Yo quiero ser inmortal

19 de enero, 2021

Sé que es complicado, pero mi objetivo es ser inmortal. Da igual la manera, con cuerpo físico o  solo una mente consciente, o bien una nube flotando entre galaxias que sea Yo. Da igual, quiero ser inmortal. ¿Por qué? Por cotilla. Unos lo llaman ego, otros, curiosidad. No. Es cotilleo puro. Quiero ser inmortal para saber cómo acaba todo esto. Como acaba el planeta y como acaba el universo.

Ya sabéis que no creo en dioses ni en diablos. Tenemos lo que tenemos y somos una anécdota en una singularidad. No hay nada antes del nacimiento ni después de la muerte, pero durante ese tránsito me gusta pensar que quizás mi Yo pueda ser inmortal y contemplar dónde va todo esto. Soy como la Eufemia de mi pueblo, un cotilla profesional, una vieja del visillo.

Guillermo Martín Urquizu

Consell Esportiu y PDU-Gran Via, las dos pesadillas de Núria Marín

El pleno municipal de l’Hospitalet

18 de enero, 2021

Empezamos un año, intentando borrar u olvidar el anterior. Pero esta vida, está empecinada a no dejarnos descansar y nos va dando una sorpresa tras otra. Un vikingo que asalta el Capitolio, una tormenta que lleva nombre de mujer poco usual que ha azotado toda la península con gruesos de nieve nunca vistos en ciudades como Madrid, y la COVID-19, que ha cumplido con lo que ya anunciaban los epidemiólogos, con la tercera ola de infecciones y que convierte a l’Hospitalet en una de las 10 ciudades de Catalunya con más infectados.

Pero este año nos va a deparar más noticias. Seguro. Núria Marín, alcaldesa de la ciudad, vive uno de los momentos más críticos desde que el 19 de abril de 2008 fue nombrada alcaldesa, en sustitución de Celestino Corbacho, nombrado entonces Ministro de Trabajo. La alcaldesa revalidó su cargo en el 2011, 2015 y 2019, este último con mayoría absoluta.

El año 2020 fue un “annus horribilis” para todos, pero especialmente para la primera autoridad de l’Hospitalet. Primero, con el affaire del Consell Esportiu donde hay implicadas quince personas entre ellas tres concejales de su equipo: uno, Jaume Graells, denunciando prácticas no honorables y los otros dos, Cristóbal Plaza y Cristian Alcázar, implicados en ellas (se les acusa de los presuntos delitos de falsedad documental, desviación de subvenciones públicas, malversación y blanqueo de capitales). Contando además con la propia alcaldesa que tuvo que declarar ante la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) y a la que se le investiga porprevaricación, malversación de dinero público y omisión del deber de perseguir un delito.  

Este caso ha creado una crisis interna y enfrentamiento dentro del PSC.  Hay que tener en cuenta que uno de los acusados es Cristian Alcázar, primer secretario de la organización en l’Hospitalet.  De momento, ya ha habido una dimisión, Cristóbal Plaza, que dejó su cargo tras una reunión con Nuria Marín.

El Consell Esportiu estaba dominado por los socialistas aunque ahora, tras diferentes denuncias por parte de la oposición, se le quiere dar un aire nuevo y desde alcaldía se ha solicitado a los grupos municipales que nombren un representante para formar parte de dicho consejo rector.

Incluso, el grupo municipal socialista ha aceptado, en el último pleno municipal, presentarse como acusación particular en una moción presentada por ERC y aprobada por unanimidad, cuando en el mes de junio fue presentada la misma iniciativa y fue rechazada por el PSC con la ayuda de la abstención de C’s.

La titular del juzgado número 2 de l’Hospitalet tiene ahora la palabra. Suponemos que en los próximos días llamará a declarar a la alcaldesa, quien lo ha solicitado de forma voluntaria para dar su versión sobre los hechos. 

Pero no solo ha sido este punto el que ennegreció el año a Núria Marín. Su obra estrella, el Plan Director Urbanístico (PDU) de Gran Vía, se vio frenado por dos sentencias del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC). El proyecto urbanístico dibujaba un clúster sanitario con la potenciación de un núcleo de investigación biomédica, con el impulso del Hospital de Bellvitge y el Institut Català d’Oncología, algunas zonas verdes y la construcción de 28 rascacielos que es lo que parece que menos sale a la luz pública. Todo, a costa de eliminar la última zona agrícola con que contaba l’Hospitalet y sin tener en cuenta que es una de las ciudades más densas de Europa.

 Un proyecto que viene desde el 2017 y que fue bendecido por la Generalitat en julio del año pasado. Y respaldado, nuevamente, por el propio Damià Calvet, titular del Departament de Política Territorial i Sostenibilitat en una reunión con la alcaldesa, tras las dos sentencias del TSJC. Por cierto, el conseller pertenece a Junts per Catalunya,  partido que ha apoyado a Núria Marin en la Diputación de Barcelona, en una moción presentada por ERC en la que se le solicitaba que dejara el cargo mientras no se aclarara su situación en el affaire del Consell Esportiu de l’Hospitalet.

Las dos sentencias contra el actual proyecto del PDU son claras. Una de ellas manifiesta que nada justifica que el Àrea Metropolitana de Barcelona no dé su opinión cuando, entiende el alto tribunal,  que sí lo ha de hacer. La otra, declara que no se pueden contabilizar como zonas verdes las existentes bajo los bucles de las carreteras. Pero el trasfondo de este proyecto creo que está claro: existe la intención municipal de saltar el escollo que puede representar que el máximo órgano metropolitano dé su opinión, a sabiendas que es manifiestamente contraria al mismo o al menos tiene muchas objeciones al respecto.

Aún así, Marín insiste y la Comisión de Urbanismo de la Generalitat de Catalunya ya se ha puesto en marcha nuevamente para rehacer el proyecto y ajustarse a las dos sentencias y volver a darle al proyecto la dimensión de País, como ha manifestado la alcaldesa, para saltarse al AMB. Tanto el Hospital de Bellvitge como el Institut Català de Oncología, el Institut d’Investigació Biòmedica de Bellvitge, la Universitat de Barcelona o les patronals PIMEC o Foment del Treball ya han emitido cartas dando apoyo al complejo biomédico, sin saber claramente lo que allí se va a proyectar.

Mi responsabilidad ante lo que vemos

4 de enero, 2021

Terminó el 2020 pero no terminó el problema…

Hemos vivido un período intenso, novedoso, angustioso a nivel íntimo, familiar y a nivel general, como especie… acabamos una medida de nuestro tiempo, un año… pero no se acabó la pandemia.

En otras crisis de nuestra especie lo característico fue “el paso al acto” (liarnos a tiros y a cañonazos). En esta ocasión nos tuvimos que parar… quedarnos en nuestros refugios… las bombas no caían del cielo, las mortíferas balas no procedían de la trinchera enemiga… todo era fuego amigo… invisible, silencioso… te enterabas de su presencia cuando el virus ya llevaba varios días contigo… se había adueñado de partes de tu cuerpo para crecer…  

En el cielo había pájaros, el resto de animales paseaban despreocupados y exploraban  el territorio que ocupamos sin miramientos, las plantas florecieron como nunca, el aire estaba limpio para ellas y podían respirar mejor. Por el aire compartido con otros miembros de nuestra especie nos llegaba el mortífero enemigo… el covid-19.

