Mi barrio es un barrio de amplias avenidas. Un barrio donde sales a la calle y puedes respirar sin mascarilla un cincuenta por ciento del tiempo, o con mascarilla en las tiendas, salvo en el ascensor cuando te tropiezas con la descerebrada del segundo y se enfrenta contigo porque tiene que meterse sí o sí aunque no se cumpla la distancia de seguridad, y la tienes que dejar fuera o salir tú porque te amenaza con denunciarte por violencia.
El Gornal nunca ha sido un barrio fácil. Pero es un barrio con sus enormes metros entre acera y acera, la labor social de mucha gente implicada y, aún con todos sus problemas, es un barrio diáfano, en el que hijos, padres, madres y abuelos campan con cierta alegría por sus espacios en estos tiempos de mascarillas, distancias e higienes. Siempre están los irresponsables, pero son menos peligrosos que en otros lugares.
Otra cosa es de puertas adentro. ¿De qué medios disponen muchas familias? Una gran cantidad van justas. Van justas de medios y de formación. Sus problemas son otros, no las redes, ni Internet, ni la cultura, ni la lectura. Sus problemas son de subsistencia. De puertas adentro estamos creando una infancia de juguetes rotos, de niños sin futuro.
Anoche estuve escuchando una bronca de muchos miembros de dos familias hasta las dos de la madrugada, sin distancias ni mascarillas, tres horas de gritos en la calle. El barrio del Gornal es quizás un problema menor mirando el plano de la ciudad.
La Florida, la Torrassa, el norte, calles estrechas, pisos compartidos por habitaciones. Se está creando una cicatriz social, pero no es el COVID.
El COVID es la lupa. Es un puñetero virus que se nos ha colado en casa, nos está matando y nos está restregando por la cara todo aquello que hemos abandonado y hemos renunciado a conservar desde la crisis del 2008 o antes.
No sé si es dejadez o estrategia, pero la Sanidad pública, llamémosla solidaria, ha sido la que a lo largo de la historia, nos ha ido sacando de pozos inmundos. La Educación pública, o solidaria, la que nos ha traído hasta aquí.
Por eso me preocupa la educación.
Conseguimos un ascensor social, con una educación pública, y poder aprovechar las capacidades de toda la población. Se creó una red universal. El espíritu crítico se hizo transversal. Lo he vivido en la universidad en la década de los 70 y 80 del pasado siglo. Todo eso hoy lo están tirando a la basura.
El virus es el virus. El resto se hace con dinero y no queremos caridad, queremos impuestos.
La educación no suele tener buen predicamento entre la clase dirigente, la sanidad tampoco. Sin educación es fácil adoctrinar. Llevamos miles de años en los que salvo pequeñas islas excepcionales, el sometimiento de la población se ha apoyado en la falta de formación.
Si no reaccionamos, dejaremos generaciones de juguetes rotos. Y a las malas los juguetes rotos no son simpáticos. Y Tienen sus razones.
Guillermo Martín Urquizu
GUILLERMO MARTÍN
Nací en Cáceres. Era 1958. Volví a Barcelona a los pocos meses. Dibujo y pinto desde los siete años. Dejé de escribir a los quince años gracias a un pésimo tutor que quiso apartarme de la biología. Aterricé en L’Hospitalet de Llobregat en 1983, después de conocer a una mujer que más tarde ha tenido el detalle de aguantarme hasta la fecha. Tras dejar la investigación, trabajé como técnico comercial en empresas del sector sanitario. Harto de la presión irracional por las cifras de ventas, cambié de sector. En 2011, la crisis me arrastró y he acabado trabajando, a ratos, para el ayuntamiento, recuperando mi vocación: la escritura, la pintura y la ornitología.
En plena segunda ola de Covid-19, con más de un millón de madrileños confinados, la Factoría de Ideas que impulsa la asociación Foment de la Informació Crítica (FIC) de l’Hospitalet inaugura este martes un ciclo de reflexión online bajo el título “Pandemias y masificación demográfica: el modelo urbanístico y la salud pública”. El primer acto de diagnóstico del binomio urbanismo y salud se celebrará el 29 de septiembre a las 18,45h. La charla es online, de carácter pública y gratuita, y para participar solo hay que inscribirse en el correo: fic.lhospitalet@gmail.com para recibir el enlace de acceso a la videoconferencia en la plataforma Zoom.
