Los nuestros, los buenos

El 5 de octubre del 2004 hubo un crimen terrible en Bellvitge. Un psicópata con una triste historia asesinó a dos policías en formación, dos mujeres jóvenes de 23 y 28 años, originarias de León que compartían piso cerca de la Rambla Marina. La sanguinaria matanza, acompañada de violación, robo e incendio creó alarma en el vecindario y produjo arduo trabajo a las fuerzas policiales que lograron detener al asesino que pasará de los 80 años cuando salga de prisión, si es que sale algún día.

Ignoro por qué razón el grupo popular presentó ahora —en el pleno de noviembre—una moción reclamando que el pasaje donde se encuentra la vivienda lleve el nombre de las dos jóvenes asesinadas y por qué reclaman una placa conmemorativa en el lugar, pero a mí, personalmente, me da igual. Me da igual que se les haya ocurrido ahora, me da igual que lo proponga el partido popular y hasta me da igual que haya sido una iniciativa extemporánea sin consulta previa a nadie, ni a la comisión del nomenclátor de esta ciudad, ni a los vecinos, ni al resto de grupos municipales que siempre se han mostrado tan sensibles a la violencia de género. Me pareció, cuando la conocí, una propuesta con sentido. El crimen fue tan brutal, por el sadismo y por la juventud de las víctimas, que cualquier recuerdo debiera parecernos sensato y acorde con el dolor. No es posible poner un nombre a las víctimas en cada calle donde se producen los crímenes, pero tampoco me parecería mal un recordatorio escrito del estilo de las stolpersteine, que ahora fijan los lugares donde vivieron las víctimas del terror nazi. Cualquier cosa que recuerde una tragedia producida por el sadismo de los asesinos, para que jamás se olvide que la buena gente tiene que sentirse herida por el mal ajeno y difundirlo a los cuatro vientos, se me antoja razonable. Es una manera de no olvidarse de las víctimas que nos regenera como especie.

Pues bien, la moción del PP no salió adelante, porque 18 de los 27 concejales presentes votaron en contra y solo 8 votaron a favor. Faltaba uno en el recuento y eso pasa muchas veces. Los números solo se supervisan —solo los supervisa el alcalde que es quien puede hacerlo— si es que el gobierno municipal pierde la votación o le empatan, porque de este modo el alcalde puede desempatar gracias a su voto de calidad (a cualquier cosa le llaman calidad). Aquí la mayoría votó en contra y solo los cuatro concejales del PP y los tres de Vox lo hicieron a favor. Pero esos suman 7 y los votos favorables fueron 8.

Sé que L’Estaca preguntó a los responsables del grupo popular si sabían quien se atrevió a ir por libre. Y los populares explicaron que “debió ser alguien con algo de corazón y sentido común”, pero que no había trascendido nada más.

Podría ser que alguno de los 20 concejales de la llamada izquierda sintiera algo así como ternura en un caso tan conmovedor, aunque el Candelas que es un mal pensado de nacimiento, considere que en realidad se trató de un error a la hora de pisar la tecla. Conociendo el percal, cuesta de creer que alguien se salta a la torera lo que dicta la norma: a la derecha, ni agua, aunque a la derecha (con el apoyo de la derechísima) se le haya ocurrido algo tan sustantivo como recordar un crimen de salvaje violencia de género en una ciudad donde, como explicó la portavoz popular, han disminuido los fondos dedicados a la prevención de esta lacra.

Cuando la derecha se dedica a hablar del dictador Sánchez, parece normal tacharla de apocalíptica, extravagante y destructiva y cuando se le ocurre algo que no está tan mal, de lo que se trata es de llamarla oportunista y desde luego huir de sus propuestas, aunque sean cabales y fáciles de apoyar. El PP local también reniega del gobierno sanchista —solo faltaría— y es entonces cuando juega a una bipolarización lamentable que solo sirve para consolidar los parapetos: los propios y los de enfrente. Y así se justifican todos, los unos y los otros.

La moción del PP, pretendiera lo que pretendiera, proponía algo absolutamente defendible. El objetivo era justo, la propuesta viable y sencilla, y el resultado no podía hacerle daño a nadie y sí en cambio garantizaba el agradecimiento de los compañeros y de los familiares y hasta de los vecinos que sintieron el escalofrío de la barbarie hace más de 20 años.

A alguno de los portavoces de la izquierda se le ocurrió, como excusa, que la moción popular no había tramitado su propuesta a la Comisión del Nomenclator de la ciudad, que es quien tiene atribuciones para fijar homenajes en los rótulos de calles. Ignoro quien la compone, pero debieran estar trabajando todos los días para remediar la iniquidad que se mantiene en el nomenclator local. Desde un alcalde franquista de la primera época hasta un regente encargado de bombardear Barcelona cuando le apretaba la presión social; desde un alcalde de la dictadura de Primo, hasta el alcalde que se fue a celebrar junto al río Llobregat con el alcalde de Barcelona, el espolio de la Marina. Para ellos hay un sitio en el callejero que propusieron en su día unas cuantas derechas rancias, y de eso hace décadas sin que estas izquierdas tan radicales de ahora hayan puesto el grito en el cielo o hayan encargado a la Comisión del Nomenclator que revise las placas.

Si las propuestas se alejan del sectarismo y son capaces de tocar el lado bueno de la gente, debiera importar poco quien las promueve. Pero aquí ocurre lo contrario: lo que cuenta es quien propone. La propuesta es lo de menos. Es aquello de los buenos y los malos. Los nuestros, los buenos. El resto, los malos.

Convertir la ideologia en un instrument d’acció política

Gairebé no ha estat notícia i per això ha passat absolutament desapercebuda. Una reunió més entre l’alcalde i algú amb una mica de pes, com quan es reuneix amb una consellera o amb un ministre que ve de pas. En aquest cas, era una reunió amb el representant del Consorci de la Zona Franca per una cosa tan etèria com impulsar talent o afavorir la innovació empresarial. Això, i absolutament res, és exactament el mateix. Paraules, només paraules. Especialment perquè, si alguna cosa s’hauria de negociar amb el Consorci de la Zona Franca seria que, ja que ens van materialment segregar forçadament la meitat del nostre territori l’any 1920 per constituir aquest invent de Zona Franca, potser que l’Ajuntament de l’Hospitalet formés part del Consorci i tragués algun rendiment d’aquesta espoliació soferta. Doncs no, la reunió amb Pere Navarro va ser una trobada retòrica de pura propaganda. (Foto: Pere Navarro y David Quirós en una reciente reunión).

D’aquestes reunions n’hi ha hagut un munt. Reunions, entrevistes, proclames, anuncis de projectes, expectatives de propostes. No sé com no s’adonen que tot plegat resulta molt pesat, inútil i sobrer —en castellà ho defineixen molt bé: cansino, seria la paraula—. En definitiva, resulta esgotador escoltar declaracions buides de contingut, amb missatges que no mouen ni commouen ningú, mentre les qüestions pràctiques, la gestió directa, és un estrepitós fracàs dia a dia. Queixes per tot arreu, que plouen ara sobre un executiu que ja sabia el desastre que heretava i que si fos un executiu conscient i intel·ligent, hi ha una cosa que segur que no faria: posar de manifest com li rellisquen les crítiques constants que rep.