Estamos viviendo una crisis importante, estamos en una gran encrucijada de la humanidad, pero ya que el covid nos ha parado… no nos paralicemos, no nos bloqueemos… pensemos… o vamos a seguir huyendo hacia adelante…

En mi opinión, merece la pena que pensemos…

El virus nos ataca con más violencia cuantos más años tenemos. Como sociedad admiramos la juventud y fantaseamos con ser eternamente jóvenes, y lo cierto es que envejecemos y como básicamente lo que hemos hecho con el progreso es poner años a la vida… nos recluimos, en el mejor de los casos. En la inmensa mayoría de ocasiones recluimos a la ancianidad en una especie de internados donde escondemos cómo se deterioran los cuerpos… también los nuestros. 

Antes de llegar ahí ¿no deberíamos poder pensar si queremos vivir esa experiencia en esas condiciones…? Nos llenamos la boca de palabras huecas, proyectando nuestra responsabilidad individual en la sociedad, en los políticos, etc…

Como si no fuese responsabilidad de cada uno de nosotros lo que pasa en la sociedad de la que formamos parte… Pertenecer a un grupo no nos resta ni un ápice de responsabilidad individual. Los gobiernos locales, autonómicos, nacionales… están formados por personas que representan a distintos grupos sociales… Nos quejamos del guirigay que hay entre los parlamentarios, como si la realidad no fuese un fiel reflejo de mi, de nosotros, de ti, de vosotros, de él, de ellos. Dejemos de hacer ruido, y ahora que el covid nos ha parado, aprovechemos para pensar.

¿Qué vamos a hacer frente a los retos que tenemos como sociedad, como humanidad?

¿Qué hacemos con nuestras basuras?

¿Cómo nos vamos a enfrentar al cambio climático?

¿Cómo le haremos frente a esta pandemia y a las que están por venir?

¿Cómo nos enfrentamos a nuestra ancianidad?

Insisto y concluyo. Lo que quiero decir con mi insistencia de que PENSEMOS, es que por una vez no salgamos despavoridos corriendo hacia nuestros repetidos errores. Pensemos en primera persona del singular. Qué es lo que yo debo hacer. Y tomar decisiones desde mi espacio de responsabilidad individual para cambiar mi forma de relación con mi entorno natural. El planeta, los recursos naturales, son el espacio vital de mi especie y el de otras muchas. ¿Qué tengo que hacer para poder convivir respetando las necesidades de todos…?

Estoy obligada, estamos obligados a posicionarnos sobre qué hacemos y cómo utilizamos los recursos naturales.

Qué hago, qué hacemos para revertir el cambio climático. 

Dónde sitúo, dónde situamos la declaración de derechos humanos en mis relaciones con el resto de seres humanos.

Cómo me organizo, cómo nos organizamos.

Quién me representa, quién nos representa.

Asumo la responsabilidad social de los actos sociales de quien me representa y en consecuencia asumo que están ahí, en el consistorio, en el Parlamento, en el gobierno porque yo, tó, él, nosotros, vosotros y ellos los pusimos. Y si nos abruman, nos avergüenzan… es responsabilidad mía, de mi grupo íntimo, de mi comunidad… mantenerlos o cambiarlos.

Pensemos, tomemos decisiones y hagámonos responsables de las consecuencias que derivan de ellas. No son solo los otros los que se equivocan y cometen errores. Yo también los cometo y además son los únicos que puedo y debo corregir. No puedo seguir dejando pasar mi vida viendo como los otros cometen fallos en las cosas que emprenden y yo tener mi vida, mi entorno hecho unos zorros…  ocupémonos de aquello que está a nuestro alcance. Ocupémonos de que lo que hacemos, sea como nosotros queremos que lo hagan los otros…

Buenas noches y buena suerte. 

Ana M. Rodríguez

Annus horribilis, señora Marín

12 de diciembre, 2020

La imputación policial a Nuria Marín este pasado jueves, después de ser citada para declarar como testigo, resultó tan sorprendente como previsible y amenaza con provocar la hecatombe anunciada. Me explicaré. Fue toda una sorpresa especialmente para ella, su ayuntamiento y su partido, pero sobre todo por dos razones. La primera, que no conocen muy a fondo a la UDEF —la unidad de la policial judicial que investiga los delitos de corrupción—, aunque deberían, y la segunda, porque les resultaba impensable que una simple irregularidad administrativa —como señaló en su día Miquel Iceta— alcanzase de pleno a la niña mimada del socialismo catalán y en consecuencia a su débil corazón —el del PSC, obviamente—, cargado de inseguridades. Desde ese mismo momento, sin embargo, se han desatado, esta vez sí, todas las alarmas. Y no porque ERC haya pedido ya dos mociones de censura, una en el pleno de la Diputación y otra en el municipal, ni porque los comunes hospitalenses y los de Ciudadanos le hayan pedido la dimisión, cuestiones que se podían dar por oficiosas en la medida en que la oposición siempre aprovecha cualquier resquicio allí donde es frágil —y en l’Hospitalet toda la oposición lo es— sino porque una imputación de la juez pone el cargo de la Marín en una auténtica cuarentena.

Tiene que haber gente en l’Hospitalet frotándose las manos, al mismo ritmo que le crecen las dudas a la alcaldesa intocable. La principal de ellas es si va a poder resistir a los cargos judiciales cuando lleguen —que llegarán—, y de ahí que haya optado por demostrar que ella no tiene nada que ver con el asunto clave —la corrupción en el seno del Consell Esportiu—, y se muestre predispuesta a declarar lo más pronto posible y de la manera más transparente ante la juez, como ya lo hizo, sin ocultar nada ,ante la UDEF. Tendría que haber sabido que cuando la UDEF muerde sobre un proceso de corrupción, solo lo suelta cuando ha puesto al sospechoso ante el juez con todas las vergüenzas al aire. Y eso es, probablemente, lo que va a pasar. 

La verdad es que el tema era muy complicado desde su inicio y viene muy de lejos, de los problemas por contentar a demasiada gente con aspiraciones: la paz en partidos donde hay mucho por repartir, pasa justamente por repartir equilibradamente, pero ya se sabe que los equilibrios suelen ser arbitrarios y siempre hay gente descontenta que alberga rencores por la falta de reconocimiento o por los agravios comparativos. Y encima, cuando este caso se envenena, se envenena con un par de protagonistas de esos que complican las cosas. Uno, el teniente de alcalde Cristian Alcázar, que es quien manda en la organización local del PSC. Y el otro Cris Plaza que hasta hace cuatro días era el máximo responsable del Consell Esportiu para pasar luego a ser asesor y más tarde concejal, previa una liquidación de 47.000 euros, a todas luces incorrecta además de inmoral, cuyo desconocimiento es imposible que pueda alegar la alcaldesa. 

Escribo esto, un par de horas después de que el gabinete de prensa municipal, en sábado, haya dado conocimiento de la dimisión de Plaza para facilitar la investigación judicial sobre el Consell. Hasta ahora todo el mundo hablaba de la consabida presunción de inocencia. Cuando uno dimite, después de resistirse, claro, está reconociendo que algo no se hizo bien. Plaza se resistió y le resistió la alcaldesa. Ahora, la alcaldesa necesita que alguien caiga para que no caiga todo. Me temo que vano intento. Y si no cae Alcázar es porque Alcázar es bastante más que el segundo hombre de la lista municipal: es el primer secretario local y tiene al partido, que lo eligió hace un año, detrás.