En este primer espacio de reflexión participará Carlota Gudiol, doctora de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital de Bellvitge e investigadora del IDIBELL, y Ferran Navarro, arquitecto y profesor de la Escuela de Arquitectura de Barcelona que fue un activista en l’Hospitalet en los años 70 y 80.
El segundo debate está previsto el 26 de octubre y se centrará en las propuestas de actuación de presente y futuro, con la participación de algunos de los responsables políticos del urbanismo y la salud en la ciudad. El tercer debate será a finales de noviembre y girará en torno a la reconstrucción interna de la ciudad para hacerla más sostenible y saludable, con la participación de empresas. Las reflexiones de cada debate se publicará al día siguiente en la revista digital lestaca.com de FIC y, al término del ciclo, las conclusiones se elevarán al equipo de gobierno de l’Hospitalet como contribución de la ciudadanía comprometida al futuro de la segunda ciudad de Cataluña.
Los grupos municipales de L’Hospitalet En Comú Podem y ERC se presentarán como acusación popular en la investigación que realiza el juzgado de L’Hospitalet en la denuncia presentada por las presuntas irregularidades económicas denunciadas en el Consell Esportiu y en la que se detuvo a dos concejales socialistas, puestos posteriormente en libertad, y también al gerente.
Tal y como explica Ana González, de L’Hospitalet En Comú Podem,”nuestra primera intención, y así lo explicamos en el mes de junio en el pleno municipal, era que hubiera sido el propio ayuntamiento el que se personara en defensa de los intereses de todos los ciudadanos de L’Hospitalet, ya que las irregularidades se producen en la gestión pública y en el destino del dinero público. A la vista que no lo va a realizar, lo haremos nosotros”.
Según algunas fuentes, Nuria Marín ha estado dando apoyo a los encausados ya que ni los ha quitado como representantes políticos y también algunos de ellos han aparecido públicamente junto a la alcaldesa. Ana González también manifestó que “todo ello no quita que defendamos su presunción de inocencia hasta que no sean encausados por la juez”.
Antonio García de ERC ha manifestado que los concejales que están envueltos en estas irregularidades deberían de haber dimitido y acusan al actual equipo de Gobierno de poca transparencia y claridad a la hora de facilitar la información. Ha añadido que “las cuentas que deberían estar publicadas en la web del Consell Esportiu en su lugar aparece un cartel de ‘pagina en construcción’”. El dirigente de ERC duda la objetividad del citado Consell Esportiu. “Además del a regidora que lo preside el resto son 5 técnicos y el resto son personas cercanas al partido socialista.”
Hay que recordar que en el pleno de mes de junio, ERC solicitó la creación de una comisión de investigación que finalmente fue rechazada por el partido socialista y gracias a la abstención de Ciudadanos.
Fotografía de una probeta señalando un resultado de Covid-19 positivo
Puede que el título no sea correcto, pero es el que me sale. Sí, ya sé que soy dado al exabrupto y la blasfemia, lo mejor de nuestro idioma. Pero es que en esta pandemia, mientras la ciencia nos trae otras soluciones, solo son tres putas cosas: mascarilla, higiene y distancia de un par de metros. ¡Coño, sólo eso! Es probable que el problema lo tengamos nosotros, como especie. No sabemos comprender el problema. Tampoco parece que sepamos comprender el mundo ni el universo. Si no podemos gestionar tres elementos: mascarilla, higiene y distancia, ¿qué sabremos del cambio climático, de la evolución de las especies, del universo donde vivimos? Nada. No sabemos nada. Si no somos capaces de entender tres putas cosas en esta pandemia, no podremos comprender el futuro de la Tierra ni a dónde vamos. Y, es verdad, a ese señor que en una calle estrecha va a su bola fumando y escupiendo sin mascarilla cuando se cruza contigo, no le dices nada. No te apetece que un gilipollas te agreda.
Guillermo Martín Urquizu
GUILLERMO MARTÍN
Nací en Cáceres. Era 1958. Volví a Barcelona a los pocos meses. Dibujo y pinto desde los siete años. Dejé de escribir a los quince años gracias a un pésimo tutor que quiso apartarme de la biología. Aterricé en L’Hospitalet de Llobregat en 1983, después de conocer a una mujer que más tarde ha tenido el detalle de aguantarme hasta la fecha. Tras dejar la investigación, trabajé como técnico comercial en empresas del sector sanitario. Harto de la presión irracional por las cifras de ventas, cambié de sector. En 2011, la crisis me arrastró y he acabado trabajando, a ratos, para el ayuntamiento, recuperando mi vocación: la escritura, la pintura y la ornitología.