El més dramàtic no és que l’aparell municipal sigui un engranatge gripat que precisa un bon engreixat i capacitat de gestió en el dia a dia i en el mig i llarg termini. Això es podria entendre perquè, malgrat ser el seu hereu directe, aquest govern no és l’anterior i es podria entendre que estès moralment obligat, tot i reconèixer la incapacitat o els vicis de rutina dels predecessors, a mantenir-los en un discret silenci per no perjudicar-los. El que és impossible entendre és que mantinguin els mateixos tics dels seus predecessors de l’exercici exclusivista del poder, probablement convençuts que aquest ha estat el sistema tradicional dels executius socialistes que s’han mantingut al capdavant del govern municipal en els darrers 50 anys. Per a ells, aquesta mania autoritària d’abstreure’s, és evident que els garanteix un cert confort —fer-se el sord sempre proporciona una certa tranquil·litat impostada— i, sobretot, els manté al pedestal del poder, els garanteix un sou esplèndid i els permet no haver de compartir dubtes.

El problema és que, mentre el poder té una falsa sensació d’estabilitat i de control, el descrèdit no s’atura, la gestió col·lapsa la realitat social, la ciutadania s’allunya cada cop més del poder polític i fins i tot de l’activitat social, el malestar la porta a cercar alternatives radicals —en aquest moment projectades sobre una dreta sense complexos capaç de, en nom de la llibertat, forjar alternatives lliberticides— i, fins i tot els més entusiastes, acaben preguntant-se quin sentit té esforçar-se per canviar la realitat de la ciutadania si és la realitat la que acaba canviant la ciutadania.

Resulta molt difícil que un poder al que la única cosa que l’importa és el poder, canvïi d’actitud i de maneres. El que ja resulta més extraordinari és que la ciutadania organitzada —o el que queda d’ella— i la ciutadania que pot organitzar —que hauríem de considerar que es trobaria entre la militància i la dirigència dels partits polítics que aspiren al poder— es mantinguin paralitzats en aquesta dinàmica que ens aboca cada dia més a una inacció de la que sempre se n’aprofita el conservadorisme més autocràtic i recalcitrant. L’autoritarisme, és justament el mecanisme polític que incentiva la inacció i l’individualisme i, per això, l’autèntica democràcia basa en la participació un dels eixos dels seus principals motors.

La sensació és que la militància de les organitzacions polítiques és tan fràgil, en general, que la dirigència només dirigeix el missatge i les idees, però no les accions per falta de mans. I, al final, la dirigència acaba convertint-se en un cau cada vegada més restringit i tancat, que mastega les pròpies idees en petit cercle, per retroalimentar-se en l’autojustificació, sense capacitat d’obrir-se a noves reflexions i a l’entrada d’una mica d’aire fresc. Una dirigència cada vegada més tancada, sense el contrast amb la realitat constant i quotidiana de la militància i de la ciutadania, tendeix a la radicalització d’idees i al sectarisme a l’hora d’analitzar el que passa al voltant. I així, és impossible avançar.

Fins i tot és possible que això de la militància es converteixi al final en una pura entelèquia, i la dirigència en simplement un concepte que parla únicament del paper institucional que juguen els representants electes tancats en sí mateixos. Com més aïllat un representant electa, més tancat en la pròpia ideologia que li serveix d’escut i de justificació.

D’aquesta manera, la ideologia és converteix en un instrument que, enlloc d’avalar l’acció, de donar-li context, justifica la paràlisi, explica la incapacitat per canviar res, desanima, individualitza i no solament no activa la participació sinó que la esclerotitza. Aquest fenómen li va perfecte a la dreta sense complexos, que és la que reneix sempre que hi ha un retrocés aclaparador de l’activisme social.

Un pessic d’història per il·lustrar-ho, ara que tant es parla de la Transició que es va impulsar després de la mort del dictador. Si alguna cosa passava fa cinquanta anys, és que la ciutadania es caracteritzava per un protagonisme social de primer ordre, al mateix ritme del decreixement en nombre, importància i influència de la dreta sense complexos. Aleshores, la militància política i l’activisme de carrer eren els que modulaven els camins que impulsaven les ideologies, de manera que el sectarisme ideològic tenia poc sentit en una esfera on era inevitable compartir les experiències de l’acció social. L’impuls del pragmatisme, especialment en l’univers de les esquerres que era el que es movia al carrer, posava a la ideologia on li corresponia: exactament com a referent de l’acció, però en cap cas com a fre. Una ideologia que frena, que obstaculitza l’acció, que impedeix la confrontació de propostes, és una ideologia inútil per avançar i perfecte per l’immobilisme: aquesta és la ideologia que proclama la dreta sense complexos i l’esquerra desnortada.

Fa molt de temps que vivim en una ciutat on el poder només s’encarrega de conservar el poder i on la ciutadania viu desmobilitzada, l’activisme és cada dia més minoritari, les entitats cada dia més fràgils i els agents que podrien organitzar i activar la ciutadania, els partits polítics, cada vegada més abstrets en les seves essències, fins el punt que perden el temps en baralles ideològiques que l’únic que aconsegueixen es desmotivar cada vegada més la ciutadania, farta de polaritzacions i d’inacció.

Ho veiem constantment en l’únic espai on es poden modificar les conductes del poder, tret del carrer, quan hi ha la pressió necessària. Ara, sense pressió al carrer i amb un govern en minoria, els plens municipals s’han convertit en l’únic espai on es pot posar el poder contra les cordes. Per fer-ho, cal convertir la ideologia en un instrument de l’acció política. És a dir, fer servir la ideologia per trobar espais de convergència que permetin avançar. Ara bé, la ideologia no és una pura retòrica. No serveix de res dir que el govern és d’esquerres quan es destaca per apujar els impostos i requalificar terrenys perquè els promotors es facin milionaris, i té poc sentit que aquells que també es defineixen com d’esquerres es vulguin entendre amb aquests i en canvi evitin qualsevol ròssec amb els que, des de posicions ideològiques oposades, proclamen millores per la ciutat, pels seus barris i conseqüentment per la seva gent.

Com passa sempre, el que compte son les accions, no pas els idearis retòrics que defensen una cosa i practiquen la contrària. Cal, és veritat, ser precisos amb el que s’acorda i amb el que es discrepa. És impossible que ideologies contràries es posin d’acord en tot perquè hi ha visions molt contraposades de la realitat. Però de la mateixa manera que és impossible posar-se d’acord en tot, és igualment impossible no coincidir en res. Les ideologies de progrés, si algun problema les defineix en essència, és que son puristes fins l’extrem i això les converteix en sectàries i finalment en inactives. Ja ho diuen, que és impossible la unitat de l’esquerra, bastant al contrari del que sempre ha passat amb la unitat de la dreta. I més difícil, com més d’esquerra es considera l’esquerra. Una cosa semblant passa amb la dreta. Com més a l’extrem de la dreta, més purisme ideològic i menys pragmatisme. Només que, en aquest cas, ja els hi va bé.

La raó principal de la falta d’unitat que tan debilita, és que l’esquerra de l’esquerra converteix la ideologia en un instrument de puresa i no en un motor d’acció, mentre que la dreta considera la ideologia simplement un segell de marca que no la obstaculitza per practicar tots els pragmatismes possibles.

No és imprescindible renunciar a res per convergir puntualment. Simplement és imprescindible posar més atenció a les propostes i a les accions que a les paraules, especialment quan aquestes simplement ens etiqueten ideològicament. Especialment si les propostes i les accions permeten avançar i les paraules ens ubiquen però ens paralitzen.