Si cae un imputado, sin embargo, nadie va a entender que no caiga el segundo y que después del segundo no caiga el tercero, o sea que aquel incidente administrativo que Graells llevó al juzgado, está amenazando con implosionar el invento socialista local. Decía antes, que debe haber gente en l’Hospitalet frotándose las manos. Si yo fuera Marín se las miraría de reojo a Belver, el primer teniente de alcalde, porque las debe tener bastante rojas…

Y a todo esto Graells sigue en el equipo de gobierno votando todo lo que debe, para garantizar la mayoría absoluta a un grupo municipal en cuyo seno hay gente a la que denunció en el juzgado. Graells no era un cualquiera en el Ayuntamiento. Era el tercer hombre de la lista municipal (el sexto por ser una lista cremallera), de modo que su peso era notable, pero encima es el concejal que hace 14 en un ayuntamiento de 27 regidores. Es decir, él fuera del grupo municipal socialista, se convierte en árbitro de la situación, de modo que nadie puede atreverse demasiado a pedirle la dimisión no sea que se encabrite y en lugar de dimitir ahueque el ala del grupo.

Añádasele a esta sanfaina la reciente sentencia del TSJC sobre el PDU-Gran Vía y habrá motivos para que la Marín pueda hablar de annus horribilis más allá de la pandemia que se ha cargado ya a 659 conciudadanos.

Epidemias

11 de diciembre, 2020

Antes de la COVID-19 disfrutábamos de aquella antigua normalidad. No, no es cierto, antigua sí, pero normalidad ni por asomo. Ya estábamos enfangados en el cambio climático, la ultraderecha aprovechaba la mediocridad e ineficacia de los poderes públicos para medrar y aparecía una nueva epidemia. Sí, antes de la pandemia apareció una epidemia, no tan grave, ni mucho menos; infinitamente menor, pero a la que, al menos en L’Hospitalet, no se le han prestado los mecanismos necesarios para su regulación. La epidemia del patinete eléctrico.

Van por la calzada a toda velocidad, de repente se suben a la acera a la misma velocidad, da igual el ancho de la acera, tú, como peatón te apartas; el centro de cualquier superficie es su zona de confort. Ves patinetes portando personas de cualquier edad, solos, en parejas o con niños agarrados al mástil. He visto una madre con dos niños, he visto tres adolescentes, he visto un trabajador con una enorme caja de herramientas dando un ancho de casi un metro. Espero que todo esto se diluya como lágrimas en la lluvia.

Sé que la Guardia Urbana denuncia y multa cuando se lo ponen blanco y en botella, pero no hay manera de controlar una ciudad como esta. A mí, que salgo poco, me han estado a punto de atropellar dos veces por descuido o negligencia de los usuarios, una al doblar una esquina y encontrarme con un patinete a toda velocidad, otra al coincidir, en el mismo punto de una acera estrecha, mi paseo tranquilo con el cruce de dos patinetes en sentido contrario. Hace dos días hubo una tercera ocasión, esta, a mala leche. Un tipo de unos veinte años circulaba a toda velocidad por la calzada de la remodelada calzada de la calle Leonardo da Vinci, en ese tramo de unos doscientos metros solo estábamos él y yo. Al verme se subió a la acera y me enfiló mientras se reía. 

¿Cómo un vehículo que alcanza los treinta quilómetros por hora y es insonoro puede circular por la calzada, por la acera y por los carriles para bicicletas, por donde le dé la gana? ¿Puede un ciclomotor circular por todos esos sitios, o solo por la calzada? ¿Puedo circular con mi coche por la acera para evitar atascos? 

El 13 de enero de 2020 se publicó un artículo en el que se detallaba una prueba piloto de la Guardia Urbana para controlar a estos vehículos en Collblanc y la Torrassa, con el fin de informar y sancionar a aquellos usuarios de patinetes que circularan por las aceras y con un solo usuario. Estamos en diciembre de 2020. El patinete sigue igual.

Guillermo Martín Urquizu

Nuria Espert ya es profeta en su l’Hospitalet natal

La laureada Núria Espert ha recibido todos los premios posibles de las artes
menos el reconocimiento de su ciudad natal, l’Hospitalet, que acaba de llegar en forma de
medalla de oro de la ciudad. En la imagen, Espert recibiendo el
Príncipe de Asturias de las Artes en 2016.

En cuanto las condiciones sanitarias lo permitan, se procederá a la entrega de la medalla de oro de la ciudad. Más vale tarde que nunca.

8 de diciembre, 2020

El pobrecito hablador que firma estas líneas se quejaba en la edición de noviembre de 2019 de la revista El Llobregat de que nadie es profeta en su tierra. Y como prueba, denunciaba que la laureada Núria Espert ha recibido todos los premios posibles de las artes menos el reconocimiento de su ciudad natal, l’Hospitalet. Un año después del amargo quejío, el pleno del ayuntamiento de la ciudad, en su última sesión de 25 de noviembre, enmendó esa indiferencia histórica al acordar otorgar por unanimidad la Medalla de Honor de l’Hospitalet en la categoría de oro a nuestra diva de la escena nacional. Ochenta y cinco años de vida dedicada al teatro y a la transmisión de la cultura, reconocida por todas las instituciones nacionales e internacionales, no había sido suficiente.

Parafraseando al poeta británico Alexander Pope, “errar es humano, perdonar es divino, rectificar es de sabios” y veo que en el caso de la nuestra gran dama del teatro español, la alcaldesa Nuria Marin ha demostrado su sabiduría y, en cuanto las condiciones sanitarias lo permitan, se procederá a la entrega de la medalla de oro a Nuria Espert en un acto al que espero acudir para ver cómo l’Hospitalet reconoce a una de sus profetas más internacionales. Otra licencia que me atrevo a tomar, por el interés que ahora cobra, es la reproducción del artículo que publiqué sobre este asunto en la revista El Llobregat que se encartó el 1 de noviembre de 2019 en el diario La Vanguardia, y que llevaba por título: “Nadie es profeta en su tierra”. Decía así:

Nadie es profeta en su tierra

Predicar donde has nacido es muy difícil. Incontables son los ejemplos de ciudadanas que destacaron allende sus pueblos y que no fueron tenidas en cuenta entre los suyos. La expresión que titula estas líneas tiene un innegable contenido religioso, pues fue Jesús quien la dijo. Después prepararse durante 40 días en el desierto, regresó a la sinagoga. Los asistentes, que lo conocían desde niño, interpretaron sus palabras como herejía e intentaron arrojarle por un despeñadero. Jesús escapó y empezó a predicar y a sanar enfermos. Y siempre fue escuchado y respetado.

“De cierto os digo que ningún profeta es aceptado en su propia tierra” (Lucas 4:24). De acuerdo con la lógica de las palabras de Jesús, al igual que en la antigüedad ocurría con los profetas, sigue siendo harto difícil hoy en día el reconocimiento del talento entre vecinas si no media el éxito fuera del lugar de origen. De ahí que muchas hayan empredido su carrera fuera de su lugar de origen. Pero una vez alcanzada una buena reputación, suele ocurrir que tampoco es reconocida entre sus paisanas. Un claro ejemplo lo tenemos en la gran dama del teatro español y natural del hospitalense barrio de Santa Eulalia, la laureada y nunca reconocida en L’Hospitalet, Núria Espert.