La Florida es una de las calles principales del barrio que lleva el nombre de esta arteria principal. Tiene su nacimiento en la calle Teide y finaliza en el Torrente Gornal, comunicando con la barriada de Collblanc-La Torrassa.
Esta misma calle tiene continuidad en Collblanc pero cambia de nombre al cambiar de barriada, denominándose a partir del Torrent Gornal, calle Pujós. El barrio de La Florida está anclado en el Samontà, una de las pequeñas colinas de la Sierra de Collserola.
Referencias de la calle desde 1928
El origen del nombre de la calle es bastante confuso. Puede venir de las tierras de cultivo que ocupaban esta zona. Pero también puede provenir de la existencia de una floristería, propiedad de Juli Peris. Parece que este señor, al volver de América, compró unos terrenos que dedicó al cultivo de flores. De ahí que la zona comenzó a denominarse Florida.
Pero, también, otros comentarios aseguran que Juli Peris venía de la Península de La Florida en Estados Unidos (EE.UU.) y de ahí el nombre que luego tuvo el barrio. Lo que sí que es verdad es que, con este topónimo, se inició la denominación de varias calles del Samontà con referencias a aflores.
Proyectada en el Pla de l’Eixample de l’Hospitalet, de 1926, como eje transversal del barrio, la calle La Florida debía tener una longitud suficientemente importante para conectar desde el núcleo de Ceravalls hasta Torrent Gornal y enlazar con los barrios de Collblanc y La Torrassa.
La calle es la arteria principal del barrio
La primera referencia que se tiene de esta calle es en un plano de junio 1928. Y también aparece, en diferentes cartas de la Sociedad General de Aguas dirigidas al Ayuntamiento en 1931 para la instalación de distintos ramales de aprovisionamiento. De hecho, el trazado de la calle ya aparece en un plano de 1932, casi igual que está en la actualidad: desde el Torrent Gornal hasta la calle Renclusa. En la actualidad llega hasta la calle Teide, dentro del barrio de Les Planes.
El plenario de 6 de octubre de 1988 catalanizaba el nomenclátor de la ciudad que había variado en la II República y en la época franquista.
Una de las principales calles de la barriada de Collblanc-La Torrassa es la calle Mas. Nace en la Riera Blanca, cuya calle divide los términos municipales de L’Hospitalet y de Barcelona por lo que una acera pertenece al primer municipio y la acera de enfrente al otro. Y muere en la calle del Torrent Gornal ya en el barrio de La Florida.
La calle Mas tiene una imponente subida y una bajada semejante. En la cima de la calle se encuentra el montículo que, según parece, da nombre a la barriada de Collblanc (Collado Blanco, por el color preponderante del substrato que lo compone)
El nombre de la calle Mas puede tener dos orígenes distintos aunque el primero que vamos a explicar es el que más puntos tiene de ser el auténtico, según los expertos. En la documentación de la zona se hace referencia a Climent Mas Soldevila, propietario barcelonés de diferentes terrenos en los inicios del siglo XX. Este ejemplo, como iremos viendo, no es el único que existe en la ciudad. L’Hospitalet cuenta con muchas calles cuyos nombres sólo responden a los propietarios de los terrenos de las zonas donde, en su día, se abrieron las calles.
Climent Mas Soldevila tenía muchos terrenos en esa parte de la ciudad al igual que los hermanos Romaní tenían terrenos en su finca de La Torrassa. De ahí viene el nombre de unos antiguos almacenes situados en este último barrio, situados cerca de la calle Mas.
Otra de las posibilidades del nombre de la calle Mas, aunque muy vaga, es la existencia de un mas (masía) hasta el año 1940, situado aproximadamente en el número 22 de la calle actual, aunque desde el Centre d’Estudis de L’Hospitalet se inclinan de forma clara por la primera opción: el propietario de los terrenos le dio el nombre a la calle Mas.
Climent Mas propuso, junto con otros propietarios como el doctor Martí Julia, la urbanización de sus tierras y que pusieran su nombre a una de las calles. El proyecto fue aprobado en noviembre de 1902 y la pretensión era urbanizar 16 hectáreas, espacio muy superior al de otros proyectos que había en la barriada de Collblanc.