La seguridad no es un lujo, es un derecho

Sonia Esplugas (Portavoz del Grupo Popular en el Ayuntamiento de l’Hospitalet)

L’Hospitalet es una ciudad insegura, una ciudad hostil donde los delincuentes actúan sin miedo. Un miedo que, sin embargo, sí sienten los vecinos: de salir a la calle por la noche, de ser víctimas de un robo, de ver okupadas sus viviendas y un largo etcétera de hechos delictivos que se dan a diario en nuestro municipio.

El gobierno municipal socialista ha perdido el control de las calles. El alcalde, David Quirós, sigue noqueado por la reciente y multitudinaria manifestación que no se esperaba y que coreaba al unísono: ¡Alcalde dimisión, alcalde cobarde!

Están sobrepasados, se les nota. Y el negacionismo es su errática respuesta al problema: “No tenemos un problema de inseguridad, tenemos un problema de incivismo”, decía el alcalde hace tan solo unos meses, mientras los datos de la criminalidad se disparan cada trimestre. Según el último informe del Ministerio del Interior, la criminalidad ha aumentado un 9,7% en el último trimestre, los robos con violencia se han disparado un 28,3% y los delitos sexuales han crecido casi un 10%. Es injustificable.

Y no, no compramos la excusa de que Quirós lleva poco más de un año al frente de la alcaldía. No la compramos porque no heredó el cargo a ciegas: es concejal de gobierno desde hace nueve años y, por lo tanto, corresponsable de las malas decisiones que los gobiernos socialistas han ido tomando y que nos han traído hasta aquí. 

El hecho de que los vecinos recurrentemente nos expresen su deseo de marcharse a vivir fuera de L’Hospitalet solo puede ser interpretado como un fracaso de las políticas socialistas, que han llevado a la ciudad a un punto de decadencia que solo podrá revertirse con un cambio de rumbo en la gestión municipal. Ese cambio pasa, necesariamente, por el fin de la era socialista al frente del gobierno local. 

Y si todo esto no fuera suficientemente inquietante, el Ayuntamiento ningunea a la Guardia Urbana, manteniendo un conflicto laboral latente hace años, por mantenerles en condiciones materiales, tecnológicas, laborales y salariales precarias. Hasta ahora se han negado a solventarlo, y ha tenido que ser como consecuencia de la convocatoria de un Pleno Extraordinario de Seguridad -impulsado de manera conjunta por el Partido Popular y ERC- cuando finalmente los socialistas se han abierto las negociaciones con nuestra policía local. 

Lo que está claro es que si la seguridad es un problema, la policía es parte de la solución. La receta es clara: se necesita más presión policial en la ciudad y trabajar la seguridad de manera preventiva. Para ello, es imprescindible una convocatoria ambiciosa de plazas de Guardia Urbana. Actualmente, solo contamos con un agente por cada mil habitantes, una proporción claramente insuficiente. Necesitamos, como mínimo, 140 agentes más.

Desde el Partido Popular hemos presentado en reiteradas ocasiones mociones al Pleno municipal proponiendo recuperar la Unidad de Proximidad: el agente que patrullaba a pie era el referente en la seguridad del barrio y conocía palmo a palmo sus calles. Sin embargo, pese a que estas propuestas fueron aprobadas, el PSC decide no llevarlas a cabo. ¿Qué podemos esperar de un gobierno municipal que ni tan siquiera respeta los mandatos del Pleno de la institución a la que representa?

Pero nosotros no vamos a cesar en la defensa del derecho que supone la seguridad. Por eso forzamos una sesión extraordinaria de seguridad, para que el alcalde y los responsables municipales pudieran dar explicaciones sobre la situación actual y, asimismo, poner sobre la mesa una vez más medidas concretas: recuperar la policía de proximidad, reforzar la plantilla de Guardia Urbana, instalar cámaras de vigilancia, combatir la okupación y luchar contra la multirreincidencia. 

Y cuando nos reunimos todos los representantes municipales, de todos los partidos, de todas las sensibilidades, para votar propuestas concretas de seguridad, es cuando VOX, optó por montar un ‘teatrillo’ y abandonar la sala de plenos durante las votaciones, impidiendo que se aprobaran medidas en favor de la seguridad, alineándose así con las políticas fallidas del PSC.  Flaco favor a los ciudadanos.

Lo que tengo claro es que yo, Sonia Esplugas, portavoz del Grupo Municipal del Partido Popular, no voy a dejar de trabajar por la seguridad de los vecinos, escuchándoos a todos, porque creo que un L’Hospitalet más seguro es posible.

Si la ACA se vende, es porque hay ayuntamientos que la compran

Lo más interesante, en mi opinión, del reportaje de Sense Ficció que programó TV3 el martes 11 de noviembre por la noche —y del que se ha ido hablando tanto, antes y después de su visionado—, no fueron las zonas inundables urbanizadas, algunas desde los años 60, sino la corrupción instalada en la Agència Catalana de l’Aigua (ACA), que ha ido permitiendo a lo largo de este siglo XXI la proliferación de estas barbaridades urbanísticas.

Frecuentemente se da al urbanismo depredador de los años 60-70 la culpa de todas las desgracias posteriores, de la saturación urbana, de la mala calidad de los edificios, de la recalificación de los suelos, del caos de los trazados urbanos y, en última instancia, de las catástrofes derivadas de todo tipo, entre ellas, del riesgo de inundación. A menudo, se olvida que aquella época de dictadura férrea estaba construida sobre el derecho de unos cuantos a enriquecerse sin trabas burocráticas o éticas y sobre la base de la explotación de los más pobres a todos los niveles: en el trabajo, en su vida diaria y en el lugar donde residir.

La Transición vino para colocar a España en el mundo, pero sin exigir demasiadas cuentas. Los únicos que podían exigir cuentas eran los pocos que se activaron cuando Europa se puso a nuestro lado, pero tampoco se trataba de hacer ninguna revolución, sino simplemente de hacer lo que se hizo: cambiar alguna cosa para que el resto cambiara muy poco. Entre lo que cambió algo, la posibilidad de elegir directamente a nuestros representantes y, en los ayuntamientos, elegir a la gente que se suponía que sufría nuestras mismas condiciones de vida. Si sufrían nuestros déficits y eran de los nuestros, las ciudades tenían que cambiar necesariamente para bien. Algo se hizo, sobre todo, ordenar el desorden. Y poco más. Los nuestros enseguida aprendieron a ser como los otros y sus déficits pronto dejaron de ser los mismos que nosotros lamentábamos. Sus déficits ya no eran de espacios libres, de edificios insalubres y de pésima calidad de vida, sino de votantes y de honores. Y hacia ahí se inclinaron. Se inclinaron tanto, que descubrieron con el tiempo que nos tenían enfrente.

Construir en cualquier sitio

Y como nos tenían enfrente, actuaron exactamente igual que los que teníamos enfrente en la década de los 60. Trabajaron para que los ricos siguieran especulando y para seguir convirtiendo el suelo de todos en el mercado de los poderosos. Como el suelo es finito —como lo será el petróleo de aquí a nada según se harta de explicar el amigo Turiel— se optó por dejar construir en cualquier sitio, como antes, y entre los sitios en los que se dejó construir estaban las zonas inundables que ya eran inundables entonces pero que ahora han aumentado y se han extremado por el cambio climático y la cada vez más explosiva escasez de suelo.