La actriz de teatro, cine y ópera que también ha dirigido, nació el 11 de julio de 1935, un año antes de que estallara la guerra civil española. Sus padres se habían conocido en un grupo de teatro y transmitieron esa afición a su hija. Desde muy pequeña, comenzó a actuar en un grupo de su barrio. Con doce años, debutó en el escenario y a los 13 ya notó que el arte escénico se apoderó de ella, tal y como recordaba en su discurso al recoger el Premio Princesa de Asturias 2016 de las Artes. El teatro convirtió a Núria Espert en otra persona: “apasionada, ambiciosa”, tan entregada que consiguió que no pudiera ser ella misma más que en el escenario.

En sus propias palabras: “El teatro me eligió. Al principio suavemente, pero en tres, cuatro años se había convertido en dueño absoluto de mi vida, de mis deseos, de mis sueños. Cada vez con más fuerza, con más exigencia. Hizo de mí una persona apasionada, ambiciosa, tan entregada que consiguió que yo no pudiera ser yo misma más que en el escenario, más que transformada en otra persona, no un personaje, una persona. Esas transformaciones no son nunca placenteras. Mi dueño es muy duro; me he lastimado muchísimas veces tratando de servirle. Aún lo intento. Pero él nunca dice basta, para, ya basta…”.

Inasequible al desaliento

Tan apoderada está Núria Espert por su dueño, que con 84 años de edad sigue recorriendo los escenarios, ahora con el Romancero gitano, de su amado Federico García Lorca, bajo la dirección de Lluís Pasqual. Una obra en la que ella sola llena la escena durante 60 minutos y con la que está recorriendo media España. Tanto en el libro como en la representación, se evoca las raíces de Lorca, el amor a su tierra, su pasión, la tradición, la cultura, la historia, la literatura y la religión. Son poemas de temática romántica cargados de populismo y folklore, de sensualidad, pero también de frustración, tragedia y muerte.

Afortunadamente, del 8 al 26 de enero próximo, podremos disfrutar de Núria Espert y de Lorca en el Teatro Romea de Barcelona para sumergirnos en esa “atmósfera misteriosa de muerte” ligada casi siempre a alguna forma de violencia, cargada de simbolismo y metáfora. Porque la pena andaluza es la figura central de este Romancero y está personificada en los gitanos, auténticos protagonistas de la Andalucía lorquiana, arquetipos de la libertad y la pasión, de lo mítico y lo trágico. Y Espert los encarna como el alma profunda de Andalucía. Porque los romances lorquianos son, además, ejemplos de convivencia entre elementos tradicionales o cultos y populares. Con esos mimbres, Espert y Pasqual logran una síntesis del mundo clásico y el moderno, entre todos los elementos históricos que convergen en Andalucía: los romanos, los árabes y los gitanos.

Núria Espert, además del Princesa de Asturias, tiene el Premio Valle-Inclán de Teatro (2010), el Nacional (1984) y cuatro premios Max. También es doctora “honoris causa” por las universidades Internacional Menéndez Pelayo y Complutense, caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia y Comendadora de la República de Italia, y atesora más de una docena de otros premios más, como la Cruz de San Jordi de la Generalitat de Cataluña. Pero nunca ha tenido ningún reconocimiento de su ciudad natal, L’Hospitalet. Que Núria Espert esté el mes de enero en Barcelona es una oportunidad de oro para que su ciudad le rinda el homenaje que le debe.

Nexo entre clasicismo y modernidad

El acta del jurado de los Premios Princesa de Asturias señaló a nuestra gran dama del teatro como un nexo, por un lado, entre el clasicismo y la modernidad, y por el otro entre el catalán y el español. Y desde el escenario del Teatro Campoamor de Oviedo, predicó con su palabra, al recitar en carne viva dos monólogos de Lorca y Shakespeare, “ambos clásicos y ambos contemporáneos”, el primero recitado en su original castellano y el del Rey Lear en su traducción catalana. El auditorio enmudeció emocionado y rompió a aplaudir cuando la Espert interpretó el monólogo del tercer acto de “Doña Rosita la soltera”, de Federico García Lorca. Rosita tiene 45 años y habla por primera vez ante su tía y su ama de lo que ha sido su espera durante 30 años, esperando la vuelta de su primo, de quien estaba enamorada y comprometida para casarse. “La esperanza me ronda, me persigue, me muerde como un lobo moribundo que apretara sus dientes por última vez”. Y Espert finalizó su intervención en Oviedo recitando en catalán unas palabras de El rey Lear, de Shakespeare. Son sus últimas palabras cuerdas antes de elegir la locura como única posibilidad de soportar el dolor. Habla de los desamparados que viven día a día esa situación invivible en la que él se encuentra. Confiesa que nunca antes se ha preocupado antes:

“Pobres desamparats, on sigui que us trobeu,
Vosaltres que heu de soportar els embats
D’aquest temporal ferotge,
¿com us defensaran d’un temps així
Els vostres caps desprotegits,
Els vostres ventres famolencs
O la vostra roba plena de forats?
Que poc m’ha preocupat, fins ara, tot aixó!”.

Por Juan Carlos Valero

PDU-Gran Via: No és no

El projecte de Pla Director Gran Via-Llobregat 2020

25 de novembre, 2020

El ple municipal de l’Hospitalet va rebutjar, en la seva darrera sessió de novembre, una moció presentada pel Grup Municipal de l’Hospitalet En Comú Podem, instant l’Ajuntament a acatar la recent sentència del Tribunal Superior de Justícia de Catalunya que anul·lava el PDU Gran Via-Llobregat amb els únics vots del partit socialista, com era d’esperar, perquè ja havien anunciat el recurs de Cassació davant els tribunals dies enrere. 

Els arguments formals van ser els mateixos que sostenien el projecte. A saber: que es tracta d’un pla director que inclou el soterrament de la Gran Via, la recuperació d’un espai lliure de 30Ha i la construcció hipotètica d’un clúster biomèdic, aspectes sobre els quals és difícil que ningú pugui estar en contra, malgrat que segur que poden existir matisos considerables que potser caldria tractar amb més detall el dia que es pugui parlar sense l’amenaça d’un Pla Director que contempla bastants altres coses, a banda de les esmentades. En la defensa, per tant, de la posició del PSC local en prou feines va haver-hi sorpreses, com no sigui que el recurs es presentarà davant les vies judicials autonòmica i estatal si hi ha recorregut, i és va aprofitar per inflar la retòrica, cosa que ja d’entrada posa de manifest la inseguretat dels arguments per defensar una cosa que, hores d’ara, resulta ja indefensable fins i tot pel propi dissenyador del disbarat. 

L’argument retòric és el que sempre que s’acaben les explicacions raonables fa servir l’equip de govern: que el projecte representa un motor econòmic, un motor econòmic que representarà 20.000 nous llocs de feina i la possibilitat de més ingressos per les arques municipals que serviran per cobrir les enormes necessitats que té la ciutat en tots els ordres. Argument retòric, perquè es basa en una pura especulació de futur: no se sap hores d’ara si el que es vol fer representarà un atractiu suficient per un hipotètic clúster biomèdic i si això comportarà llocs de feina. Ni tampoc és cap garantia que en cas que sigui possible el clúster biomèdic, el motor econòmic tingui repercussió local, els 20.000 llocs de feina afavoriran especialment els ciutadans de l’Hospitalet, ni tampoc que els recursos que l’Ajuntament suma es dediquin prioritàriament a equilibrar la ciutat, a adjudicar recursos a qui més els necessita i a reinvertir, en suma.

