra para redactar un compilatorio de alegaciones al pre-proyecto de Plan Especial de Protección y Conservación del Patrimonio Histórico de l’Hospitalet, que se estaba preparando, y del que más tarde surgiría, en 1983, un proyecto previo de Plan Especial de Protección del Patrimonio Arquitectónico, aprobado definitivamente por el Ayuntamiento pleno en 1987.

El Plan del 87, que no deja de ser un estudio voluntarioso de protección radical del patrimonio conservado en la ciudad hasta aquella fecha después de años de destrucción y de olvido, fue reelaborado en 1997 a través de un trabajo más técnico encabezado por un equipo de arquitectos y de historiadores que tenía la ventaja del rigor académico pero la desventaja evidente de su distancia con respecto a la ciudad.

Aquel PEPPA del 97 se aprobaba ya en el marco de un consistorio renovado, con un nuevo alcalde, Celestino Corbacho, que estaba predispuesto a innovar en el ámbito urbanístico, pero todavía algo alejado de sus ensoñaciones estratégicas de ciudad. Estaba todavía en puertas de pretender diseñar una nueva ciudad allí donde se podía —es decir, donde había espacio libre— olvidándose de la ciudad saturada y llena de conflictos y necesidades que heredaba. Estaba en el origen, la ciudad de dos velocidades que luego se ha consolidado con el desarrollo de la plaza Europa y adyacentes —pero no solo—, junto a la ciudad sobresaturada del norte, cada vez más vacía de los obreros de los 60 y más llena de los inmigrantes de los 90.

Aquel PEPPA del 97 que todavía conservaba una buena parte del espíritu reivindicativo del Plan de 1987, sería releído en el 2001 ya con los instrumentos del corbachismo urbano en plena vorágine. O sea, de las primeras cosas que diseñó Corbacho, la Agència de Desenvolupament Urbà (ADU), fue sin duda el motor del cambio, el surrealista instrumento de la revolución urbana, dispuesto a arramblar con todo aquello que estorbara para el diseño de la ciudad de relumbrón con la que Corbacho soñaba.

A la sazón, el PEPPA del 2001, lo dirige ya Antoni Nogués, el abogado urbanista que llenó l’Hospitalet de miles de nuevas viviendas, al frente del equipo técnico del ADU, que sigue ocupando y saturando todos los espacios libres que quedan en la ciudad. Ese mismo ADU que ha diseñado los miles de pisos que habrá en el antiguo solar de la Cosme Toda, en los miles de metros cuadrados que se han liberado para la edificación de edificios en la Avenida Carrilet, en los miles de metros cuadrados que se han proyectado para la construcción de bloques en la Rambla Marina, en los miles de metros cuadrados que ya se han ocupado en los antiguos terrenos libres del cuartel de la Remonta, el que ha dado permiso para construir a escasos metros de la vía del tren en la Avenida Josep Tarradellas, el que dio permisos para saturar la zona de Can Trinxet a lado y lado de la carretera de Santa Eulalia, es el mismo ADU que en el 2001 reelaboró el PEPPA y es el mismo ADU que está preparando el terreno para el nuevo PEPPA de la ciudad saturada y sin historia del siglo XXI.

Ya en el 2001, el PEPPA de Nogués, explicaba que había que ser realistas. Que los PEPPAS anteriores eran unos proyectos bienintencionados pero totalmente sobrepasados y caducos, porque de las 149 unidades de protección que fijaba —es decir de los 149 conjuntos catalogados a proteger— 100 se habían ido suspendiendo total o parcialmente desde 1987 y sólo quedaban vigentes 49. Es decir, si ya la historia hasta 1979 había sido bien triste en la ciudad porque sólo se habían previsto proteger 149 conjuntos de los miles de edificios levantados, desde que hay consistorios democráticos en la ciudad no solo no se ha avanzado en protección sino que se ha retrocedido considerablemente: hay muchos más edificios y mucho menos catálogo a preservar para el futuro.