Había un instrumento que Europa diseñó para evitar catástrofes de futuro y que aquí —en Catalunya— se impuso como se imponen todos los instrumentos, a base de leyes, solo que aquí los instrumentos se modelan y se modulan, a gusto del consumidor. Nació en el año 2000 la Agència Catalana de l’Aigua para determinar técnicamente como preservar suelo peligroso y ahora —ahora no, hace lustros— hemos descubierto que es una agencia corruptible y al servicio de los de siempre.

Hasta ahora mismo. Porque me ha dado por mirar el mapa de Catalunya de zonas inundables en su propia web, y acabo de descubrir que buena parte de la ribera del Llobregat es inundable pero, en l’Hospitalet, la zona inundable se acaba como por ensalmo en Bellvitge y hay un insólito oasis, exactamente donde se piensa construir el Biopol-Gran Via.

Construir en zonas inundables

Los activistas contra la barbaridad del plan especulativo de Gran Vía —Beneficis I Oportunitats Per Operacions Lucratives (Biopol)— ya han avisado de que se va a construir en zona inundable, una zona que tiene exactamente la misma cota de la zona que la rodea y que la sospechosa ACA considera un islote en medio del posible escenario catastrófico del río desatado.

Que la ACA se haya vendido tantas veces apareció como una terrible verdad el otro día en TV3. Que quienes compran los informes favorables del ACA son los mismos que programan el suelo desde los ayuntamientos, lo venimos denunciando desde hace décadas. A ver si las consecuencias de la desgracia de Valencia son capaces de meter el dedo de la justicia en la llaga de la corrupción, en todos los lugares donde hay peligro de muerte cuando el agua se desborda. Si fuera así, las anunciadas obras del plan especulativo de Gran Vía no comenzarían el próximo año. No comenzarían nunca…

El que pueda hacer que haga

Cuando no hay proyecto, la improvisación es obligada, pero cuando la improvisación es el proyecto, poco hay que decir. No hay problema, reivindicación, necesidad, conflicto o queja que no se solucione por parte de quien se esperan soluciones, con una retahíla de promesas, con un florido ramillete de ensoñaciones. Eso no soluciona nada, obviamente, pero sirve para ganar tiempo. Porque ganar tiempo permite ir viviendo de lo que hay, mientras todo se deteriora y hace que la gente acabe pensando que esto que existe es un desastre y que mejor será lo nuevo desconocido, que lo viejo que ya sabemos de qué va.

En ciudades como esta, a 20 meses de las próximas municipales, lo que puede ocurrir es un enigma completo. Dicen, los que analizan estas realidades que, en las sociedades más desiguales, lo que más crece es el mensaje antisistema que considera que un líder fuerte con un partido intransigente es el que mejor resuelve los problemas, aunque eso incluya comerse los derechos y martillear los deberes. A los más pobres, a los más vulnerables, a los más desiguales, parecen importarles una higa algunos conceptos gastados como la democracia, la izquierda o el progreso. Porque con eso que llaman democracia, con esos que se dicen de izquierdas, con aquellos que promulgan el progreso, su realidad no hace más que empeorar. Por eso nadie sabe lo que va a pasar en ciudades como esta, pero lo que sí parece evidente es que ya nadie es capaz de asegurar que el futuro que viene, vaya a ser como el pasado que se está yendo.

En esta ciudad de obreros temerosos, incluso en los momentos de más intensidad reivindicativa, tenía que ganar aquella izquierda que daba menos temor. Y así fue. Pero después de diez lustros, nada es seguro ya, porque aquellos obreros temerosos engendraron hijos acomodados que fueron dejando espacio a recién llegados que viven bastante peor que sus padres y que ya no se pueden creer las promesas que les envían los que siguen mandando.

Insisto en que resulta bastante insoportable el mensaje vacuo permanente. Los que mandan no saben decir otra cosa que “estamos en ello” y “lo vamos a arreglar” y así llevan años porque con palabras no se arregla nada y estar en ello requiere justamente lo que no hay: capacidad de gestión y proyecto. Pero si esto es dramático porque viene del poder, tan lacerante o más, es lo que viene de la oposición: “esto es un desastre” y “hacemos lo que podemos” resulta tan estéril, como “estamos en ello” y “lo vamos a arreglar”. Unos y otros mensajes resultan igualmente desmoralizantes y la ciudadanía ya está dando sobradas muestras de desapego. La autoorganización es costosa, lenta y desconcertante en ocasiones, pero solo la autoorganización va a poder mover las estructuras si es que poder mover las estructuras es el futuro. Porque bien podría ser que el futuro fuera que el que se mueva no salga en la foto.

Dicho lo cual, habría que insistir también aquí que “el que pueda hacer que haga” porque esto no se sostiene y alguien debiera tomar alguna iniciativa. Por ejemplo: habría que llenar los plenos a rebosar todos los meses para que se viera que la ciudadanía está implicada en el funcionamiento de la ciudad (los funcionarios, los docentes de las escuelas en conflicto, los trabajadores del transporte…). Habría que convocar reiteradas manifestaciones frente a la Casa Consistorial cada vez que se produce un deshaucio, un robo, una molestia vecinal del tipo que sea en el parque de Las Planas, en La Farga o en Famadas. Habría que boicotear cualquier acontecimiento ciudadano donde esté presente el gobierno y sus acólitos. Habría que participar activamente, preguntando y requiriendo información donde está estipulada la presencia pública organizada, en los Consells de Districte, en el Consell de Ciutat, en las taules de todo tipo. Y se debiera articular un organismo unitario de coordinación dispuesto a impulsar la protesta y la reflexión, a partes iguales.

Ya está. Lo dicho. El que pueda hacer que haga. Y el que no quiera hacer, que no moleste.

No hauria de ser normal, però normal sí que ho és

El passat 28 d’octubre, durant el ple que cada mes ens regala l’ajuntament —i diem que ens regala perquè encara no sabem per què serveix, donat que el que allí es decideix, el govern municipal s’ho passa pel forro— vam tenir l’ocasió d’escoltar la intervenció del delegat de Comissions Obreres a l’empresa Moventis, fent una crida desesperada perquè l’ajuntament faci alguna cosa per resoldre el problema del transport públic a la ciutat, no només en relació a les moltes famílies dels treballadors sinó també respecte dels usuaris del servei d’autobusos. I una cosa ens va crida molt l’atenció, el “no pot ser normal” que el representat sindical va expressar durant el seu parlament. Malauradament, la frase està equivocada, almenys el segon cop que es diu, perquè aquest no pot ser normal, en realitat és no hauria de ser normal, perquè normal sí que ho és. I és que, els que vivim en aquesta ciutat, ens hem acostumat a una normalitat estranya, diferent, si més no, a la resta de ciutats i o poblacions, ja no del nostre entorn sinó de pràcticament tots els països d’Europa i bona part de la resta del món.
A l’Hospitalet, la normalitat no és el mateix que a la resta. I el pitjor és que la ciutadania ho ha normalitzat, s’ha de dir que no sabem el perquè. S’hauria de fer un estudi sociològic en profunditat per entendre-ho, tant pel que fa a la ciutadania com a la seva classe política (no a totes, sortosament).