El primer tramo que se abrió fue el de la parte más alta del “turó” (montículo) aproximadamente donde luego se abrirían las calles Oriente y Progrès. En 1919, el trazado de la calle ya llegaba hasta la Riera Blanca y en la década de los 20 se acabó hasta el Torrent Gornal.
En toda esta zona se empezaron a construir viviendas y se iniciaron con las típicas viviendas de pasillo, las primeras sobre la calle París. La tipología era siempre la misma. La apertura de un pasillo en medio de la parcela que medía cinco metros de ancho por 30 de largo y a ambos lados se disponían diferentes viviendas de unos 25 metros cuadrados, cuyas fachadas daban al pasillo.
Estas viviendas eran ocupadas por la inmigración que provenía de otras ciudades como Almería, Valencia y, sobre todo, Murcia. Fueron jornaleros, de los más pobres, y se convirtieron en la mano de obra del crecimiento de Barcelona. De hecho, esta barriada fue conocida como la Murcia chica por la cantidad de personas que vinieron de esa provincia.
Hoy en día ya quedan pocas “viviendas de pasillo” cuya construcción duró hasta 1925. Las que sobreviven están dignificadas y mejoradas considerablemente, teniendo en cuenta que se habían construido con materiales de baja calidad. También estas viviendas se pueden ver en las barriadas de La Florida, Santa Eulalia y Sant Josep.
En el número 52 de la calle Mas se abrió en 1934 una de las dos escuelas nacionalistas que se localizaron en la ciudad en tiempos de la Republica. Le dieron el nombre de Escuela Moderna de la Torrassa. Despues se trasladó a la calle Salvador Seguí (actualmente Rafael Campalans) y cuando comenzó la Guerra Civil se trasladó a la calle Riera blanca, 23.
Actualmente la calle Mas es un eje de comunicación desde Barcelona hasta las barriadas de La Florida y Sant Josep.
La calle Mas es la que divide los barrios de La Torrassa y Collblanc, según los más antiguos de la zona. Se llega a afirmar que había rivalidad entre ambas barriadas.
Existen muchas calles en la ciudad que nadie se puede imaginar qué significan y puede que en la vida le des ningún tipo de importancia aunque vivas en una de ellas. Quizás el objetivo de los autores de este apartado de l’Estrella sea precisamente ese. Descubrir la importancia del nombre de esa calle en la que estamos cada día y cuyo nombre tiene una relevancia especial. Este podría ser el caso de la calle Ingeniero Moncunill (Enginyer Moncunill)
El enginyer Rossend Moncunill fue concejal, médico e ingeniero municipal. Formó parte en 1926 del jurado que aprobó las bases del concurso (ganado por Ramón Puig i Gairalt) para la confección del Plan del Ensanche y Saneamiento Interior de L’Hospitalet.
La calle Enginyer Moncunill transcurre entre la Avenida Masnou y la calle Torrent Gornal dentro del distrito de La Florida.
La calle Enginyer Moncunill tuvo a lo largo de su trazado diferentes equipamientos que le dieron vida, como fue el mercado municipal, inaugurado en 1959. Dos décadas más tarde, en 1976, se puso en marcha el Instituto de Formación Profesional Pedraforca, junto a la plaza de la Redentora, nombre de una antigua bóvila que se ubicaba en ese punto exacto.
La Redentora era una de las bóvilas (fábrica de ladrillos y cerámicas) más importantes de l’Hospitalet, de las muchas que existían en la ciudad. Como la mayoría, era una cooperativa, autogestionada por los propios trabajadores. Se inauguró en 1899 y tras una primera ubicación en la carretera, a la altura de Collblanc, en 1902 se construyó otra al lado y en 1918 consiguió el permiso para construir un horno donde se encuentra actualmente el Centro de Formación Profesional Pedraforca.
La cooperativa fue un centro clandestino de anarquistas durante el trienio bolchevique (1918-1920) y durante la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), según algunos testimonios .
En los tiempos de la II República, la cooperativa más importante del sector seguiría siendo “La Redentora” con sede social en la carretera de Sants, en el número 170. Las últimas noticias de este centro llegan hasta 1947.
En la calle Enginyer Moncunill, y sobre los años 70, se ubicó el Centro Social de La Florida, cuna de diversos dirigentes políticos y vecinales, motor del movimiento social del barrio y uno de los principales núcleos de cultura popular de la ciudad. Primero estuvo en el número 96, hasta 1977, y después se cambió al número 62.