Sura, en el fons de l’argumentari, la qüestió essencial que —pels dissenyadors del Pla Directiu—, és la manca de recursos per fer polítiques d’inversió. El primer tinent d’alcalde va repetir al ple la cantarella habitual: i això qui ho paga? Si la Generalitat expropia Can Trabal i paga el soterrament de la Gran Via, ja no caldrà parlar del PDU… És a dir, sense voler-ho, s’està reconeixent l’enorme operació especulativa que hi ha al darrere. Per què es pagui l’expropiació de Can Trabal i el soterrament de la Gran Via cal que algú en tregui les plusvàlues necessàries. I l’Ajuntament reconeix tàcitament que es plega al gran negoci dels promotors i els especuladors del sol per fer les inversions públiques que li calen. 

El problema és que els negocis immobiliaris no son passatgers i l’ocupació de l’espai acostuma a ser per sempre. És a dir, l’equip de govern del PSC accepta l’efectiva i constatable barbaritat constructiva de 26 gratacels en espai lliure per aconseguir un parc públic al costat del riu, el soterrament de la Gran Via i diners anuals per anar gastant en polítiques sobre les quals els socialistes al govern són els que, fa quaranta anys, fixen les prioritats. I no es pot dir que les prioritats hagin convertit la ciutat en un exemple d’equilibri social, de qualitat de vida i de serveis i equipaments suficients, com és ben palès per a qualsevol que escolti les entitats del tercer sector o es passegi pels barris més decrèpits de la ciutat.

És a dir, aquests arguments ja no colen. De fet, cap argument colaria suficientment per defensar polítiques irreversibles de sol, com les que hem vist a aquesta ciutat al menys des de principis dels anys 90.

La realitat és que els raonaments retòrics cada vegada tenen menys pes, per això els esforços per argumentar acaben descobrint les veritables raons ocultes d’aquest tipus de política de campanari. Potser l’alcaldessa no hauria d’haver reargumentat al passat ple perquè, sense pretendre-ho, va exposar allò que forma part de l’ADN d’aquest equip de govern. Va defensar un projecte que, en paraules literals, “va més enllà de la pròpia ciutat”. Doncs aquí rau el problema: si alguna cosa precisa la ciutat més densa d’Europa i amb dèficits hores d’ara monumentals és no fer cap projecte “que vagi més enllà de la pròpia ciutat”. És possible que l’Hospitalet li caigui petit a l’alcaldessa o als que dissenyen l’urbanisme local. Doncs bé, això té solució. No seria la primera vegada que un alcalde de l’Hospitalet arriba a ministre —i després desapareix—, però la ciutat no és mereix un recorregut històric lamentable per alimentar carreres polítiques. La senyora Marín va dir que el Cluster biomèdic que actua com “la zanahoria que justifica lo injustificable” —segons la portaveu dels Comuns— serà un “referent del sud d’Europa”. Doncs potser als ciutadans de l’Hospitalet no els hi cal “un clúster referent del sud d’Europa”. Potser en tenen prou amb escoles sense barracons, barris amb zones verdes,  CAPS en condicions per atendre les necessitats mes peremptòries dels ciutadans, Serveis Socials municipals amb àmplia disponibilitat o espais de lleure adequats per fer realitat la ciutat educadora de la que tant ens vanem.

I tot això qui ho paga?, diria el senyor Belver… Doncs els que ho paguem sempre: els contribuents. Tot surt de la mateixa butxaca senyor Belver: també les inversions públiques i, sense cap mena de dubte —i només és un exemple, però prou il·lustratiu— el seu sou, un sou, recordem-ho, sobre el qual no hi ha limitacions legals i que es posen vostès mateixos sense contrastar-ho amb la ciutadania… 

O sigui, preguntar qui paga el que cal fer, es una altra pregunta retòrica perquè el problema no és qui paga, sinó com s’administren els recursos, com és gestiona el capital públic, com es prioritzen les necessitats. I això és justament la política: la gestió dels recursos públics amb la màxima cura, al servei de la ciutadania i amb l’objectiu d’equilibrar el teixit social i donar-li respostes de qualitat.

No deixen de ser importants alguns reconeixements implícits d’aquests darrers dies. El reconeixement que la ciutat necessita espais lliures, el reconeixement que cal esponjar els barris de la ciutat, el reconeixement —superlatiu— que les accions urbanístiques que estem veient avui als carrers de la ciutat són producte de les actuacions de fa uns quants anys enrere (o sigui, que potser ara no es farien). Els hi calen, però, uns quants reconeixements més: que haurien d’intervenir en la mesura de les possibilitats reals sobre els projectes urbanístics en marxa, que haurien de plantejar-se un model de ciutat consensuat amb els grups polítics i la ciutadania de cara a l’immediat futur, que haurien de considerar prioritària la política de rehabilitació de barris i no la política de rehabilitació de la imatge de marca de la ciutat, que els afecta a vostès (polítics locals)… però no a nosaltres (humils ciutadans).

És veritat que la gestió ha comptat poquet a l’hora de renovar les fidelitats polítiques. Si hagués estat així, fa temps que vostès estarien a l’oposició. El que ha comptat per vostès han estat les fidelitats clientelars i l’absència d’una alternativa eficaç i creïble (creïble fins i tot per ells mateixos). De tota manera, el seu govern és legal, però ara que està tan de moda divertir-se sobre el que es legal i el que és legítim, no haurien d’oblidar que governen amb majoria absoluta de regidors i gairebé 44.000 vots, però que un total de 76.000 veïns amb dret a vot es van quedar a casa o van votar nul o blanc.

I una cosa més, sobre l’esponjament dels barris del nord de la ciutat, perquè el senyor Belver en un debat recent va deixar una pregunta a l’aire de fàcil resposta. Va preguntar: i que fem amb els veïns que espongem dels barris del nord? I es va autocontestar: perquè si els hem de fer fora del barri jo hi estic en contra. I tothom, senyor Belver. Esponjar un barri no és expulsar veïns: és buscar solucions sense expulsar veïns perquè tots els veïns i veïnes visquin millor. Si vostè creu que esponjar un barri és sinònim d’expulsar veïns, és que no ha consultat l’abundant literatura existent sobre les actuacions al Raval de Barcelona en l’època del seu correligionari Maragall. Segur que es podria haver millorat l’experiment, però per això estan vostès, que poden convertir els nous barris del nord en un clúster d’experiències socials capaç de ser estudiat a les millors universitats del món.

I mentre tant, no és no. Zero al consens.

Una pandèmia que afecta a tothom, però no a tothom per igual

Membres de l’Associació Educativa Itaca/ Font: @associacio.itaca (Facebook)

Lídia González, subdirectora de l’Associació Educativa Itaca

21 de novembre, 2020

Si la situació provocada per la covid fos una metàfora i ens trobéssim al mig del mar, la societat estaria ara mateix patint el cop de la segona onada (gegant) que està provocant que moltes persones, estiguin a la deriva, nedant a contracorrent o subjectes per un flotador fràgil… algunes d’aquestes persones aconseguiran mantenir-se dalt d’un vaixell que ja trontolla o arribaran a terra ferma amb molt d’esforç o trobaran un vaixell tripulat per algun familiar i/o amic o amiga.

Volem parlar d’aquestes persones però també d’aquelles famílies, les quals abans de començar aquesta situació de pandèmia, ja eren a la deriva, sense vaixell, ni bots, ni flotador ni vaixells d’amic als quals pujar. Si abans de tot això ja estaven en aquesta situació, quin és ara el seu dia a dia?