Però anem al que importa perquè, si es llegeix bé, la intervenció té un objectiu molt clar, interpel·lar a aquesta classe política sobre de quin costat es posiciona. Les respostes les poden trobar al vídeo adjunt. Escoltin-les bé, perquè no tenen pèrdua, al minut 1:38:25. Però la que més ens ha cridat l’atenció, és clar, és la de l’alcalde i el seu regidor. Després d’escoltar-los, no podem més que preguntar-nos si ens consideren beneits; o, ves per on, hi cap la possibilitat que ells ho siguin i no ho sabíem.
Hauran oblidat que ells són l’AMB, que els màxims responsables d’aquesta entitat són el Sr. Collboni com a president i el Sr. Balmón com a vicepresident, ambdós del PSC, i que aquest últim llença pilotes fora i ve a dir que és cosa de l’empresa i dels treballadors. No ho diem nosaltres, sinó ell mateix en una entrevista en El Periódico: “que todas las líneas metropolitanas que han cambiado de manos han tenido problemas al inicio porque su gestión es “complicada”, así como lo han sido las respectivas adaptaciones entre empresas y trabajadores”. “Esperemos que unos y otros lo puedan reconducir”, tal com expliquem al nostre article del 21 d’octubre.

Potser que quan tant el regidor com l’alcalde ens diuen que pressionen l’AMB, dient, a sobre, que ells no tenen competència en el tema, s’obliden que tots dos, són membres del Consell Metropolità, que és el màxim organisme de govern de l’AMB; i, finalment, que en aquest organisme el PSC té majoria absoluta, 47 de 91 consellers. Sincerament, això només té una explicació, se’ls en fot tot, principalment la ciutadania.

INTERVENCIÓ – CCOO L’HOSPITALET (PLE MUNICIPAL, 28 D’OCTUBRE DE 2025)

“Bona tarda,

El servei de bus a L’Hospitalet No funciona,
I per això des de CCOO de L’Hospitalet, volem tornar a denunciar davant aquest Ple municipal la situació greu e insostenible que pateix el transport públic urbà de la ciutat durant l’últim any i mig des de que Moventis, va assumir el servei el 6 d’abril de 2024.
El resultat és clar: el servei degradat, els treballadors perdent cada dia els drets laborals guanyats durant dècades i la ciutadania abandonada per el mal servei.
Aquest desastre no és casual. L’AMB va adjudicar el contracte a Moventis que va presentar una oferta temeràriament a la baixa, sabent que era impossible complir les condicions sense retallar drets als treballadors i qualitat als usuaris. Al nostre parer això és una irresponsabilitat.
Aquest no és un cas aïllat. El model de gestió de Moventis — basat en l’estalvi a costa del manteniment, la seguretat i els drets laborals— s’està repetint a altres llocs on també opera Moventis, com Girona, Mataró, Pamplona i Mallorca on també hi ha denúncies i sancions per vulneració de drets laborals i per deficiències greus en el servei per part de MOVENTIS.
Des del primer dia que Moventis va començar a operar el servei a L´Hospitalet, hem vist retards constants, aglomeracions, busos fora de servei, conductors sense formació que no coneixen les rutes i es perden, vehicles amb falta de manteniment i fins i tot la paralització del servei per la intervenció de la guàrdia urbana per el mal estat dels neumàtics posant en una clara situació de perill els usuaris i els treballadors.
Els usuaris ja s’han acostumat al mal servei, però això no pot ser normal.

A nivell laboral, la situació és igualment greu:
Persecució sindical i repressió, acomiadaments de delegats i treballadors i expedients disciplinaris per exercir el dret de vaga.
Des de que va entrar a operar Moventis hem patit una substitució de la plantilla, el que s’anomena acomiadament silenciós, mes de 80 conductors professionals amb molta antiguitat han marxat farts de les males condicions laborals i de conciliació a la que ens sotmet Moventis.
Aquesta plantilla s’està substituint per treballadors mes vulnerables contractats majoritàriament en origen a Perú, venen amb contractes de residencia subjectes al contracte de treball i al pagament d’un lloguer l voltant d’uns 400€ per una habitació compartida que se’ls treu de la nòmina, però un cop son aquí no son formats adequadament i aquesta situació també provoca un empitjorament del servei.
Tot això, mentre Moventis acumula sancions: l’última sanció molt greu, de 325.000 euros imposada per l’AMB pels incompliments del contracte a la línia M12. Però aquestes multes no compensen el que han perdut els treballadors ni els usuaris. Són sancions simbòliques que l’empresa assumeix perquè el benefici obtingut de les retallades es molt superior al cost de les multes.

Nosaltres entenem que les multes haurien de servir per corregir la conducta de Moventis en relació als incompliments del servei, però cap de les multes imposades per l´AMB han sortit l’efecte desitjat.
La veritat és que Moventis guanya diners incomplint, estalviant en manteniment, en salaris i en drets.
El propietaris de Moventis tenen un patrimoni al voltant dels 300 milions d’euros i un volum de negoci de 1.500 milions, de veritat pensen que aquestes multes els hi fan repensar la seva actuació?
No pot ser que una administració pública permeti que un servei essencial per a milers de veïns funcioni en aquestes condicions. No pot ser normal.
No pot ser que una empresa denunciada repetidament per vulnerar drets fonamentals —com ha reconegut tant la inspecció de treball com un jutjat de Barcelona en una sentència recent— continuï gestionant el transport de la segona ciutat més gran de Catalunya.

Nosaltres, des de CCOO, no venim aquí només a queixar-nos. Venim a exigir responsabilitat i acció immediata, per part de l’ajuntament i de les administracions. Demanem a aquest Ple municipal, que es revoqui la concessió i es recuperi una gestió pública i de qualitat del transport.
El transport públic no hauria de ser mai un negoci. És un servei essencial, al igual que ho es la sanitat o l’educació, es un dret que ha de garantir la igualtat, la seguretat, la dignitat i la mobilitat de totes les persones i això Moventis ho incompleix tots els dies des de que va aterrar a la ciutat de L´Hospitalet.
Des de CCOO, continuarem defensant els drets dels treballadors i treballadores de Marfina Bus, però també als usuaris de L’Hospitalet, que mereixen un transport segur, puntual i digne.

Aquest Ajuntament té una responsabilitat directa i la pregunta es molt clara per tots els aquí presents,
De quin costat es posicionen? Del costat dels treballadors i dels usuaris? o del costat d’una empresa com Moventis que vulnera drets laborals i que incompleix sistemàticament el servei de bus a la ciutat de l’Hospitalet a milers d’usuaris cada dia?
Avui els demanem que es posicionin del costat correcte: del costat dels treballadors i de la ciutadania.
Si us plau per el bé de tots demanin al AMB que faci fora a Moventis de L’Hospitalet, no ens mereixem ni un minut mes aquest tipus d’empresa.

Moltes gràcies.”

Les memòries democràtiques, ara i aquí

Segurament la memòria, tant la individual com la col·lectiva, la forma un conjunt de capes de diferents èpoques, diferents moments i diferents situacions. Segurament la memòria, les memòries, son un reflex més o menys clar, més o menys veraç de les realitats que representen. La memòria es barreja amb les experiències, les històries i les identitats de cada persona i, per extensió, de cada col·lectiu. Per això també la pervivència de la memòria i, mes encara, la seva transmissió, no sempre es nítida ni evident.

És conegut com els elements patrimonials preexistents contribueixen a la pervivència d’aspectes de memòria; per això son importants els espais de memòria que ajuden a retenir i a trasmetre memòries col·lectives. Per això, es important que el tristament famós edifici de la Puerta del Sol a Madrid, antiga seu de la Dirección General de Seguridad del franquisme i cau d’innumerables tortures o, més a prop, la comissaria de Via Laietana a Barcelona, siguin finalment espais de memòria on s’expliqui el terror que va ocupar les seves parets.