El Centro Social de La Florida se creó en 1965 y combinó la lucha social y cultural en un medio urbano de condiciones precarias y con notables problemas de enraizamiento. Asumió funciones que las instituciones de la época no eran capaces de ofrecer: desde la actividad cultural y lúdica hasta la pura asistencia social, y todo ello con un trasfondo claro de oposición al régimen.
Conferencias, cine-fórum, teatro, excursiones, cursillos de catalán y escuela nocturna, se simultaneaban con encuentros ilegales de la incipiente oposición política y sindical. Esta entidad fue el contrapunto al concepto oficial de Centro Social, representado entonces por el Centro Médico Social de Campoamor, en la calle de este nombre cerca de Bellvitge, promovido por el entonces alcalde España Muntadas.
Desde el Centro Social de la Florida se impulsaron muchas de las grandes reivindicaciones vecinales. Será, durante los años más duros de la ausencia de democracia, cuando actuó en sustitución de la asociación de vecinos, al tiempo que se convirtió en una escuela de formación de mujeres y hombres, futuros dirigentes de la ciudad.
Los primeros indicios de la calle Enginyer Moncunill se dieron en el año 1945, en el expediente de urbanización de unos terrenos propiedad de Josefa Font. En la guía de 1948 ya aparece el trazado de la calle aunque originariamente, parece que solo llegaba hasta la avenida Miraflores.
Años más tarde, se prolongó hasta la avenida Manou, allá por los años 50. Esta calle se convirtió en una de las tres que cruzan el barrio entero. Las otras dos fueron las calles Pedraforca y de La Florida.
En 1988, con la catalanización de los nombres de las calles, pasó de llamarse Ingeniero Moncunill a Enginyer Moncunill.
Josefa Casas i Clavell fue la Pubilla de la familia, la heredera, dió nombre a un barrio, a una calle y a una plaza de l’Hospitalet próxima a la mansión neoclásica de la que fue dueña en su momento.
Uno de los problemas que se suscitó en su día era el apellido de esta Pubilla: Cases o Casas. Nadie lo sabe seguro. En l’Hospitalet, en 1988, se catalanizaron un buen número de calles. Entre ellas la de la Pubilla. Algunos destacados estudiosos e historiadores como Manuel Domínguez nos han manifestado: “Nos imaginamos que el apellido original es Cases, pero en algún momento del XVIII se catalanizó; pero eso es una hipótesis basada en los casos parecidos que se produjeron en la época. Sería necesario encontrar un documento de un antepasado de la Pubilla para ver cómo se escribía el apellido antes del 1714”.
Pues a la vista de éstas hipótesis, nos quedamos con Cases, mientras no se demuestre lo contrario, como diría un argot judicial.
Josefa Casas (o Cases), heredera de una gran familia del siglo XVIII, inauguró la casa en 1772, situada entre una recién abierta carretera de Madrid, cuya denominación posterior fue de carretera de Collblanc, con el tramo hospitalense del antiguo camino de las travesías del Pla de Barcelona. La finca fue comprada pocos años antes, tras la expulsión y expropiación de los jesuitas en el año 1767 por el rey Carlos III.
La mansión, actualmente situada en la carretera de Collblanc 241, es un edificio magnifico construido por el padre de Josefa Cases sobre el antiguo de los jesuitas, donde albergaban a sus jubilados y enfermos, y da idea de la riqueza de la nobleza del siglo XVIII. Tiene tres plantas de estructura cuadrada y unos grandes subterráneos con un espléndida bodega. Destaca la fachada, la planta noble con pilastras adosadas y coronadas con volutas jónicas. Originariamente, alrededor de la casa había dependencias anexas, jardines con saltos de agua, una mina de agua potable, depósitos y un huerto. También se describieron la existencia de una docena de carrozas , de las cuales dos pasaron al Museo de la Ciutadella. Todo ello es una demostración de la grandeza de los subterráneos tal y como lo describe Puig i Gairalt cuando habla de la mansión de Pubilla Cases
Transitando por la Carretera Real dirección Bacelona es la primera gran residencia que se encontraba cerca de la capital y esa situación explica que a lo largo de los años, la mansión acogió fiestas y recepciones de personalidades políticas y religiosas. Pero también padeció las consecuencias de los episodios bélicos, especialmente el saqueo de que fue objeto en el siglo XIX cuando la guerra del francés. Más tarde parece ser que se destinó a centro de reposo, hasta que, desde finales de aquel siglo, quedó deshabitada durante 40 años.