Són moltes les famílies en situació de precarietat al barri de Collblanc La Torrassa, aquestes famílies abans de la pandèmia ja es trobaven en situacions molt complexes; la seva situació d’irregularitat no els permet tenir contractes regularitzats, el seu dia a dia depèn de si aquell dia treballen o no, literalment treballar un dia o no fer-ho vol dir menjar o no menjar.

Durant el confinament totes aquestes famílies es van quedar amb zero ingressos, el que vol dir que havien de dependre dels bancs d’aliments, saturats on les llistes d’espera superaven el mes.

Aquestes mateixes famílies per la seva situació administrativa viuen, en moltes ocasions pagant el lloguer d’una habitació, en pisos sobre ocupats ja que no poden accedir a contractes de lloguer, o bé perquè no els poden pagar, o bé perquè ningú els hi vol fer el contracte. Aquesta situació, va comportar i comporta encara, l’expulsió d’aquestes persones dels pisos.

Els pisos sobre ocupats, comporten a més a més, situacions d’angoixa en relació amb la transmissió del virus, si un membre de la habitatge era positiu fàcilment i ràpidament s’estenia a la resta d’habitants.

Una altra de les problemàtiques, que es torna a repetir ara, és la cura de menors, quan una família, una mare que no té xarxa de suport ha d’anar a treballar, amb qui es queda el seu fill o filla?, que passa quan no pots escollir quedar-te a casa o fer teletreball? Moltes famílies no poden escollir i no tenen alternatives. Això torna a passar ara, quan els nens i nenes són confinats per positius en els seus grups bombolla.

L’angoixa d’aquestes famílies ha anat augmentant i encara no hi ha pausa, els deutes han anat augmentant i seguiran augmentant, perquè moltes economies familiars encara no s’han reactivat, i quan ho facin, si és que ho fan, els sous precaris moltes vegades no arriben ni per pagar el lloguer.

Un dels fets que més ens preocupa és la salut mental de les famílies, les persones adultes per una banda i els i les menors per l’altre. Fa molts mesos que són sotmesos a una incertesa, una ansietat que no minva, que no té treva, una ansietat que augmenta, a la vegada que augmenten els deutes, les problemàtiques i que disminueixen les oportunitats laborals. No hi ha consol ni lloc (família, amistats, administració…) a on aferrar-se.

Hem pogut observar al llarg d’aquests mesos com els nens i nenes, i sobretot els i les joves perdien aquesta part de relació tan important, la part del joc, del contacte de compartir…i no només estan perdent aquesta part social sinó que la part acadèmica està sent molt i molt complexa.

Sembla que la solució per poder seguir el ritme i el rendiment acadèmic passa per l’ús de dispositius electrònics, per fer classes a distància, però aquest fet, a part d’esborrar la part relacional (imprescindible per tantes coses, com per exemple el benestar emocional), deixa, de nou, una part de la població en un desequilibri d’equitat exagerat respecte l’altre part de la societat; no tots els infants disposen de dispositius per seguir les classes, o de connexió a internet. No totes les famílies tenen el privilegi de dominar les eines tecnològiques, o disposen del temps necessari per acompanyar en aquestes tasques als seus fills i filles, no totes les famílies tenen la sort de poder fer teletreball, d’entendre l’idioma o de disposar dels coneixements necessaris dels continguts de les assignatures.

On són tots els dispositius que es van prometre abans de l’estiu des de l’administració? Encara no han arribat… i ara ens trobem amb un dia a dia en el que constantment s’estan confinant grups bombolla, tothom sabia que a l’octubre hi hauria un rebrot, que això passaria, però ningú s’ha anticipat a cobrir aquesta necessitat, de fet ja ni se’n parla. 

La ironia de tot això, és que la majoria de famílies que es troben en aquestes situacions dures i complexes, són les mateixes persones que es dediquen a la cura de la resta de la societat, la majoria de feines que ocupen estan relacionades amb tasques de cura; cura de gent gran, neteges dels hospitals, centres educatius, cura de menors… Les mateixes persones que cuiden de la resta de la societat a la vegada són les mateixes que per la mateixa societat són excloses i literalment aïllades; queden fora de les prestacions econòmiques, se les expulsa dels habitatges… se’ls neguen els drets bàsics i la dignitat.

Volem fer constar, que moltes entitats com la nostra, socials i de base, en moltes ocasions arraigades als territoris, van haver de fer grans inversions durant el confinament, per poder, per exemple, subministrar aliments a famílies que literalment no en tenien, per poder assessorar en matèria de lleis, de prestacions, de normatives… per poder adquirir dispositius electrònics… les entitats del tercer sector han sostingut, més que mai i durant mesos el que l’administració no donava a l’abats per cobrir. Comencem a ressentir-nos econòmicament (i mentalment). Les ajudes que es plantegen per entitats que estem a la trinxera, als barris, són insuficients, és evident que les administracions no sempre són conscients del valor social i capital d’aquestes entitats, de la tasca que fem i de totes aquelles accions que permeten esponjar als serveis municipals que haurien de donar resposta a una quantitat tan gran de necessitats emergents de les famílies que els és inassolible.

No se’ns mira; dues setmanes més tard de començar la nostra activitat encara no disposaven de protocols específics contra la COVID, un servei que precisament concilia la vida familiar i laboral de famílies en situació precària, un servei que està contemplat dins una llei de serveis socials com és en aquest cas, el Centre Obert.

El mar encara no està en calma, ni tan sols podem saber quan sortirà el sol, els recursos socials i econòmics, s’acaben i la possibilitat de generar-ne de nous cada vegada sembla més una utopia. Les entitats que sovint ens convertim en petites illes al mig d’aquest mar negre, seguim treballant per oferir un petit espai on agafar aire, però aquestes illes cada vegada són més petites i els recursos cada vegada més escassos.

Que passarà quan tantes i tantes persones comencin a quedar-se sense habitatges?, sense recursos?, com i quines seran les conseqüències en uns mesos, en uns anys d’aquests nens, nenes i joves, que ja partien des d’uns quants esglaons per sota respecte a altres infants pel que fa a oportunitats, i ara, s’han situat encara molt més a baix?

Per desgràcia tot això no ha acabat, de fet només acaba de començar, i no anticipar-se al que vindrà sabent que arribarà, és una responsabilitat per part de totes aquelles entitats, administracions i governs que tenen la potestat de canviar les coses.

Per part nostre, com sempre hem fet i no deixarem de fer, seguirem donant el millor de nosaltres, com sabem també, que ho farà tot el teixit associatiu, perquè entenem així la nostra raó de ser, ens fem càrrec com a institucions però també com a ciutadans i ciutadanes, de la coresponsabilitat que tenim, per intentar fer d’aquest barri, aquesta societat i aquest món, un lloc més just amb menys desigualtats. 

Seguirem remant en aquest immens mar, amb o sense veles.