Més enllà, però, també haurien de ser espais de memòria antigues fàbriques, com la Tecla Sala, Can Trias, Can Trinxet o Can Vilumara, o llocs com les antigues vidreries avui transformades en places públiques, que recullen memòria de lluites obreres pel reconeixement dels més elementals drets, o  espais on, durant una clandestinitat més o menys dura, es podien fer classes d’història del moviment obrer, o classes de català, o espais de trobada, reunions o assemblees, con és el cas d’alguns centres parroquials.

A l’Hospitalet, a la nostre ciutat, a iniciativa del Centre d’Estudis de l’Hospitalet va treballar un grup conegut com l’Hospitalet Antifranquista que va dedicar-se a recollir el testimoni de militants antifranquistes de casa nostra i que, va aconseguir que, des de l’Ajuntament, es construís un monument a les persones que van lluitar per la recuperació de la democràcia i la llibertat, segons està escrit en una placa al costat de l’escultura El Pont de la Llibertat, feta per Arranz-Bravo en la confluència de la rambla Just Oliveras i la rambla Marina.

En aquest lloc, cada any es fa un acte institucional dedicat a la Memòria Democràtica de l’Hospitalet. Tot i que enguany l’acte ha estat posposat per culpa de la previsió meteorològica de pluja, no deixa de ser una iniciativa que cal apreciar tot i el seu caràcter limitat.

La majoria d’iniciatives que es fan per ressaltar la memòria democràtica i les lluites antifranquistes, de vegades deixen en un segon terme el fet que bona part, o la majoria de les persones represaliades durant la Dictadura, no només lluitaven contra el franquisme i per les llibertats, sinó que treballaven també per propiciar un canvi social, per relligar-se amb la memòria de les lluites del moviment obrer, amb la memòria dels moviments sindicals i polítics colpejats per la repressió franquista, per recuperar un fil roig, de classe, que va ser potent a la nostre ciutat i que va ser derrotat el 1939.

Que hi havia també més antifranquisme que el que maldava per reconstruir sindicats i partits obrers, és una evidència que cal reconèixer. Però aquesta realitat no pot amagar el que va fer possible un petit lligam de memòria amb el moviment obrer organitzat des de finals del segle XIX i principis del XX també en els nostres barris i en el conjunt del país.

La memòria democràtica no pot limitar-se a les lluites en el nostre país. Avui, a l’Hospitalet hi ha més diversitat de memòries democràtiques que val valorar i recuperar. Molta de la immigració d’origen centreamericà no només busca una vida millor, sinó també fuig de règims repressius diversos. Ara mateix, quan al Marroc hi ha una revolta juvenil, no està de més recordar la situació en que viuen les comunitats amazics o, més encara les de la antiga colònia espanyola del Sàhara, o les guerres al continent africà, per no parlar del genocidi a Palestina.

Per tal que, ara i aquí, la memòria democràtica sigui viva i pugui servir per avançar en una situació complicada com l’actual, no només cal retre homenatge a les persones que van lluitar contra el franquisme, sinó que cal integrar les memòries de totes aquelles que han patit dictadures en els seus llocs d’origen i cal fer evidents els lligams vius entre l’antifranquisme i els moviments socials actuals i les seves reivindicacions. En aquest sentit, el treball actual de L’Hospitalet amb el poble palestí, n’és un exemple viu.

No deixarem de pensar que si Moventis es passa, és perquè l’AMB li ho permet

Ens perdonaran si els hi diem que tot el que passa per l’AMB i Moventis comença a fer massa pudor, una administració supramunicipal, i una empresa de transport de persones que pretén, sense cap simulació, convertir el transport metropolità de la ciutat en tercermundista, donat, i aquí ens hauran de tornar a perdonar, que l’Hospitalet és, a Catalunya, allò més semblant que hi ha al Tercer Món. Se suposa que Moventis, a través de la seva filial Marfina Bus, ho ha tingut present com assaig, ben agafadeta de la mà de l’AMB que, després de tot, és la que li va donar la concessió, tot i saber que no podia complir el contracte. Això, o els que ho van aprovar superen un incomprensible nivell d’ineptitud perquè, des de la seva posició i experiència, forçosament havien de saber que era impossible complir el contracte, a menys que obliguessin els treballadors a fer més hores que un rellotge, en condicions de treball tercermundistes i amb autobusos que es cauen a trossos. En el món dels negocis, ja se sap que ningú dona duros a quatre pessetes, i si els acceptes sense analitzar el per què, o ets un negligent o ets un corrupte i en alguns casos, totes dues coses alhora.

Siguem malpensats. Entra la possibilitat que això sigui un assaig de l’AMB per veure si es poden anar privatitzant tots els serveis de transport metropolità, a preu, repetim, tercermundista. I on millor que intentar-ho a la ciutat que més s’adapta a aquesta situació? Ens diran exagerats, però pensin que precisament acabem d’arribar d’un país africà molt pobre, i, vet aquí, que excepte en seguretat, que en això l’Hospitalet és bastant pitjor, en la resta, molts barris de la nostra ciutat s’hi assemblen massa.

També és casualitat que el vicepresident executiu de l’AMB sigui el Sr. Antonio Balmón, alcalde de Cornellà, del PSC com el de l’Hospitalet, ciutat, la de Cornellà, que també pateix el desgavell de Moventis. Encara rai que gent molt propera al Sr. Balmón agafa cada dia el bus i el posa al dia, perquè si no encara s’estaria preguntant què passa amb part del transport públic de la seva ciutat. No ho diem nosaltres, sinó ell mateix, si El Periódico no menteix. De fet, si el Sr. Balmón o el Sr. Quirós, alcalde de l’Hospitalet, agafessin els autobusos de la ciutat, descobririen no només que van amb retard i uns quants d’ells circulen escacharrats, com diuen per Fraga i els seus voltants, sinó que a vegades canvien el recorregut inopinadament. Dono fe. Per exemple, en la línia M11 se salten parades i no a propòsit, sinó perquè els conductors, molts d’ells peruans, no coneixen el recorregut ni la ciutat. A voltes prou fan a arribar. El més sorprenent és la paciència o, millor dit la resignació dels usuaris, que ja ho donen tot com a normal.

I no s’ho perdin, segons El Periódico, el Sr. Balmón també diu “que totes les línies metropolitanes que han canviat de mans han tingut problemes a l’inici, perquè la seva gestió és complicada, així com ho han estat les respectives adaptacions entre empreses i treballadors. Esperem que els uns i els altres ho puguin reconduir”. És a dir, que la rebaixa de drets, de salari real i la violació sistemàtica de la conciliació familiar, només és un problema d’adaptació entre empresa i treballadors que, de fet, és entre l’AMB que ho permet i provoca, acceptant propostes impossibles de complir, als mateixos treballadors.