Es un edificio de tres plantas, cuadrangular y casi cúbico. Originariamente tenía tejado a cuatro vientos, pero ahora tiene una azotea.
Las cuatro fachadas son similares. En la planta baja se abre en el centro la puerta de arco rebajado y pequeñas ventanas cuadrangulares a ambos lados. Separando esta planta de las superiores hay una moldura lisa sobre la que se apoyan unas pilastras de orden gigante que separan verticalmente las aberturas del primer y segundo piso. Estas pilastras son de orden jónico y las dos del centro tienen en la parte inferior una ménsula muy decorada. En el primer piso se abren tres balcones y tres pequeñas ventanas cuadrangulares; todas son adinteladas y están enmarcadas por una moldura lisa. En la parte superior hay un frissense decoración y una cornisa con mucho voladizo. Por encima de esta se encuentra el muro de cierre de la azotea decorado con unas bandas lisas, en correspondencia con las pilastras.
La casa está rodeada por un jardín. La puerta es de hierro forjado que tiene a ambos lados dos pilares de piedra rematados por florones. En la parte superior de la reja hay decoración de entrelazados y hojas de hiedra y en el centro unas casas que hacen referencia a la familia “Cases”.
A finales del siglo pasado y con la entrada de la plaga de la Filoxera, creó una crisis entre los terratenientes quienes empezaron a vender sus tierras. Pero a la vez surgió el uso industrial del suelo. Que también llegó a la barriada de Pubilla Cases. Y también la urbanización de la zona.
Puig Gairalt, arquitecto hospitalense, formando parte del Pla de l’Eixample de L’Hospitalet, elaborado en 1926, aplicó sus ideas higienistas tan en boga en la época precisamente en las zonas más cercanas a la sierra de Collserola al litoral y aplicó en su proyecto de urbanización de la parte norte, dirigido a la población trabajadora. Fue precisamente en la zona de alrededor de palacete de Pubilla Cases la que concentró aquella primera urbanización de casetas con jardín, de las cuales aún quedan alguna cerca de la mansión, creándose las calles y placetas alrededor de la avenida de Tomás Giménez o avenida de la Generalitat en los años de la II República, que aún sigue siendo el eje vertebrador de la zona alta de la barriada.
Puig Gairalt hizo una transcripción de la vista desde el balcón de la torre: “El terreno presenta unas suaves ondulaciones cubiertas de campos y viñas en gran amplitud, y más abajo, toda la plana y la marina del Llobregat. La vista queda limitada a la izquierda, por la montaña de Montjuïc; a la derecha por las montañas del Garraf y al fondo, en amplio horizonte, por el mar, que desde aquí aparece tranquilo con un gran azul. La arboleda del rio Llobregat se dibuja como un largo vergel, rico y frondoso. Las casas de los pueblos de la Plana (Sants, l’Hospitalet, el Prat y Cornellà) parecen grupos de una ciudad jardín….”
Y aunque el proyecto no se llevó a cabo en su totalidad sí que nos han quedado vestigios de aquel proyecto como han sido los nombres de flores y plantas que algunas calles han conservado hasta la actualidad. En los años 30 las tenían prácticamente todas las calles.. Y también las placetas circulares. Y la estrechez de las calles no lo marca el matiz especulador sino que la planificación de viviendas unifamiliares.
Sobre el año 1933 la antigua propietaria de la mansión de Pubilla Cases, viuda de Cunill, a cambio de la exención de impuestos que había acumulado hasta 5.000 pesetas de las de entonces, cedió al Ayuntamiento parte de los terrenos de la finca y de la casa, esta última con el objetivo que su destino fuera para uso escolar que se hizo realidad a partir de 1967 como centro de educación Sant Josep Obrer.
En el transcurso de la guerra civil, el subterráneo o cripta fue utilizado como “txeca” (una instalación utilizada en la zona republicana al margen de las leyes para detener, interrogar, torturar, juzgar de forma sumarísima y ejecutar a sospechosos de simpatizar con el bando rebelde)
En los años 40, se instalaron algunas empresas como la fábrica de hilados de Joaquim Freixa, desde 1947. En el año 1964, las Sirvientas del Gran Corazón de Jesús fundaron el Colegio San José Obrero para niñas.