Desde el 2001, aquellos 149 conjuntos se convirtieron en 111 que son los que existen ahora, de modo que desde 1987 se han perdido 38, casi tres objetos de protección por año. Si a ello se le añade la desidia —lo que queda de Can Trinxet, por ejemplo, da pena—, el desinterés por preservar —han sido los vecinos quienes más se han interesado por el Castell de Bellvís— y la falta de respeto por la historia —si el patrimonio molesta, simplemente se elimina— tenemos un panorama más bien desolador. Nada, sin embargo, que no conozcamos bien con esta ralea.

A la sazón, todavía duele recordar lo que costó negociar con los propietarios de Can Preciós para comprarles la masía cuyos antepasados tuvieron el pésimo olfato de construir justo donde décadas después los sabios urbanistas de la ciudad dibujaron la prolongación de la Rambla Marina para encontrar a la de Just Oliveres. Se compró la masía, una de las escasas que se mantenían todavía en pie y en buen estado en la zona de Marina —cuajada todavía a principios del siglo XX de múltiples ejemplos— y simplemente se arrasó para hacer un paseo. El desprecio de la historia sobre el diseño urbano. El desprecio de la historia para quienes jamás serán historia.

Y ojito al PEPPA siguiente…

Internalitzar el negoci, externalitzar el servei

15 d’octubre 2019

Les majories absolutes no acostumen a ser bones ni tan sols per les aparences formals. Tinc la impressió —i potser és equivocada— que en el darrer mandat l’Ajuntament s’esforçava una mica més per convèncer la ciutadania que governava pel bé comú. Ara ja, em temo molt, que es conforma simplement a fer-ho veure d’una manera retòrica. M’explicaré.

En el darrer ple municipal es va aprovar una modificació puntual del PGM (pla urbanístic) del barri Centre per convertir el que havia estat el cine Òpera, després un plató de TVE a Catalunya i finalment un centre okupa molt actiu fins que va ser precintat i abandonat, en un equipament semi hospitalari i assistencial geriàtric, de caràcter privat, que tindrà més de 3.000 metres quadrats i que ocuparà un gran complex d’una alçada de planta baixa i tres pisos. El que queda de l’Òpera, en molt mal estat i amb teulada d’uralita que ja ha caigut a trossos, estava catalogat com equipament i era de propietat privada, excepte una petita pastilla que tenia tipologia residencial i que ara, gràcies a la boníssima disposició municipal, quedarà compensada per una finca del davant on els mateixos promotors podran construir un edifici d’uns quinze habitatges nous. O sigui, doble negoci. Pisos al davant, i tots els metres garantits, en un sol solar, per equipament privat. Si, és veritat que uns quants d’aquests pisos del davant hauran de ser de protecció oficial i que el promotor es compromet a donar accés a una zona verda de mançana interior d’uns 760 metres quadrats, però ja es veu que tot plegat a qui beneficiarà exponencialment és a la nova propietària dels terrenys que, tractant-se com es tracta d’una empresa dedicada a la construcció d’equipaments geriàtrics, va comprar pactant prèviament amb l’ajuntament quin seria l’ús d’aquest espai.

Es tracta, com és palès, d’un fantàstic solar en una de les millors zones del barri Centre que podria haver estat perfectament adquirit pel municipi per convertir-lo en qualsevol equipament ciutadà o en un parc públic, situat en un lloc especialment densificat, sobretot després de la depredació especulativa que ha patit l’antiga caserna de la Remunta, a tocar d’aquest solar, i que ha vist ocupada una part considerable del seu sol lliure per centenars de pisos nous. Podria haver estat adquirit… quina innocència…

El mateix que ha passat al Centre, va passar fa ben poc amb un altre solar, també previst per equipaments, del carrer Ferran i Clua de Collblanc, on es farà una residència universitària de la Universitat Internacional de Catalunya, privada i elitista, vinculada al FERT (Opus Dei). I això mateix, fins i tot més punyent encara, s’ha produït també amb la cessió de terrenys municipals per 75 anys per fer una altra residència d’estudiants a Bellvitge, a tocar de l’Hospital, o amb els solars entregats alegrement al Circ du Soleil també en aquest districte. I no parlem ja de l’adquisició municipal d’una nau industrial posada en mans dels promotors de la Salamandra en compensació d’haver-los fet fora de l’espai que ocupaven i que ara forma part de la promoció d’habitatges de la Rambla Marina que farà milionaris a uns quants constructors.