PDU-Gran Via: tot en mans dels Comuns

14 de novembre, 2020

Es fa difícil amagar l’alegria per la sentència del Tribunal Superior de Justícia de Catalunya que ha anul·lat de ple dret el PDU-Gran Via que pretenia construir 27 gratacels com a suport a un pla especulatiu sense precedents en la última zona lliure de la ciutat. Però l’alegria, malgrat ser inevitable, no ens pot enlluernar. Aquest primer episodi, el que ha aconseguit exclusivament és ajornar de moment allò que havia d’iniciar-se de manera imminent i que ara haurà d’esperar al que dictamini el Tribunal Suprem sobre els recursos de Casació que ja han anunciat l’Ajuntament de l’Hospitalet i la Generalitat. Ha estat una resolució extraordinàriament important però està lluny d’aturar l’amenaça. L’amenaça només l’aturaria la negativa de l’Àrea Metropolitana de Barcelona a impulsar un projecte que només interessa al govern PSC de la ciutat, a la majoria PSC de l’AMB, als promotors i propietaris immobiliaris i al govern de la Generalitat, no oblidem, format per Junts per Catalunya i ERC.

Te raó l’Ajuntament de l’Hospitalet que s’ha apressat a dir que la sentència del TSJC no entra en el fons del projecte i només es basa en un defecte formal perquè considera que ha de ser l’AMB qui reguli la planificació urbanística del futur i més ara que s’ha estat treballant de valent en un nou Pla General que ha de substituir l’obsolet dels anys 70 del segle passat. Però aquest defecte de forma, no és un simple accident. No ha estat un oblit, ni una negligència, sinó una ambigüitat calculada per part de l’organisme metropolità que presideix, no ho oblidem, l’alcaldessa de Barcelona que pertany justament al mateix partit que va dur als tribunals la barbaritat del PDU. Colau es va negar a debatre en plenari el projecte hospitalenc però es va tramitar a través de la Comissió d’Urbanisme de l’AMB fins arribar al Departament de Territori de la Generalitat que el va aprovar definitivament aquest passat mes de juliol.

El projecte corre pressa. Els propietaris han pressionat de valent, i l’Agència de Desenvolupament Urbà de l’Hospitalet, encarregada de ferir de mort el municipi, ha actuat diligentment per tenir-ho tot a punt a través del Consorci que va impulsar, del que forma part l’Ajuntament juntament amb l’Incasol. Aquesta era la principal operació de prestigi del govern Marín que ara s’haurà d’inventar una altra macrooperació en la línia habitual del PSC baixllobregatí: acabar amb els espais lliures a tota la comarca, requalificant zones industrials, forestals i agrícoles en benefici de la urbanització residencial.

El que ara acaba de passar és molt probable que —tret de la ciutadania més motivada de la ciutat, que ja s’havia oposat amb la debilitat consubstancial del moviment veïnal i ecologista i del grup municipal dels Comuns que s’ho va prendre seriosament—, no li hagi alegrat a ningú. Òbviament, cap alegria a l’Ajuntament del PSC, als promotors immobiliaris i als propietaris del sol, a la majoria PSC de l’AMB, als independentistes del govern de la Generalitat que pels assumptes de negocis no tenen diferències amb els socialistes com és ben palés, als republicans municipals i aliens, a l’oposició de Ciutadans i del PP… i fins i tot als Comuns de l’AMB. Jo diria que, especialment a aquests darrers, el que acaba de passar lluny d’assossegar-los els ha de sacsejar notablement. Ells s’han convertit en el bastió essencial del conflicte PDU de l’Hospitalet i fer veure que el tema no s’havia de debatre per no provocar escletxes en el govern metropolità, no ha servit de res. Tindran, tard a d’hora, més d’hora que tard, que enfrontar-se a la necessitat de donar llum verda o d’aturar definitivament el projecte. La veritat és que s’hi juguen moltes qüestions estratègiques a l’AMB com perquè el tema hospitalenc sigui el causant de possibles ruptures. No és previsible que això passi, sobretot ara que els socialistes, immersos en una embogida dinàmica comarcal d’operacions immobiliàries escandaloses a molts municipis de la comarca, hauran observat en la sentència del TSJC un greuge que han de superar sigui com sigui.

Només hi ha un argument de certa rellevància que pot pressionar els Comuns a favor d’una relativa resistència encaminada tímidament a una moratòria urbanitzadora en l’actual conjuntura i és la pèssima fama que està agafant al món occidental la saturació demogràfica en època de pandèmies. Tot aconsella una certa recomposició dels models urbanístics de cara a l’immediat futur. No pot ser, per exemple, que a l’Hospitalet hi hagi actualment 110.000 habitatges censats per una població de 260.000 persones el que equivaldria a dues persones de promig per habitatge, i que encara s’estiguin construint més de 11.000 habitatges nous, amb l’aclaparadora idea que hi ha escassedat residencial. (A Espanya, dades ben recents parlen de 25 milions d’habitatges per una població de 47 milions de persones, xifres que ens haurien d’obligar a repensar el model urbanístic actual arreu).

No pot ser que la merescuda fama que està adquirint l’Hospitalet de ser la ciutat més saturada d’Europa, no obligui el govern municipal actual a reflexionar sobre les conseqüències d’aquesta política de no escoltar la ciutadania preocupada (i una cosa igual haurien de fer els equips PSC —em resisteixo a parlar de socialisme que es un concepte respectable com pocs— del Baix Llobregat perquè la seva condescendència amb l’especulació urbanística s’està convertint en una llosa de difícil digestió). Algú des de dintre dels equips —hi ha d’haver militants de pes amb una perspectiva estratègica que miri més enllà— hauria de impulsar algun canvi de mentalitat. Les ciutats no només són grans pel seu pes demogràfic. Són grans per la seva vitalitat social, per la cohesió interior, per la qualitat de vida. No són grans perquè responguin a iniciatives econòmiques de prestigi com no sigui que aquestes operacions repercuteixin sobre la ciutadania i millorin les seves condicions de vida. És a dir, l’Hospitalet, per exemple, no és important perquè allotgi la part més activa de la Fira de Barcelona a no ser que la Fira de Barcelona li suposi al veí de l’Hospitalet menys impostos, més espais públics, més serveis, etc. Si no hi ha repercussions sobre la ciutadania i només hi ha repercussions sobre l’alcaldessa o l’equip de govern, la Fira de Barcelona només representa un greuge pel veí hospitalenc, un perjudici. No pas cap benefici, sinó més aviat una pèrdua: d’espais, de serveis, d’inversions, etc .

Quan passi l’alegria i el cabreig a cada costat, l’ajornament del PDU-Gran Via només pot servir com esperó per la reflexió pausada. S’ha convertit en una oportunitat per modificar les actituds i per ser més sensibles a les noves dinàmiques que imposa el món trasbalsat que ens acull: ens cal estalvi energètic, un nou model de consum i de mobilitat, un decreixement mesurat que no vol dir empobriment sinó nou repartiment de la riquesa, més espais lliures i zones verdes, esponjament urbanístic, deixar d’escoltar des dels poders públics els cants de sirena dels que només es volen enriquir a base d’especulació i grans negocis.

És potser una de les darreres oportunitats per repensar la irreversible destrucció del territori. Abans era la ciutadania unida la que podia exercir pressió i força. Avui, l’únic fre a la impostura del poder és, malauradament, la justícia. Malauradament perquè la justícia és encara més incontrolable que les masses i amb ella no hi caben les negociacions. Caldria retornar al debat, al consens, no a la norma, i ens estem acostumant a la llei perquè ens estalviem el feixuc esforç de convèncer: resulta molt més fàcil obligar.

En resum: serà la AMB la que tingui sobre la qüestió la darrera paraula i quan aquí parlem de l’AMB estem parlant clarament dels Comuns, no de cap altra força. Així que sobre les seves esquenes —i les nostres, cada cop que ens cridin a participar— recau la responsabilitat d’enterrar per sempre 27 gratacels i la pèrdua de la darrera zona agrícola d’una ciutat que va ser rural fa només un segle i la possibilitat de fer milionaris a uns quants promotors i propietaris que, francament, no necessitaven aquests favors del PSC.