La Casa Pairal de la Pubilla Cases es un edificio protegido como bien cultural de interés local del municipio de L’Hospitalet de Llobregat.
La PLAZA PUBILLA CASES recibió su nombre el 19 de octubre de 1933 que lo aprobó el Ayuntamiento en sustitución de su denominación anterior que tenía, plaza Denia, cuya primera referencia como tal apareció en la guía de la ciudad de 1929. Ramón Puig i Gairalt la planificó en el 1926 como una de las tres plazas radiales de la Ciudad Jardín que proyectó para la zona, concibiéndola entonces como la plaza central y vertebradora del barrio.
En 1942 el Ayuntamiento ratificó el nombre de Pubilla Casas y ese mismo año se solicitó al Consistorio que se reintalara la fuente que antiguamente estaba en la plaza. Con el paso de los años, tambien fue identificado popularmente como la “plaza de los cables”, debido a que justo en medio se ubicó una gigantesca y peligrosa torre eléctrica, hoy desaparecida debido al soterramiento de las líneas de Alta Tensión que el Ayuntamiento democrático hizo realidad en 1993. Es interesante destacar que el año 1968, en el número 1 de la plaza se documentó la existencia de la llamada “Torreta dels capellans”, en la cual setrasladaron los servicios de la parroquia de Santa Gemma, los oficios religiosos de la cual continuaron celebrándose en la bodega de la Pubilla Casas, adoptada como capilla del colegio de San José Obrero.
Localizaciones
La MANSIÓN DE PUBILLA CASES (actual casa pairal de la Pubilla Casas) está situada en la actual Carretera de Collblanc, la avenida Tomás Giménez, la calle Covadonga y la calle Gravina.
La PLAZA PUBILLA CASES (Plaza del Pilar) es cirucular y está circunscrita entre la avenida Tomás Giménez, la calle Simancas.
La CALLE PUBILLA CASES está situada en la misma barriada entre la avenida Isabel la Católica y la calle Naranjos.
La plaza Libertad es uno de los pocos casos de bautismo popular por parte de los vecinos que reivindicaban el espacio como una zona verde para el barrio. Concretamente, esto ocurrió el 18 de septiembre de 1977 tras una gran manifestación y, a partir de las asambleas que se hicieron posteriormente, se decidió denominar este espacio como “Plaza de la Libertad”. Un participante en la protesta cogió un papel ese día, puso el nombre decidido por todos y lo pegó en una de las paredes.
Hay que tener en cuenta que, en aquellos momentos, tanto el movimiento obrero como el vecinal que vivían los últimos años del franquismo y de la Transición, tenían un alto contenido político donde se reivindicaba el final de la dictadura y el advenimiento de las libertades democráticas. De ahí vino la idea de bautizar a esta plaza con el nombre de Libertad.
La plaza Libertad está situada en el barrio de La Florida entre las calles Levante y Pedraforca, por un lado, y entre la avenida Miraflores y la calle Bóviles, por el otro.
Con anterioridad, en el mismo lugar donde ahora existe esta plaza, había una fábrica de piezas de cerámica denominada “Bóvila dels Valencians”. Hay que recordar que toda esta zona estaba prácticamente deshabitada, todo eran campos y abundaban las bóvilas, que se dedicaban a la elaboración de ladrillos y otros materiales de construcción.
La vida de esta bóvila se prolongó hasta los primeros años 70 aunque al final de la década, perdió su actividad y permaneció cerrada. A su alrededor empezaron a planificarse y abrirse calles como las que adoptaron el nombre de Llevant, Miraflores y Bóviles que seguían el patrón del Plan Urbanístico de 1926. Entre los años 50 y 60 se produjo un crecimiento explosivo del barrio de la Florida.
Al cerrar la bóvila quedó un solar muy apetitoso para los constructores. El sector de la construcción, ya en esa época, había dado un salto cualitativo importante. Los edificios que rodean la plaza, paralelos a la avenida Miraflores y Bóviles, son de la segunda generación que se construyeron en el barrio de La Florida, mucho mejores que los anteriores. Por eso eran comprados por las familias que ya tenían uno anterior y que querían prosperar adquiriendo un piso en mejores condiciones. La especulación, en aquellos momentos, había llegado a extremos no conocidos y se construían edificios muy altos y de pocos metros cuadrados.