Dit això, ens assabentem que dies enrere l’AMB va imposar una sanció de 325.000 € a Moventis. https://www.elperiodico.com/es/barcelona/20250930/imponen-nueva-sancion-moventis-incumplimientos-contrato-buses-hospitalet-multa-300000-euros-122081805
S’ha de dir que aquesta sanció, si finalment arriba i es paga, és molt inferior a les quantitats que els treballadors han deixat de percebre pels canvis dictats per l’empresa. A això se li hauria de sumar el que aquesta s’ha estalviat en el manteniment d’un material que, com anteriorment hem explicat, es cau a trossos. Per descomptat, en cas de fer-se efectiva la sanció, els diners no acabaran en mans dels treballadors i dels usuaris, que són els que l’han acabat pagant i patit. Volem creure que, tot i la seva incompetència, aquests diners no serviran per pagar dietes o àpats pel personal directiu i assessors que pul·lulen per l’AMB, sinó per millorar altres serveis. I també, en cas de fer-se efectiva, l’empresa tampoc cal que es preocupi gaire, el govern municipal del Sr. Quirós ja trobarà la manera de compensar-la, tal com va fer després de la primera sanció https://dinamitzaciolocal.l-h.cat/detallNoticia.aspx?1hwUgyLw00eZ617ZqazCVUZ0MLGHyGb9Cy0YAfuA0mJJGn8qazB (recordem que aquesta serà la tercera), regalant-li cursos de formació pels treballadors vinguts del Perú, amb condicions altre cop tercermundistes i amb salaris de pura supervivència.

Perquè es facin una idea del tarannà de l’empresa a la qual l’AMB tan alegrement li va entregar la concessió, a primers d’aquest mes va ser sancionada pel Jutjat Social núm. 16 de Barcelona, per haver vulnerat el dret a la vaga de tres dels seus treballadors. https://www.elperiodico.com/es/barcelona/20251007/sentencia-estima-vulnero-derecho-huelga-conductores-buses-hospitalet-122241233
Suposem que l’empresa, a causa de la seva inèrcia de manca de respecte als drets dels treballadors o a la ciutat on presta servei, es va despistar i pensava que estava a un altre país, on els drets sindicals i de vaga són inexistents.

A 865 euros el minuto

Que absolutamente nada es lo que parece, lo pone de manifiesto la cosa esa del tardeo que se han inventado para el 30 de octubre en el Joventut. Cuando todo es una pantomima, un fantasmeo, un abismo de estupidez, hay que inventarse algo que parezca importante y ponerle un apelativo british para hacerlo más interesante y sugerente.

Que eso de la celebración del título de ciudad en este avispero sin horizontes donde nos agitamos y que se llama l’Hospitalet, se podía convertir en un ridículo mayúsculo, ya era bien previsible. Pero que encima la efeméride coincidiera con la toma de posesión de un equipo que hasta erizaba los pelos de los suyos, no podía presagiar nada bueno. El anuncio del alcalde, hace ahora un año, de que la Cabalgata de Reyes tendría un carromato para celebrar el centenario ya lo removió todo y, desde entonces todo ha sido un quiero y no puedo. “Quiero celebrar, porque a mí las celebraciones me ponen, pero no puedo, porque no tengo ni idea de cómo celebrarlo, ni tengo a nadie de confianza que me organice una celebración majestuosa, ni siquiera sé muy bien qué tendríamos que celebrar”. Y hasta que no se lo explicaron, no se empezó a percatar de que en adelante tendría que ir con un poco de cuidadín, porque hay cosas que no debieran celebrarse nunca y anunciar celebraciones sin consenso suele acabar mal.

Así que se aparcó calladamente lo de celebración, mandando a los propagandistas que cambiaran el apelativo de jolgorio por el de recordatorio y, en adelante, los cien años del título de ciudad se han estado conmemorando a base de paneles de fotos donde se ve el crimen cometido —el antes y el después, como para estremecerse—, sin que para nada desde el ayuntamiento se haya hablado de los criminales que lo cometieron.

El caso es que, hasta ahora, lo más destacado de la conmemoración ha sido el dinero regalado. Y ya van unas cuantas decenas de miles de euros en una ciudad que acaba de subir el IBI y donde la gente es cada día más pobre. Sería un escándalo, si no fuera porque el escándalo es la salsa donde se cuece la gestión municipal de cada día.

Ahora, reciente, a alguien se le ocurrió lo del tardeo. Al ocurrente habría que despedirlo de inmediato no solo por fantasma, sino por extraviado. Porque a nadie en su sano juicio se le ocurriría, con la que está cayendo, regalarle 78.000 euros a El Periódico para hacer un pe-tardeo sin ningún interés.

Lo primero, el invento: afterwork. Que, literalmente, quiere decir después del trabajo y que no es más que la costumbre universal de ir a tomar una copa a la salida del currele (en british, work) para seguir hablando con los colegas de temas intrascendentes que hagan olvidar la presión de quienes te exprimen, incluso, con quienes te exprimen. Aquí siempre fue el tardeo, pero tardeo suena normal y se trata de estar muy por encima de lo normal, así que le llamamos afterwork en lugar de llamarlo encuentro de coleguis, mesa redonda de amiguetes, convocatoria para no decir nada, o directamente negoci.

Que esto es lo que es el afterwork que ha organizado Quirós y los suyos. Me dicen, quienes saben de qué va la cosa, que el invento le ha costado a las arcas municipales cerca de 78.000 euros, que sumados a los 17.000 del logo copiado, se acerca ya a los 100.000 euros de regalo reconocido. En el negocio este de El Periódico, lo importante no es el acto en sí. Lo emocionante es traer hasta l’Hospitalet al rector de la UB, a la consellera de Economia y a una educadora emocional, porque el resto lo rellenan los periodistas de la casa y la estrella fulgurante es el alcalde. ¿De qué van a hablar? Pues de todo y de nada y, en cualquier caso, de nada que tenga que ver demasiado con l’Hospitalet. Cuesta imaginar cómo se va a poner en el foco del debate entre la consellera Romero y el profe Guardia, a esta desnortada ciudad; de qué van a hablar que nos emocione a los hospitalenses, el conocido periodista patrio Sálmon y la señora Gutiérrez, y quizás sí que Quirós pueda explicarle al director Sáez que vamos a tener un eje de ciudad en el intercanviador de La Torrassa, con un paseo que nos va a llevar de la Diagonal a Bellvitge pasando por Nueva York, para que se vea claramente que l’Hospitalet es la ciudad emblema de la investigación médica en Europa y que, en poco, se va a convertir en un bosque ciudadano como para darle envidia al Central Park.

Lo cierto es que la fantasmada del tardeo de octubre, les va a costar a los ciudadanos de esta mi pobre, sucia, triste y desdichada ciudad, la friolera de 865 euros el minuto, a repartir probablemente entre los charlistas, los periodistas y el ego del parlanchín. Muy caro para no decir nada y a lo mejor incluso perseguible, porque no se me ocurre peor manera de tirar un dinero que es de todos.

L’Hospitalet no es insegura

Carlos Galve (activista i peixater)

Creo que deberíamos tener más en cuenta la manifestación del día 1 de octubre en l’Hospitalet. Fue la manifestación más política y multitudinaria, aparentemente no partidista, desde hace más o menos cuarenta y seis años. Los convocantes eran la Asociación de Comerciantes de Pubilla Casas y vecinos anónimos.

En política, como en muchas otras actividades humanas, analizar es fundamental para conocer la raíz de donde nacen los movimientos y sus consecuencias. El lema, aparentemente, en la pancarta reivindicaba seguridad en nuestros barrios. Había diferentes lemas, algunos contra el equipo de gobierno. El aspecto más interesante: ninguna formación política aparecía en ningún papel ni pancarta. Creo que asistieron todos los representantes de la oposición en el Consistorio. Más tarde, el alcalde inclusive reconoció y compartió el lema de la manifestación, afirmando que se comprometía a solucionar estas carencias.