És a dir, allà on hi ha un metre d’espai lliure es construeixen habitatges i allà on hi ha solars d’equipaments o antics edificis patrimonials útils per convertir-los en equipaments públics, es promouen equipaments privats. Tot, com és ben evident, en benefici del poble de l’Hospitalet i de la seva gent, que són els que voten.

I això, per no parlar del disbarat del nou poliesportiu de Santa Eulàlia que s’havia de fer a l’antic solar del carrer Gasòmetre. Pel que sembla, el projecte municipal que incloïa dues piscines, no hi cap, i la raó caldria buscar-la en els permisos atorgats als blocs de pisos que limiten el solar, que es van fer sobredimensionats per un error —un error?— del planejament. L’Ajuntament, en una proposta que semblaria d’una altra galàxia, va trobar de seguida una solució: canviar el lloc de l’emplaçament del poliesportiu. Si no hi cap al solar de Gasòmetre… què tal en terrenys del Parc de l’Alhambra? No hi ha consens entre el veïnat, és clar, i a l’Ajuntament se li ha ocorregut que la millor alternativa és que els veïns es barallin. Una consulta dirimirà si es perd un tros de parc o es perd una de les dues piscines. En qualsevol cas el que perden són sempre els mateixos…

I no estem parlant només de solars de propietat privada on la llei no permet construir pisos i on, per tant, es fàcil donar permís per fer equipaments privats. Una cosa encara més impactant si cap, succeeix amb els edificis patrimonials: edificis antics, sovint d’interès cultural i de propietat pública que podrien servir per donar servei a la ciutadania. L’Hospitalet no és precisament una població sobrada d’edificis de propietat municipal, més aviat al contrari. Ni tampoc d’un excés d’equipaments. Doncs bé, ja fa bastant, que amb l’excusa dels serveis a la població, es posen en mans privades edificis patrimonials que, com és evident, se n’aprofiten del que és de tots per cobrar-nos-ho dues vegades. No hi ha un sol cas. N’hi ha diversos. El primer, la cessió que es va fer al grup Planeta (Planeta Formación y Universidades) per 25 anys de l’edifici dels antics jutjats, gairebé 11.000 metres quadrats en diverses plantes, amb capacitat per més de 3.000 alumnes, a canvi de poc menys de 300 beques per estudiants de la ciutat. El segon, la cessió de l’antiga fàbrica modernista Godó i Trias per hostatjar el nou Centre Europeu de Desenvolupament i Promoció de la Medicina Tradicional Xinesa, que serà probablement un centre de referència, però que resultarà un equipament del tot aliè a les necessitats municipals. El tercer, l’aprovació definitiva del pla parcial que modifica l´ús de l’equipament de l’antiga fàbrica Albert Germans a docent, com a pas previ a la cessió a una altra universitat previsiblement privada.

Com es veu, ja fa temps que l’ajuntament gestiona sense trencar-se gaire el cap:  el més actiu que es pugui en la gestió del sol i el més passiu que se l’hi permeti en la gestió de les necessitats. A això se li diu internalitzar el negoci (planificar el territori, buscar compradors…) i externalitzar el servei (donar les màximes facilitats, oferir beneficis…). De fet, resultaria incomprensible per un ajuntament si no fos perquè l’experiència ens ensenya que no hi ha causes gratuïtes. Tant d’interès per allò que dona recursos, ingressos, beneficis, diguem-ho com es vulgui i tanta delegació per allò que comporta gestió, objectius, responsabilitat, progrés, estratègia, ens hauria d’indignar fins l’exasperació. Si no fos perquè estic convençut que l’exasperació ha desaparegut de l’adn hospitalenc.