En el terreno donde ahora está situada la plaza se intentó hacer una de estas operaciones especulativas importantes, pero alrededor de 1975, tanto los constructores como las autoridades municipales se encontraron con la oposición de un movimiento vecinal muy importante. La Associació de Veïns de La Florida reivindicaba el espacio como zona verde y que se convirtiera en una plaza. Se produjeron muchas manifestaciones de las que se hizo eco la prensa del momento. En aquellos años el barrio de la Florida ya contaba con unos 50.000 habitantes con una densidad de las más altas de Europa y ninguna zona verde digna de tal nomre.
Finalmente, los vecinos tuvieron que transigir para conseguir el espacio público y se resignaron a la construcción de los edificios que rodean la plaza y que acabaron llamándose la “Nueva Florida”. Al final, el solar se urbanizó en la década de los 80 como plaza, y su remodelación final se llevó a cabo en 1986.
La plaza ha sufrido posteriormente diversas modificaciones y finalmente se ha convertido en un espacio duro al estilo del urbanismo post-moderno. Se construyó en el subsuelo un párking con tres pisos donde caben casi 800 vehículos aparcados, y se perdió para siempre la posibilidad de un parque verde. En 1992 se tuvieron que realizar obras de impermeabilización del aparcamiento para que el agua de lluvia no se filtrara por el techo. Una vez realizado, se volvió a pavimentar con piedra granítica. Al final, la plaza se ha convertido en un espacio de centralidad del barrio, con un buen número de bares y tiendas que convierten la zona en un espacio muy transitado y animado.
En 1988, y dentro del proceso de catalanización de las calles, la plaza pasó a denominarse Plaça de la Llibertat.
Esta plaza, por su carácter central y populoso, ha acogido todo tipo de conciertos, mítines y fiestas. Uno de estos conciertos multitudinarios de los primeros años fue el de Quintín Cabrera, el cantante uruguayo que vivió en España muchos años, en Barcelona y en Madrid, y cuyas letras de sus canciones defendían la lucha obrera y la libertad.
Corresponde al distrito tercero, barrio de Santa Eulalia y toma el nombre de una antigua fábrica textil, concretamente de blanqueo y apresto de algodón conocida como “La Aprestadora Española”. Esta fábrica fue una de las primeras de l’Hospitalet (fundada en 1853 por un miembro de la familia Bonaplata, saga de grandes industriales barceloneses) y la más importante de toda la ciudad hasta su cierre en 1868. Con ella se introdujo en l’Hospitalet la máquina de vapor. Se dedicaba al acabado final de las fibras de algodón, primero mediante blanqueo con peróxidos y más tarde con el apresto final mediante el almidonado de los tejidos.
En aquellos años la fábrica estaba situada en una zona rural rodeada de campos. Para los trabajadores fabriles, tener su casa cerca de la factoría era fundamental por dos razones principales, porque no existían medios de transporte regulares y porque los horarios eran intempestivos, con jornadas muy largas que se iniciaban al despuntar el sol y terminaban cuando oscurecía. De ese modo, los patronos favorecían y los ayuntamientos toleraban, la autoconstrucción de viviendas en los aledaños de las empresas. Así es como nació la calle Aprestadora en Santa Eulalia sobre la base de las pequeñas construcciones de viviendas de planta baja de los primeros obreros de La Aprestadora. Las primeras casas debieron aparecer a principios de la década de los sesenta del siglo XIX y hacia 1890, cuando ya la empresa había cerrado, se completó el tramo inicial hasta la Riera Blanca.
En la década de los años 20 del siglo pasado, la calle ya iba de la Riera Blanca hasta la fábrica Godó y Trias conocida popularmente como les Sangoneres (sanguijuelas en castellano) por estar instalada en una zona de terrenos pantanosos donde se recogían estos anélidos muy utilizados entonces para hacer sangrías sanitarias. A partir de 1928 la calle se bifurcó en dos segmentos, al norte en la calle Sangoneras y al sur en la calle Can Trías, que después han tenido desarrollos autónomos. Desde el año 1948 la calle mantiene su trazado actual llegando desde el límite con Barcelona cerca de la parroquia de Sant Isidre hasta la vía del tren que limita el polígono Gornal. Mantuvo el trazado y se fue poblando a lo largo de esas décadas pero su urbanización definitiva se corresponde con los años 80 del siglo XX. En 1988, en el pleno municipal de octubre, se procedió a la catalanización del nomenclátor y desde entonces es oficialmente el carrer de l’Aprestadora.
Por Lluís Berbel y Jesús A. Vila
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