Reproducción del fallo del TSJC donde declara “nulo de pleno derecho” el PDU

Los que mandan lo han comprado todo

11 de noviembre, 2020

He seguido con interés los tres debates que ha hecho FIC sobre la demografía abusiva y el riesgo de infección y he de decir que hasta ahora el que me ha parecido más interesante con diferencia ha sido el último, que tuvo lugar el 10 de noviembre. Curiosamente, por lo que pude comprobar, el que tuvo menos audiencia y, según me han dicho, el que interesó a menos gente de los activistas de la ciudad, lo que me lleva a pensar que esta es una ciudad con mucho activismo de subvención pero con muy poco activismo de combate. O quizás es que se trabajan mucho los efectos pero se le presta escasa atención a las causas. O sea, por lo que se va leyendo en medios y en redes, hay bastante cabreo porque no se atienden las necesidades pero hay poca repulsa hacia quien da muestras sobradas de abandono a quienes debiera proteger por ley y por responsabilidad. Es decir, la mejor manera de echar la culpa a una adversidad sin nombre y apellidos es quejarse de lo mal que está todo pero cuidando de no poner demasiado el dedo en la llaga del poder, no sea que nos corten los subsidios. Por decirlo clarito: se le tiene miedo al Ayuntamiento porque es quien reparte oxígeno y las entidades se han olvidado de vivir sin aire, a diferencia de cuando éramos jóvenes y el aire se ganaba a base de solidaridad y confianza.

No sé si esta gente de FIC me va a dejar publicar este articulito dolido, porque hasta ellos, que son críticos, están un poco cansados de repartir por todos lados con el miedo en el cuerpo, porque la soledad da demasiado frío y estos chicos están más solos que un portero delante de un penalti y deben sufrir el mismo vértigo.

En fin, lo dicho, que no hay solidaridad ni para ser espectadores de los debates que se organizan para reflexionar, para tomar nota de los datos y para exigir responsabilidades y rectificaciones, como esta serie que está organizando FIC sacándose los esfuerzos de tiempos que debieran dedicar a cosas más personales y menos colectivas. El debate del día 10 de noviembre fue interesante porque había tres ponentes que, desde el ámbito económico, defendían una cosa y la contraria, por decirlo de alguna manera. Los tres trataban el tema clave de la demografía abusiva pero solo el director general del ITEC diseccionó el problema allí donde se encuentra: en el diseño del urbanismo municipal, en las causas, y no en la cirugía menor, en los efectos. Es verdad que el problema endémico de una ciudad donde solo se contempla el negocio, donde solo el negocio es el motor de los que mandan y de los que hacen negocio, es la debilidad de la respuesta, pero también es evidente que, en el punto en el que estamos, cualquier acción paliativa representa un avance. Así que es verdad, como dijo Diéguez, que es imprescindible la cirugía mayor, o sea planificar la ciudad aprovechando las posibilidades de nuevos espacios cuando desaparezca el trazado del tren en superficie, aunque puede ser muy bienvenida la cirugía menor que es la que defendía el representante de los empresarios de la reforma y de la rehabilitación. El jefe de la patronal, el ínclito Ballester, es el que se lamenta de que podamos llegar a ser 300.000 a la vuelta de la esquina, pero aboga para que los espacios que queden libres se concedan a los grandes promotores para hacer más pisos de alquiler a precio tasado, que es lo que quiere la gente, como acabo de leer en un barómetro municipal.

Y puede que sea cierto. Puede que la gente quiera vivir en casas decentes, desahogadamente y a precio asequible y no le importe el amontonamiento y la saturación, pero alguien tendría que decirle a la gente que está bien que las viviendas sean asequibles y cómodas pero que tan imprescindible como esas viviendas es una ciudad con servicios y con espacios verdes porque la gente no solo vive en sus casas: vive de manera exponencial en la ciudad.

Decía Diéguez el otro día que la construcción se come el 40% de las materias primas existentes y genera el 36% de los residuos de los que solo son reciclables el 20%, y produce el 4% del CO2. Hay en el país más de 25 millones de viviendas para 47 millones de habitantes, a menos de una persona por vivienda, de las cuales el 25% no están adaptadas energéticamente por lo que suponen un derroche de energía que no nos podremos permitir en muy poco tiempo. En l’Hospitalet, rozando esa misma media, hay 110.000 viviendas construidas y otras 10.000 en construcción para unos 300.000 habitantes antes del 2025. De esas 120.000 viviendas, alrededor del 45% se construyeron entre 1950 y 1970 y por lo tanto son viviendas viejas, sin condiciones y de pésima calidad. Vino a decir que una Administración responsable y con la visión a futuro se plantearía un esponjamiento del urbanismo de los barrios más densos, con planes de regeneración urbana aprovechando el caudal de recursos que vienen y la liberación de espacios previsibles, y vino a explicar que la necesidad es abrumadora y urgente, que no se puede dilatar más y que la Administración y el sector empresarial saldrían ganando de esa visión renovadora del urbanismo del futuro, puesto que de cada 100 euros dedicados a la rehabilitación integral, la Administración recupera 60 y por cada millón de euros invertidos se crean 19 empleos estables. Según Diéguez, en Europa, con ciudades más ordenadas y menos densas se gastan 1.500 euros por habitante y año, de media, en rehabilitación integral urbanística mientras que aquí, con ciudades desordenadas, sobresaturadas y con viviendas minúsculas y de mala calidad, el promedio es de 750 euros/habitante/año. Haría falta invertir 3.000 euros/habitante/año/ durante bastantes años, para situarnos al nivel europeo, pero aquí, en lugar de rehabilitar, reordenar y planificar, los empresarios se dedican a especular, los poderes públicos a facilitar la especulación, los activistas a quejarse sin arriesgar y los ciudadanos a pedir que se construya todavía más, alimentando una cadena de locura sistemática hacia el caos.

Y es que el poder lo ha comprado todo. Ha comprado a sus servidores, ha creado redes clientelares que todo lo impregnan y ha sucumbido incluso la oposición, que vive integrada en el sistema, alimentándose de las migajas del presupuesto público, unas migajas que sirven para vivir bastante bien siempre que se acomoden a su papel de protestones pero sin hacer demasiada sangre y sin cuestionar el motor de la gestión ni la estrategia impuesta.

Quienes luchamos contra la dictadura estábamos desamparados ante el poder pero sentíamos que existía una alternativa, un futuro, una esperanza. Lo de ahora es muchísimo peor. Han castrado a la alternativa, se están comiendo el futuro y han asesinado a la esperanza. No hay más alternativa que sus mismos gobiernos que se suceden mandato a mandato, no hay más futuro que el que ellos dibujan sin pestañear y no existe esperanza porque no hay recambio, ni fuerza, ni espíritu, porque lo han comprado a base de subvenciones, de dietas y de prebendas que, para mayor inri, salen, como siempre, del bolsillo de todos.

Lo que yo afirmo lo han sentido antes que yo muchos que han abandonado. A mi no me da la gana abandonar, de modo que mientras me dejen escribir estos chicos de FIC, que son los únicos que resisten de verdad, me tendrán a su lado, resistiendo en este rincón, como Astérix y los suyos frente al imperio.