Desde hace varios meses sigo grupos de L’H en Facebook que van relatando aconteceres o hechos que, bajo mi punto de vista, tienen el objetivo no solo de informar, sino de crear con distintos relatos la opinión de que nuestra ciudad es insegura, incómoda y sucia. Curiosamente, cuando se describen personas, normalmente siempre suelen ser emigrantes.

Lo más interesante de esta manifestación es la aparente neutralidad. Manifiestan que no son políticos, confundiendo partidismo político con política. Por supuesto que han hecho política, y de la buena: la que la gente cree que es auténtica porque no hay partidos detrás de ella. Eso es sutil, pero sobre todo útil, y una de las razones del éxito de la convocatoria.

Esta manifestación tiene una clara característica: es como una bomba de efecto retardado. Ningún partido la ha criticado frontalmente o públicamente. Nadie se atreve. Todos tienen miedo. Nadie dice la verdad. Creo que es un embrión para el cambio del futuro político de nuestra ciudad.

No voy a cometer el error de juzgar a mis vecinos por sus sensaciones frente al miedo, sus conceptos ideológicos y menos por sus creencias de distinto rango. Tanto es así que, como he dicho, desde el alcalde hasta el último concejal de los veintisiete, todos aceptaron que los vecinos tenían sus razones. Unos de una forma, otros de otra, pero todos se apuntaron a la manifestación.

De lo que no tengo duda es de quién se beneficiará electoralmente en los próximos comicios. También voy a utilizar la discreción: no quiero pensar en apriorismos y correr el riesgo de no respetar a los miles de vecinos que fueron desde la Bòbila a la plaza del Ayuntamiento, la mayoría de buena fe. Me faltan datos, pero tengo miedo de equivocarme y por eso elijo la prudencia para dar mis opiniones.

Reitero otro aspecto muy de moda actualmente, pero claramente sospechoso: confundir fácilmente el partidismo político y la política. Cuando alguien dice que es apolítico, tengo claro meridianamente cuál es su característica política.

Eché en falta saber qué opinaba la AAVV de Pubilla Casas. Por cierto, una de las más activas del pasado reciente.

Hospitalet no es insegura. Lo que produce inseguridad es el miedo al diferente. La ola migratoria es imparable y no es difícil entender el porqué: los humanos buscamos la mejor manera de sobrevivir. El eslogan “Date cuenta primo, todos somos clase obrera” es magistral y útil para explicar qué está pasando. Los que somos inseguros somos las personas pobres que nos creemos que somos ricos. El racismo surge generalmente entre pobres y más pobres. Los ricos tienen sus barrios/guetos para ricos. Allí no tienen inseguridad: existe la valla de los precios del coste de sus viviendas. Allí los emigrantes solo entran para servir.

La cara del capitalismo aparece claramente en una sociedad desigual, empeñada —y lo consigue— en hacer desaparecer o diluir el concepto de la lucha de clases.

Hay diversas miserias sociales. La primera, como ya he dicho, el conflicto entre pobres y más pobres: el racismo. La segunda, la inactividad o, mejor dicho, la indiferencia de los responsables y poderosos: el neoliberalismo. La tercera, el desprecio al sistema, aunque deficitario, el más evolucionado: la democracia está en juego.

El otro día, apoyado en un árbol en la avenida Isabel la Católica, quise ver quién participaba en la manifestación significativa y multitudinaria después de tantos años. Eran buena gente cabreada. Me preguntaba las razones de fondo. No es lo mismo la agresión violenta de un chico en patinete eléctrico, robando y tirando de una cadena o un monedero a una señora mayor con el riesgo de herirla, que el volumen de la música o la práctica de bailes en los parques públicos haciendo barbacoas. No es lo mismo zonas con bolsas de basura rotas y enseres junto a los contenedores, que creer que los comerciantes “nou vinguts” —que, por cierto, evitan la desertización urbana de nuestras calles— se crean dueños exclusivos de los contenedores.

Tengo edad de tener miedo de la inseguridad ciudadana y de un montón de cosas más, pero sobre todo me inquieta la estupidez humana.

Desde el máximo respeto a las personas que piensan diferente, no voy a dejar de decir lo que considero una trampa: la convocatoria, sin decirlo, asociaba inseguridad con emigración. Este binomio es el argumento para segregar, expulsar, rechazar, sospechar, temer y, sobre todo, reprimir.

Al alcalde le acusan de falta de policía, por eso no para de hacerse fotos con la policía. Recuerdo que le di un sobresaliente. No le acusan de la falta de programas sociales que investiguen y analicen qué está pasando en nuestros barrios. Nuestros problemas son el reflejo de la sociedad. Si un rey emérito está implicado en casos de corrupción y robo y solo pasa que tiene que vivir en Abu Dabi, y algunos ricos poderosos y políticos roban y corrompen y tampoco pasa casi nada… ¿De qué manera podemos aumentar la paz social con semejantes ejemplos?

La violencia y el robo son un tema claramente policial, no tengo duda, pero sobre todo también es de responsabilidad social. Igual que tenemos que reivindicar más policía, tenemos que hacer lo mismo exigiendo que el delito se reprima y, al mismo tiempo, exigiendo más educadores de calle, más trabajadoras/es sociales que expliquen a los nuevos vecinos —que han llegado para quedarse— que el civismo y el respeto por lo comunitario en nuestros barrios es indiscutible: todos somos clase trabajadora. Educación y reinserción de grupos de jóvenes.

¿Cuántos pequeños pero violentos delincuentes tenemos? Los grandes, algunos salen en los telediarios.

Hablar del pasado puede ser anecdótico, pero ayuda al análisis. La gran diferencia es que en nuestros barrios existían AAVV que atenuaban y evitaban las reacciones de los que proponían patrullas vecinales. En eso sí veo una clara responsabilidad. En nuestros barrios tenemos muchas entidades que trabajan cada una por problemas diferentes, y el pulso social —salvo excepciones— de nuestros barrios en la sociedad civil, no lo tiene nadie. Las entidades domesticadas y clientelares no hacen nada más que desmovilizar.

Va a resultar que los que creen que se debe repatriar, expulsar, repudiar si están indocumentados, tienen hoy la sartén por el mango. Tenemos leyes y normas obsoletas y estúpidas que benefician a los poderosos, manteniendo una multitud de personas que acusan de ilegales para abaratar los costes de la mano de obra y tener un mercado negro laboral y económico de proporciones más altas de lo que imaginamos.

Bajemos de la nube de nuestro bienestar y analicemos que el tsunami que viene o lo paramos con argumentos radicales y profundamente democráticos, o el futuro de nuestros barrios será mucho peor.

Los amantes de la política estamos aletargados, divididos y discutiendo si son galgos o son podencos. ¿Tendremos que sufrir la propuesta reaccionaria para proponer algo con sentido común?

No tener en cuenta y leer la música de la manifestación del otro día no es solo ser sordo y ciego: es no ser responsable. Esto es un clarísimo aviso. A ver si somos capaces, entre todos, de entender de qué va el tema.

L’ESTACA VOL MOSTRAR LA SEVA SOLIDARITAT AMB EL POBLE PÀLESTI I S’ADHEREIX A LA VAGA DE AVUI DIA 15 QUE S’HA CONVOCAT PER DIFERENTS ORGANITZACIONS PER LA FI DE L’OCUPACIÓ A PALESTINA I DELS ATACS A LA LLIBERTAT DE PREMSA